33. La mentira es la verdad más agradable

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Este capítulo está dedicado para djLeylak gracias por ser la única en responder mi pregunta.

CAYDEN

—¿Señor? — habló la mujer dubitativa.

Alcé la vista de los papeles que hasta hace unos segundos leía: cuentas, contratos, impuestos. Fela me miró nerviosa, el movimiento de sus manos y el temblor de sus labios reflejaban claramente que no sabía cómo tratar algún asunto.

—Lo buscan. — soltó unos segundos después.

—¿Quién? — pregunté, ocasionando que sus nervios fueran a flor de piel. No sé por qué, si no soy un tirano jefe.

Mi asistente abre la boca Dispuesta a responder, sin embargo, antes de que si quiera un sonido salga de sus cuerdas vocales, alguien empuja la puerta y entra con una expresión que indica "regresé, como prometí".

—Vaya, que desagrado verte aquí. — digo sin la mínima pizca de arrepentimiento, — Déjanos solos, por favor Fela.

La mujer asiente la cabeza, al mismo tiempo que sale del despacho.

Regreso la mirada al agente en espera a que diga algo, pero el muy imbécil solo sonríe de lado, como si supiera algo que yo desconozco y admito que eso me molesta, aunque mantengo un semblante sereno.

—¿Que te trae por aquí? Ahora, ¿de qué vas a acusarme? ¿Qué harás para chuparle los huevos a Sullivan?

—Tu esposa es muy bonita. — inicia sin moverse del lugar donde está parado.

—Eso dicen.

—Solo un imbécil la engañaría. De verdad, es hermosa, tiene un trasero de asombro.

—Lo se, no es fácil abarcar, al menos que tengas unas manos grandes. Algo que por lo visto tú no tienes, ¿de que número calzas?

—Du bist ein Hurensohn. (eres un hijo de puta)

—Nein, ich bin der Sohn einer großartigen Krankenschwester. (No, soy hijo de una grandiosa enfermera)

Regreso mi vista a mis documentos, lo que tenga que decirme me tiene sin cuidado.

—Eres tan desgraciado como Björn. Un maldito narcotraficante.

—Entiendo tu disgusto con mi primo, piensas que vende drogas, pero no entiendo tu disgusto ni tú obsesión conmigo, yo no hago eso. Mi casino es tan legal como tu estúpido trabajo, incluso más.

Se rio como su hubiese contado un chiste.

—Claro, prostituir a tus chicas y estafar a los pobres hombres incautos es muy legal. — resopló molesto.

Ladee una pequeña sonrisa de lado, negando sin despegar mi atención a los documentos.

—Yo no prostituyo a nadie. Mis chicas solo son camareras, si quieren o no acostarse con alguien es su decisión. Y con respecto a los pobres incautos, yo no los obligó a venir y apostar su salario de la quincena, ellos solos toman esas decisiones. Ganen o pierdan, es cuestión de la suerte no mía.

Se acerca lentamente, como si buscará postergar un poco algo que anhelaba, llenarse los huevos que le faltan de satisfacción.

—Esta vez no te saldrás con la tuya. Es una lástima que tu esposa deberá irte a ver a los separos, porque me aseguraré que no salgas de ahí.

—¿De verdad? — fingí sorpresa — Oh no, ¡me pudrire en la cárcel! ¡Pobre Raquel!

—Quizás, ella se busque a otro. Yo podría generosamente ayudarla.

Secuestro ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora