Día 23: La cita de parejas, parte one

56 5 26
                                    


Respiré profundo, lo que me costaba más de lo normal y es que esa camisa arrendada por Nate me quedaba un poco pequeña. Al parecer estaba hiperventilando, porque les juro que hasta comencé a marearme. ¿O habrá sido por todas las vueltas que daba el auto mientras íbamos camino al restorán?

-¿Por qué mierda eligieron un lugar tan apartado? –

-Supongo que porque es de los mejores restoranes de Mindarie -respondió el musculín anoréxico, digo, mi querido novio mientras conducía muy concentrado en la carretera.

-¿Es de los mejores? ¿Has ido antes? –

-Claro, con mis padres en sus celebraciones de aniversario. Recuerda que antes que mi mamá me echara de la casa, llevaba una vida de niño rico –

-Sí, lo sé... arruiné tu vida perfecta y ahora debes conformarte con vivir en una pieza diminuta y compartir cama con un inmigrante del tercer mundo. No sé cómo no te has pegado la sarna o garrapatas con la vida tan deplorable que llevas -por Dios, que este sujeto no va a olvidar nunca lo que le hice.

-No me estaba quejando... -

-No te creo. Al final, siempre me recuerdas que por mi culpa estás viviendo la peor etapa de tu vida –

-¿Quién dijo eso? Tal vez nunca había sido tan feliz -sonrío levemente, como esos antiguos actores del Far West hollywoodense, con esa mezcla entre hombre de armas y seductor nato.

Comentario aparte: ¿soy el único a quien le gusta ver a un hombre conducir un carro? Debo reconocer que me calienta ver a Nate en esa posición, es tan varonil, tan poderoso. Y eso unido a que estaba siendo galante, logró por un momento que me tranquilizara.

-¿Entonces eres feliz? –

-Te tengo a ti... -

Solo atiné a reír, y es que en realidad me pareció divertido. ¿Cómo voy a ser más importante que todo el dinero que tenía antes y las comodidades que ello implica?

-Me recuerdas a mí cuando tenía siete años... igual que ese día en que me pediste que no me fuera de la casa -comenté sin querer.

-¿Sí? ¿Qué te pasó a los siete? –

-Nada... olvídalo. ¿Falta mucho para llegar? –

Regresé a los nervios de la futura cita de parejas. Quise ocultar ese recuerdo de mi infancia y me encontré con una realidad totalmente diferente a la que estaba viviendo. ¿Cómo se puede pasar de un segundo a otro de estar obnubilado por el hombre que conducía ese auto, a recordar todos los sentimientos que tengo por Ethan? Mierda, ¿qué significa eso? ¿Puedo sentir algo por dos hombres al mismo tiempo? Mierda por dos, ¿siento algo por Nate?

-¡Llegamos! ¿Preparado? – Miller se estacionó, se soltó del cinturón y me sonrió, como si estuviera feliz de tener que hacer esto.

-Así como preparado.... No lo estoy, pero... me sorprende que estés de tan buen humor. ¿Te pasó algo especial hoy? –

-Es nuestra primera cita. Vamos a un restorán elegante, vestidos bonitos, a juntarnos con unos amigos, acabamos de comenzar nuestro noviazgo, me fue bien en los exámenes de la Uni... pues sí, estoy bastante feliz -sonrió.

Y recalco esto último: sonrió, y completamente, no como una mueca varonil. ¡Madre santa del amor hermoso! Que ese aussie sabe sonreír, creo que es la primera vez en todo este tiempo que lo veo de ese estado de ánimo. ¿Cómo puede cambiar tanto una persona?

-Wait... ¿por qué desde que me pediste ser tu novio has cambiado tanto? Ya ni siquiera me tratas mal. Al contrario... -

-Cuando tuvimos sexo te dije que te amaba, ya te he confesado que siento algo muy fuerte por ti... Ya no tengo nada que ocultar, y sobre todo, nada que perder. Tengo todo lo que necesito y eso me hace feliz. Supongo que estuve mucho tiempo de mal humor porque quería lograr lo que no tenía: quería ser popular en la Uni, quería destronar a Ethan, quería que mi madre me aceptara y me quisiera, quería heredar todo el dinero de mi familia, ser novio de la chica más popular... pero después que subiste ese video, todo eso se vino abajo, no me quedó nada, pero... te conocí. Me socorriste cuando nadie más lo hizo, cuando eras la persona que más debía odiarme porque te chantajeé, e incluso cuando estabas consiguiendo tu romance de Disney con Taylor, preferiste quedarte a mi lado para ayudarme, ni siquiera mi madre se había preocupado de esa forma de mí. ¿No lo entiendes? Te odiaba porque pensé que habías sido el demonio que destruyó mi vida, pero la verdad, es que fuiste el ángel que me salvó del abismo, que me demostró que la vida es hermosa y... ahora quisiera hacer lo mismo contigo. Sé que ocultas algo, sé que cuando tenías siete años sucedió algo que te destruyó por dentro, sé que no te amas, sé que te han hecho sufrir mucho, pero... quiero que sepas que ahora cuentas conmigo, que yo puedo ser tu ángel guardián también...claro, si es que me lo permites, si es que crees que esto puede ser algo más importante que una estúpida riña con Ava –

Cuando era chico iba a la iglesia con mi abuela y recuerdo que un par de veces me quedaba con boca abierta por las homilías del cura. Supongo que cuando uno es chico se sorprende con cualquier cosa, pero el punto ahora es que me sentí de esa misma manera al escuchar a Nate. Se detuvo mi corazón y me quedé pasmado viéndole.

-Mate, si tienes un corazón después de todo... -es lo único que atiné a decir.

-¿Me lo dices a mí? Eres tú quién está llorando... - y tenía razón, tenía el rostro empapado.

-Lo siento... no es momento para esto. Después hablamos, cuando lleguemos a casa. Ahora debemos cenar– me sequé las lágrimas y me desabroché el cinturón.

-¿Cuándo lleguemos a casa? Suenas a mi esposa –

Solo me reí, debo reconocer que su nueva faceta me atrae mucho. ¿Intentará imitar un poco a Ethan?

Y hablando del rubio, justo cuando nos habíamos bajado del auto nos encontramos con él, de la mano de su nueva novia, la que iba vestida con un traje de seda muy ceñido al cuerpo y bastante corto, bataclana, se nota que esta no tiene clase. La miré de pies a cabeza desaprobándola. Si me vas a cambiar por alguien, por lo menos busca a una mejor. A quien engaño, si la muy desgraciada se veía despampanante.

-Y vinieron, pensé que no tendrían dinero para pagar su parte de la velada -sentenció la rubia, frunciendo la boca operada.

-Tenemos el dinero suficiente, porque nos ganamos nuestra propia plata y no hemos venido con la mesada que nos dan nuestros daddies. Lástima que ustedes no pueden decir lo mismo – Bien Miller, estás aprendiendo a palabrear a este tipo de rameras.

La barbie canguro se quedó callada, puso en blanco los ojos, tomó del brazo a su novio y entró al restorán.

-Qué desvergonzado eres, si soy yo quien trabaja – le susurré a Nate.

-¿Y con qué dinero crees que pagué la bencina y arrendé los trajes? –

-Supuse que después me cobrarías ¿no? –

-He hecho algunos trabajos para un profesor de la Uni, y he ganado bastante bien, así que no te preocupes, esta velada la pago yo. Es lo que corresponde, soy el hombre –

-¡También soy hombre! -

-Pero eres el que recibe... en fin, ya sabes a lo que me refiero...-otro más, de seguro éste habló con James.

Estiró su brazo y me escoltó hasta la entrada, como todo un caballero. Yo le hice caso y es que todavía no podía caer en cuentas de que era el mismo Miller que conocía. ¿En serio ha cambiado tanto? ¿Dónde quedó el apático, desagradable y homofóbico? 

Hot Aussie Boys (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora