Miré la hora en mi despertador en cuanto el sol estaba en su maximo punto y la cortina no cubría lo suficiente los rayos solares. Estuve pensando toda la noche, y no había dormido ni un poco, simultáneamente se habían hecho las 10 am. Sin embargo, hoy era sábado. El peor día de mi semana, ese en el que no tienes nada que hacer, solo dormir y como mucho hacer quehaceres en la casa. Sin embargo, con Gretta en casa eso ya no era algo que hiciera con regularidad.
Las palabras del castaño estuvieron martillando por mi mente toda la madrugada. Sentí decepción pude ahorrarme años de dolor innecesario. De cierta forma fue mi culpa, porque terminé dependiendo emocionalmente de la única persona que me había dado su apoyo. Y me odié a mí misma por no aprender que la dependencia emocional era una mierda.
Decidí retirar las sábanas de mi cuerpo, y sentarme en la cama. Caminé lentamente hacia mi baño, mirando las grandes manchas moradas debajo de mis ojos consecuencia de mi insomnio. Lavé mis dientes y mi rostro con paciencia, no tenía muchas ganas de ducharme en lo absoluto, me dirigí a la cocina encontrándome una nota de papá que decía que estaría todo el día fuera, por un caso de un recluso estaba por abrir juicio dentro de poco.
En ese momento no agradecí la soledad, pero la acepté. Hoy era uno de esos días en los que ahnelaba el bullicio de mi padre moviendo algunas ollas en la cocina, contándome de sus casos que habían sido un completo éxito o simplemente tenerlo en casa. Aunque nuestra relación no fuera a base de abrazos —debido a mi rechazo a ello—, se basaba en acciones.
—¿Qué tal estás, cariño?—saludó Gretta con una sonrisa, mientras colocaba un par de platos en la isla de la cocina.
—Estoy bien—mentí, dirigiéndome al gabinete para sacar un par de vasos—. ¿Tú qué tal? ¿Dormiste bien?
—Supongo que mejor que tú, corazón. —sacó la jarra de la nevera, asimismo, ponía los huevos revueltos sobre un plato en el mesón.
—¿Tanto se me nota?
—Val, cualquiera con dos dedos de frente y algo de sentido común puede notar que no has dormido ni una hora—respondió con una mirada preocupada, mientras tomaba asiento frente a mí, sin despegar sus ojos de mí.
—Es algo complicado—murmuré jugando con las tostadas. Mi apetito se había ido de sabático esta mañana.
Pese a que el olor del desayuno era fantástico, llevarme un trozo de pan a la boca me parecía algo más que una misión imposible.
—Tengo más años de los que quisiera, puedo parece un lindo tulipán, pero en realidad ya soy una de esas flores que les dan a las abuelas por su cumpleaños. —bromeó un poco—. Así que supongo que tengo la experiencia para saber qué tan complicado es.
Estaba algo indecisa, estaba la opción de contarle, o simplemente callarme. A pesar de haber llevado un poco más de seis meses conviviendo con la señorita Gretta, no habíamos sido cercanas más allá de un saludo y una despedida. No obstante, quería que alguien ajeno a mis pensamientos y con postura imparcial opinara. Por lo que le conté lo más relevante.
«Y justo ahora tengo un lío enorme en la cabeza, pues quiero actuar de forma madura»
—Tienes dos opciones—enumeró con sus dedos, mientras apoyaba sus codos en la mesa, inclinando su cuerpo hacia delante—. Puedes simplemente, ignorar todo y dejar ese asunto sin resolver. O oírlo... —estuve a punto de refutar—. Sin interrumpirlo, y sin juzgarlo de forma apresurada.
—De ser así, ¿Por qué nunca me lo dijo antes? —interrogué algo hastiada, no de ella, de él y todo lo que acarreaba—. ¿No era suficiente como para recibir su honestidad?
—No se trata de ser suficientes o no, cariño. Se trata de las circunstancias, ¿Has pensado en si verdaderamente tuvo un buen motivo. ¿O por qué cambiaría tan rápidamente de opinión para no llamarte ni una sola vez? Dime, ¿En serio crees que tiene coherencia que un día quieras a alguien con fervor y que al siguiente tus sentimientos desaparezcan?
Ella tenía un punto, pero, ¿Por qué debía ser yo la que le buscar una respuesta a las actitudes de mierda que tenían las personas conmigo? o es que acaso no tengo derecho al menos una vez a mandarlos al demonio a la primera que deseen herirme.
«—¿Sabes qué hay aquí, corazón? Un gran hoyo de comunicación. —se sinceró, mientras negaba—. No podrás avanzar si sigues sufriendo por un ciclo que no ha sido cerrado. Ayer ese chico vino por ti, y quería hablar, y si eso es lo que quiere, hazlo; escúchalo. Pero si luego de eso aún quieres dejarlo ir, déjalo, siempre y cuando tú y tu corazon se sientan en paz. Porque nada puede ser más importante que tu tranquilidad, recuérdalo—me señaló con el dedo índice, se levantó de su asiento con tranquilidad, justo antes de retirar los platos de la mesa.
Definitivamente nos debíamos una charla, la de ayer fue un reencuentro de adolescentes, que era claro que la necesitábamos. Pero justo ahora, debíamos ser más maduros y afrontar las cosas.
—Gracias, Gretta. Por apoyarme justo ahora—le di una mirada de agradecimiento, obteniendo un una sonrisa sincera.
—Sé que no hemos tenido la oportunidad de convivir, pero espero que sepas que además de ser su empleada, puedo ser muy buena compañía.
—No lo dudo—respondí con una sonrisa ladeada.
—Ahora ve, y habla con ese chico, y no pierdas la oportunidad de vivir una vida plena.
Asentí con la cabeza y subí a mi recámara poniendo mis pensamientos en orden, lo tenía todo claro.
Hablaría con él, y solo deseaba oír la verdad.
Busqué mi celular en la copia de seguridad, el número de Jake. Rogué al cielo que hubiera mantenido su número estos 5 años.
—¿Hola? No sé quién seas, pero estoy realmente ocupado—escuché su voz grave y algo cansada al otro lado del teléfono. Haciendo que mi piel se erizara. Solté el aire que había retenido, pues el número seguía siendo el mismo y agradecí eso.
—Lo siento; llamaré luego—fue lo único que pude decir, estaba avergonzada.
«Tonta, tonta, tonta»
—¿Valerie? —inquirió sorprendido y con rapidez—. Espera, espera. No tenía este nuevo número, voy a agendarlo sino te molesta.
—En lo absoluto.
—Bien... listo—hubo un pequeño silencio incómodo entre nosotros, supongo que fue debido a su revelación anoche. Aunque no duró demasiado pues, yo tenía un propósito, por algo decidí romper la ley del hielo por mi lado.
—Jake, ¿Estarás ocupado hoy por la tarde?
—No—respondió con prisa—. La verdad es que no
Juro que pude oír a alguien bramar ante la respuesta del castaño
—¿Crees que podamos hablar?—pregunté mordiendo el interior de mi mejilla, con algo de ansiedad
—Claro, puedo recogerte en tu casa e ir a un lugar para hablar con más tranquilidad —propuso, haciéndome dudar, de igual manera no me negaría—. Solo dame un par de horas, estarás bien con ello?
—Bien, igual necesito algo de tiempo para prepararme—confesé, moviendo mi pie de un lado a otro
—Puedo esperarte.—respondió con un suspiro. Sentí algo de nostalgia en cuanto pronunció esa frase, pero decidí ignorarlo, por el bien de ambos.
La llamada finalizó, por lo que comencé a poner en orden todo lo que le diría, ya que esta seria la charla más importante y definitiva para nosotros.
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Baby, why?
Teen FictionValerie Gamble siempre soñó con un amor de película. De esos de los que te hacen suspirar en su primera cita, de los que te hacen creer que el amor si te da la felicidad, ella quiere tener la típica cita cliché en donde el chico la lleva al cine y f...