Prólogo

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Día 184 del apocalipsis

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El mayor del grupo, un chico pelinegro, con ojos oscuros y una altura de casi uno ochenta, buscaba algún peligro dentro del, futuro, nuevo alojamiento. Llevaba en su pecho una mochila para bebés, con su hijo sentado allí, un niño de casi un año, moviendo sus pies y dando balbuceos en voz baja.

-Bebé ¿Dónde pusiste tu carrito?- Susurró SeongHwa en voz baja, a su pequeño Minying.

El pequeño balbuceó con una mirada confusa, haciendo que su padre soltara una risita y buscara con su vista por el suelo. La sonrisa del chico desapareció al escuchar un ruido a sus espaldas, se giró rápidamente con su pistola en la mano, apuntando rápidamente a la cabeza.

El recién llegado movió con uno de sus dedos el arma. Le dió una sonrisa al pelinegro y revolvió el cabello del pequeño.

-Casi me matas del susto, San- Se quejó el mayor, viendo al nombrado.

San sonrió, era un chico de más de un metro setenta y cinco, que anteriormente solía ser rubio, pero actualmente su cabello tenía únicamente las puntas de ese color.

-Lo siento, YunHo insistió en que viniera a ver si estaban bien, sabes que desde...- Hizo una mueca -Bueno, ese día, le preocupa si tardamos demasiado-.

El mayor asintió, comprendiendo el miedo del chico, respondió solamente con un "Sí, lo sé" y abrió la última habitación, disparando directamente a la cabeza del zombie que se encontraba allí -Ya está, dejemos que entren, que JongHo y YeoSang saquen los cuerpos, tienen más fuerza que nosotros-.

El chico asintió, ambos caminaron fuera, encontrándose con los tres restantes.

-Hay cinco, dos arriba y tres abajo- Avisó, acercándose al más alto de todos, YunHo, el cual se movía inquieto en su lugar hasta que les vió.

-¿Están bien? ¿No mordieron a ninguno? ¿Cómo está Minying?- Comenzó a hablar, moviendo sus manos, delatando su nerviosismo.

El mayor lo miró, desde lo que sucedió con MinGi, el chico estaba siempre alerta, algunas veces evitaba incluso dormir -Yu, estamos bien, no mordieron a nadie- Le aclaró, revolviendo su cabello con cariño.

Asintió, acomodando su cabello una vez fué librado de las manos del mayor -¿Podemos hablar?- Murmuró, viendo como los tres chicos restantes ingresaban a la casa.

-Sí, ven aquí- Tomó su brazo delicadamente, caminando hasta un tronco caído que había dentro de la propiedad, por suerte habían conseguido un lugar con unas rejas resistentes.

Ambos chicos se sentaron, uno al lado del otro, SeongHwa notó cómo las manos del más alto temblaban, así que las tomó.

El menor levantó su vista del suelo, viendo el rostro de su amigo y luego la bajó hacia el bebé.

Retiró su vista, dirigiendola al frente -Lo extraño- Mordió sus labios con la intención de evitar el llanto.

-Lo sé, Yun, también lo extraño... Los extraño- SeongHwa soltó las manos de YunHo, llevándolas al pequeño y viéndolo jugar con su carro, soltó una pequeña risa nasal -¿Dónde lo habías guardado?- Le acomodó el cabello, el pequeño tenía un pequeño mullet, era algo que se había vuelto costumbre gracias a HongJoong, el castaño había dicho que le encantaría que Ying tuviera el cabello como él, y SeongHwa no vió una razón por la que no dejarlo.

El mayor lo extrañaba tanto, extrañaba su risa, su sonrisa, el calor que le proporcionaba cuando estaba junto a él, los momentos que sólo resguardan en su memoria, como el de como acunaba a su bebé, de cómo amaba la idea de que Minying tuviera mullet, o como le emocionaba la idea de que el pequeño pudiera tener su mismo gusto por la ropa y la música. Lo extraba tanto, tanto que no quería siquiera recordar la última vez que lo vió, los últimos momentos felices justo antes de ese momento. SeongHwa todavía amaba al padre de su hijo, al chico con el que se hubiera casado a fines de año. Amaba y extrañaba a HongJoong como nadie lo imaginaba.

𝑰 𝒎𝒊𝒔𝒔 𝒚𝒐𝒖, 𝒉𝒐𝒏𝒆𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora