Olga Marie no se movió del agua que caía sobre ella. Se sintió bien en parte, como el agua tibia caía sobre ella pasando por todo su cuerpo. Cerrando los ojos cuando alzó su cabeza en dirección al agua de la ducha ella se quedó así por unos segundos más antes de tomar el grifo y cerrarlo.
Se quedó quieta mientras que el agua se escurría de su cuerpo. Caminando fuera de la ducha ella llevó sus manos a su cabeza, llevando su pelo hacía atrás y abrir los ojos una vez más, llegando hasta el espejo miró su rostro y su cuerpo unos segundos.
― ¿Se han hecho más grandes de la última vez? ―Olga Marie llevó una mano a su pecho y lo tocó ante la vista que tuvo en el espejo.
Había pasado cuatro días desde que ella se presentó ante el público no iluminado y solo obtuvo respuestas demasiado variadas para saber que clase de aceptación tuvo al final.
Su edad puesta al público fue de veinticinco, hubo mucha especulación de su edad, pero manipular tales datos fue algo demasiado simple. Tomando el hecho que aún no había cumplido veinte.
Una leve risa salió de la boca de Olga Marie ante el pensamiento de que ahora tenía la misma edad que Shirou, al menos en papeles. La pequeña risa se detuvo cuando se vio al espejo y luego miró al suelo.
Shirou fue la única persona que le había dicho que era "linda" por así decirlo, pero ahora con todas las redes sociales había visto alguno que otro comentario por su apariencia, de que parecía una muñeca, una modelo o algo referente del entretenimiento visual, comentarios muy exagerados sobre ella.
Muchos tomaron como un insulto que ella se haya presentado como la directora por el hecho de que era también demasiado joven.
No quería imaginarse si supieran que la que dio el discurso fue una niña de diecinueve años.
Al haberse quedado mirando el espejo notó la mota que había por encima de su hombro.
Ella a veces lo olvidaba, aquella marca de nacimiento tan rara, semejante a la de un siete que estaba por encima de su omóplato. Era solo una simple marca, pero tampoco era algo lo cual diría que fuese feo a la vista.
No más de lo que ella ya fue llamada de igual forma.
Ella podría leer cualquier comentario sobre su apariencia y no cambiaría nada de como ella pensaba de igual forma a la persona que lo dio.
Nadie fue sincero, solo buscaban algo, no había nadie en existencia que la hubiera valorado hasta que ahora. Los herederos que la habían ignorado la llamaban, los nobles que nunca la invitaron ahora enviaban invitaciones a fiestas y eventos.
Pero todo ello fue una mentira, solo había en una sola persona a la cual creía en este mundo, la única persona que no le mentía o le ocultaba algo, que la ayudaba o la criticaba por una acción infantil.
Shirou Emiya fue la única persona a la cual pudo llamar como alguien cercano. El resto no eran nada más que seguidores secundarios que no harían nada por ella o la mirarían de la misma forma si es que perdiera su estatus que había ganado ahora.
Incluso si Shirou hacía lo que hacía, si odiaba todo lo que hacía, si se despreciaba a cada momento en que lo dejaba solo, toda emoción negativa que cargaba Shirou Emiya no era importante para Olga Marie, ella iba a apoyarlo, incluso si mencionaba que iría al mismo infierno por esas acciones de buena voluntad, ella lo seguiría.
― De verdad que es un idiota, ¿Cómo le dices a alguien que vas al infierno? ―Olga Marie suspiró antes de tomar una toalla y empezar a secar su cuerpo.
La primera toalla fue para sus pies que estaban húmedos por el agua escurrida, pasó la tela suave por sus dedos y su tobillo. Pero toda su concentración ahora estaba enfocada en cómo ayudar a Shirou.
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Hierro en Plata
FanfictionFue solo curiosidad que se extendió a cada año. Una figura que todos conocían, pero de la que nadie hablaba. Un conocido, un extraño, un amigo o un desconocido. Nada importaba ahora, sólo deseaba poder comprender que había debajo de esa red que no p...