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|09|Todo a su tiempo

Dejó salir un pesado suspiro al momento de pararse en la puerta del local. El lugar no era muy grande, pero era el más acogedor de toda la ciudad. Inspirado en la arquitectura colonial española, pero lleno de colores y adornos inspirados en la cultura mexicana. El mictlan; era muy popular entre los jóvenes y parejas.

Por el cristal de esta observo a Visconti limpiando las botellas alcohólicas de la barra mientras a Miguel sentado en la pequeña tarima afinando su guitarra al mismo tiempo que hablaba tranquilamente con Dolores, la cantante principal, en lo que arreglaban el pequeño escenario. Aun no llegaban los demás, lo cual no le sorprendido del todo. Tomo una gran bocanada de aire antes de abrir la puerta y caminar a pasos pesados hacia Rivera, que apenas levanto la mirada antes de ser levantado por el cuello de su camisa. Se quedó sorprendido al ver la cara enojada de Scorfano.

–¡¿Qué mierda te pasa por la cabeza para ir a la facultad de Luca?! –le exclamó irritado antes de soltarlo para que cayera con fuerza en el suelo– ¡¿Sabes el problema que podrías meterlo si saben que se relaciona con un maldito idiota del norte?!

Hey, tranquilo, viejo –comentó en lo que sobaba su cadera–. No le hicimos nada, tranquilízate, chingado.

–¿Cómo quieres que me tranquilice? ¡Tú no sabes nada de lo que pasa Paguro! ¡Esto no es un juego para nosotros!

Dolores y Ercole miraban la escena asombrados, nunca antes habían visto a Alberto tan enojado con los que eran sus amigos más cercanos.

–¡Alberto, ya basta! –gritó Camilo saliendo de la cocina– ¡Fue mi idea de ir a su facultad!

Talló su rostro con fuerza ahogando un quejido en ellas, al destapar su rostro miro a ambos con seriedad.

–Mi problema no es que ustedes le hagan algo –pellizco la fuente de su nariz–, mi maldito problema es que lo de su facultad le hagan más mierda la vida por ser visto con dos idiotas con el uniforme del equipo de Norte.

Miguel y Camilo compartieron miradas culposas; pensando que si fue algo tonto arriesgarse en ir con el uniforme de fútbol de su universidad. En su mente solo pensaban en ellos mismos de lugar de que podría pasarle a Paguro si los ven. Fue una sorpresa ver que Alberto se preocupaba por el bienestar de su novio, siempre fue visto como alguien relajado que no le importaba nada...hasta ahora.

–Alberto, lo sentimos –se disculpó Rivera mientras rascaba su nuca al darse cuenta de su error.

–No se tienen que disculpar conmigo –dijo de manera amenazante–, pero eso tampoco significa que los dejare que vuelvan a acercarse a Luca sin mi autorización. Son mis amigos, pero no tienen ningún derecho en involucrarse con él al menos que yo lo permita.

Dicho eso dio media vuelta para irse directamente a la oficina principal, dejando aún más sorprendidos a todos. No era el mismo Alberto de siempre. Ercole lo miro de reojo irse por el pasillo y bajo la mirada a la copa de coctel en sus manos, pensando que él y Guido tuvieron que ver en ese cambio de actitud de su mejor amigo. Aparecer no lo conocían tan bien.

Alberto suspiró una vez que llego a la oficina principal de sus jefes. Se tranquilizó antes de abrir la puerta despacio, siendo recibido por las miradas sorprendidas de Bruno y su hijastra; quien dejo de tomar de su vaso entrenador al verlo. Usando solo un pañal y un babero rosa, ella estaba parada en el regazo de su padrastro, soltando gritillos alegres con solo ver al pecoso.

–¡Beto! –exclamó la pequeña de dos años– ¡Papá mima, mima e Beto! –balbuceó en un gritillo de emoción jalando del cuello de la camisa del hombre mientras apuntaba a Alberto con su manita al mismo tiempo que daba brinquitos emocionada sobre su regazo.

Aquel chico de las hortensias || Luberto ||PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora