Capitulo 2

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-¡Sandra!, ¿que quieres para cenar?- pregunta mi padre.

-Mmm... ¿Una pizza?

-¡No!, mejor una ensalada. Además, hoy estamos sólos.

Para que me habrá preguntado, si siempre hace lo que quiere.

Enciendo mi ordenador, y miro una carpeta abierta. No recuerdo haber dejado nada abierto. Como soy tan cotilla, me decido a mirar, al rato de ver que en la carpeta no hay nada, me acuerdo de que es del trabajo de mi madre.

Miro el correo, y veo un email de ella en el que pone "Fotos'15". Me decido por abrirlo y en lugar de fotos veo un documento.

-¡Sandra, ya está la cena!- grita con gran entusiasmo mi padre

-Ya voy

Me dirijo al pequeño salón de mi casa y tomo asiento, mi padre saca un cuenco de esa dichosa ensalada, él dice que esta para chuparse los dedos y que ha puesto todo su esfuerzo. Aunque todos sabemos que es comprada.

-Gracias papá- le digo en el momento en que me la sirve.

-De nada, bueno, ¿que tal te ha ido el día?

-Bien, normal, como siempre.

Estos son los momentos en que desearía que la televisión estuviese encendida, así me libraría de esas dichosas conversaciones. Pero no, mi padre como gran trabajador, empresario y político que es, prefiere seguir las normas de mi gran profesor de lengua, bueno eso de gran profesor, no tiene mucho. Todo el mundo lo odia desde que decidió hacer una reunión con los padres para explicarles que sus hijos tienen que hacer un puñetero trabajo sobre la familia, que consistía en comunicarnos entre nosotros. Y por eso deberíamos apagar la televisión o televisor, como diría él, en las horas de las comidas.

-Sandra, ¿Estas bien?

-Si...

-No lo parece...

-¿Puedo poner la tele?- le interrumpo antes de diga algo más

-Sabes que no podemos.

-Por poder, podemos. No hace falta cumplir las normas de Faustino a rajatabla.

-No se... Me apetecía hablar contigo.

-Ya he hablado contigo. ¿No te vale?, además te estas perdiendo las noticias, y seguro que todos los grandes políticos, empresarios y grandes trabajadores como tú, no se las están perdiendo

-Primero, se dice gran trabajador, empresario y político; y segundo, no es por mi, es por ti, y tu deber. ¿Que pensaría tu profesor?

-Vale, vale... Lo he entendido.

Cojo el tenedor y pincho un trozo de lechuga. Al rato de ver lo aburrida que es esta situación entre mi padre y yo, decido levantarme y llevar mi plato a la cocina.

-¿Ya has terminado?

-Si.

-Pero si no has comido nada.

-No tengo hambre- me voy lo más rápido para que no diga ningún comentario estúpido.

Abro la puerta de mi habitación y decido tumbarme en mi cama. Diez minutos más tarde recibo un mensaje de Claudia, me decido por no contestar, pero ella acaba por llamarme.

-¿Que tal preciosa?

-Estoy cansada, ¿podemos hablar mañana?

-Uy... ¿Que te ha pasado?, esta no es mi Sandra

-Mañana te cuento

-Vale, hasta luego

Cuelgo el teléfono y lo dejo encima de la mesita de noche.

Oigo cada vez más fuerte el ruido de las ramas de los árboles. Intento correr para que él no venga a por mí, me detengo por un momento debajo de una roca para que no me pueda ver. Un cabello moreno, de fuerte musculatura, se detiene ante mi búsqueda, gritando mi nombre, pero no le hago caso. Tengo miedo, y veo como sostiene en su mano una cuerda...

Oigo el ruido de la puerta, y a mi padre llamándome para despertarme. Miro la hora y me doy cuenta que son las ocho.

El Miedo De SandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora