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|07|Condiciones

Las centellas iluminaron la habitación, provocando que ambos cuerpos semidesnudos se destacaran por unos escasos segundos. Portando solamente bóxeres, las caricias, besos y risas gobernaban aquel lugar. No tenían prisas –a pesar de que mañana tenían clases–. Aquel par de jóvenes amantes disfrutaban tomarse todo su tiempo para apreciar el cuerpo ajeno; además que por la condición delicada del menor, sus encuentros siempre eran lentos, pero apasionados. Scorfano se procuraba de hacer disfrutar a su amante, como ahora que lo tenía sentado sobre su regazo, provocando que ambas intimidades rozaran peligrosamente. Lo tomo de sus mejillas y lo acerco a él para poder unir sus labios. Luca se dejaba todo el momento, dejando que el mayor mordiera sutilmente su labio inferior como también lamiera un poco sus dientes para que le diera el acceso de entrar a su boca; lo cual nunca le negó.

Las grandes y fuertes manos de Alberto no tardaron en deslizarse hasta su trasero para apretarlo y acariciarlo con desespero. Insinuándolo a que se moviera más sobre su erección. Ahogando sus gemidos en los labios ajenos. Ambos se habían extrañado de todas las maneras, dejando que el desespero y la urgencia de sentir el cuerpo del contrario se expresaba en cada caricia y rose, logrando que el calor invadiera todo su alrededor con la tormenta de fondo. Lentamente Alberto fue cortando el beso, riendo suavemente al sentir como Luca se dirigía a depositar pequeños besos en su cuello, provocando que el mayor temblara ante el aliento cálido rozando su piel.

Ambos se separaron sobresaltándose al escuchar un estruendoso trueno en el fondo; los tomó por sorpresa como también lo confundieron con un portazo. No podían estar del todo sumergidos en su burbuja con la nonna de Luca divagando la casa. Sus miradas no tardaron en cruzarse al mismo tiempo para después reírse no muy fuerte. Scorfano se acomodó mejor entre las almohadas, sosteniendo al menor de su cintura lo acomodo mejor sobre él.

–¿Tomaste tu medicamento?

Obtuvo un asentamiento calmado como respuesta. Por más que quisieran no hablar del tema durante sus encuentros, no podían ser irresponsables. Lo que menos quería él era que su diversión fuera interrumpida por un ataque cardiaco; que ya ha pasado con anterioridad. Desde que conoció a Luca tuvo que aprender a cómo cuidarlo.

–No tengo condones –le advirtió con una sonrisa burlona.

Al instante Luca lo miro con el ceño fruncido; mostrándose molesto.

–Viniste aquí sin unos.

–Oh, vamos –rodeó la mirada con fastidio–, ya lo hemos hecho sin ellos. Sabes que estoy limpio –lo tomó de la mejilla y la acaricio delicadamente. Sonriendo complacido al ver al menor dejar caer su rostro en ella cerrando lentamente su mirada castaña–. Admítelo, Paguro, te gusta cuando te lleno.

–No lo haremos –aclaró mirándolo con seriedad.

Dejó salir un suspiro cansado y se acomodó mejor sobre el regazo de su mejor amigo.

–Alberto, admito que me gusta y adoro hacerlo contigo –desvió la mirada a un punto muerto del suelo–, pero siento que lo mejor es que hablemos de lo que haremos; poner las condiciones de una vez. No quiero arruinar nuestra amistad solo por querer abrir las piernas de lugar de hablarlo.

Alberto exhaló; dándole toda la razón.

–¿La puerta tiene seguro?

–¿Hasta ahora lo preguntas?

–Prefiero que me vean cogiendo que hablar de cosas cursis y esas tonterías.

Paguro rodeó la mirada antes de suspirar.

–Siempre tiene seguro cuando mi nonna se queda en casa.

–De acuerdo.

Fastidiado como irritado lo baja de su cuerpo para después levantarse de la cama e ir al escritorio. Luca lo miraba en silencio, sentándose de rodillas en medio de su cama. Alberto con toda confianza abrió uno de los cajones y saco dos plumones permanentes; desconcertando aun al menor cuando le lanzo uno de ellos. Apenas logró atraparlo, lo miro con extrañes para después ver como su mejor amigo se sentaba frente a él y encendía la lámpara de noche del tocador.

Aquel chico de las hortensias || Luberto ||PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora