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La vista de Olga Marie se fue desenfocando a cada segundo que pasaba, pero no le importó a ella, nada más importaba.

Solo con ver a aquel idiota abrir los ojos ya se sintió satisfecha.

Antes le hubiera gustado que alguien la apreciara y que la tomaran en cuenta, que la quisieran o que mostrasen interés genuino en su persona.

Shirou fue la persona que hizo todo eso y más.

Un primer amor.

Una sonrisa tosca salió de la boca de Olga Marie, sintió algo que caía de su rostro.

No eran lágrimas.

―Ah... ―Olga Marie alzó su mano y tocó su nariz, estaba sangrando sin parar, una pequeña tos salió de su garganta y pocos segundos después una bocanada de sangre salió al igual que de su nariz.

― ¡Marie! ―Olga Marie sonrió, sonrió como nunca lo había hecho.

Palabras tan amables, incluso si fuesen un grito o un insulto, si fuese de Shirou estaba bien.

Shirou mostró esa preocupación por ella, pero por más que esto fuese egoísta de su parte, el ver como Shirou sufría por ella en cierto sentido la hizo feliz.

Alguien la reconocía.

La mirada desesperada fue lo último que vio Olga Marie cuando empezó a cerrar sus ojos.

Estaba cansada.

Los gritos de Shirou sonaban de fondo, pero de igual forma Olga Marie solo podía escuchar casi un susurro incluso si Shirou estaba frente a ella, era como si incluso sus oídos estuvieran cerrados.

Ah... Olga sintió el líquido caer también de sus oídos.

¿Qué había pasado al final?

...

Una sonrisa, Shirou solo pudo quedarse quieto cuando abrió los ojos y contempló aquella enorme sonrisa en el rostro de Olga Marie.

Una sonrisa de felicidad absoluta.

Aquella sonrisa que había estado buscando ver por tanto tiempo, ¿había estado a su lado siempre?

¿Por qué?

¿Por qué Olga Marie sonreía a así cuando no había hecho nada por ella?

El rostro de Olga Marie se acercó y Shirou sintió el cálido contacto.

Un beso.

Una muestra de amor inocente y puro, algo que se demostraba ante un simple deseo de mostrar afecto.

Un beso boca a boca que fue delicado y corto. Los ojos de Shirou se abrieron, el sabor que no existió, un gusto dulce y encantador, casi embriagador, como si hubiera estado esperando esto, pero no lo había logrado comprender hasta ahora.

Todo pensamiento se cortó cuando la fuerza de Olga Marie mermó de golpe y el sabor dulce que antes había estado en su boca se transformó en un sabor metálico y conocido para él.

Sangre.

Olga Marie cayó en su pecho con una sonrisa mientras que la sangre caía por todos lados, sus ojos, nariz y boca, incluso sangre de sus ojos.

Por primera vez Shirou sintió algo que creció y se formó en su pecho, fue algo que no entendió algo que le hacía retorcerse y casi sentir ganas de correr, algo que hizo que no pudiera quedarse quieto solo viendo y abrazó con fuerza el cuerpo de Olga Marie.

¿Era esto el miedo?

¿Miedo a perderla?

Romani corrió hacia la dirección de Shirou cuando vio como el hombre recién despierto empezó a temblar, fue la primera vez para Romani que vio aquella reacción por parte de Shirou.

Hierro en PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora