IX: FUEGO

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— Nunca en su vida se ha puesto así. Evitemos que se vuelva a repetir, Su Alteza.

Daenerys fue expresiva. El regaño de Lord Varys es más que razonable. Un rey o una reina puede beber lo que quieran, pero la reina estará en unos días liderando un ataque a Desembarco del Rey y no sería una buena vista ver a la Madre de Dragones ebria montada en su dragón.

Sansa se había despertado muy temprano esa mañana, nunca le ha parecido extraño que Daenerys sea la primera en despertar de las dos, sin embargo, ese no fue el día. Mientras recorría las cortinas gruesas en colores rojo y negro para cubrir los ventanales, esperaba a que al menos se escuchara un gruñido por los ruidos. Ni eso. Ya cuando llamó a Gaia y a Sara para el agua de la tina, la reina seguía sin despertar y sin cambiar de posición en la cama. Entró en pánico. El tema del envenenamiento lleno su cabeza de miles de teorías que solo la ponían más nerviosa conforme los minutos pasaban hasta que se acercó a su esposa para moverla boca arriba. Puede que haya sido el alcohol lo que provocó que despertara tan tarde y con dolor de cabeza, pero Sansa tuvo miedo por la vida de Daenerys.

Ha estado viendo a Lord Tyrion desde que entró a sus aposentos. Él se sorprendió de ver a Daenerys buena y sana en la cama sentada con la espalda contra las grandes almohadas de plumas ¿Qué quería que pensara de él después de aquel "juego de quién bebe más"? Fue una gran falta de irresponsabilidad de embriagar a la reina con ese maldito coñac extranjero.

— Me disculpo por mi insensatez, Su Alteza, no debí inducirla a algo a lo que no está acostumbrada. — Tomó la palabra Lord Tyrion sin dejar escapar el rastro de sorpresa ¿Tiene miedo de que Daenerys lo castigue por haberla embriagado? No entiende su reacción. — Y a Su Majestad por haber causado su preocupación y miedo. — Él la miró por breves segundos antes de bajar la mirada.

El Maestre que atiende en Rocadragón es joven, mucho más joven que su hermana, pero ha demostrado tener experiencia en medicina y remedios. Se ve cansado con partes del cabello castaño amarrado a una cola sueltos frente a su rostro. Él se encuentra en la habitación. Ha entregado en una copa trozos de carne de cordero con vinagre y jugo de pepinos encurtidos. Una asquerosidad, aunque asegura que es bueno para reponer a la reina en cuestión de unos minutos.

— No se preocupe, Lord Tyrion, — Daenerys tosió levemente llevándose una mano a la garganta. Las yemas de los dedos rozaron apenas el cuello. La voz de la reina es rasposa, tiene dificultad para hablar. — pueden retirarse sin preocupación. Es sólo una curda que no volverá a suceder. No quiero darle más sustos a mi esposa.

Lord Varys se retiró, Sansa notó a Tyrion viendo a Daenerys con ojos temerosos y sorpresivos a la vez antes de retirarse a paso rápido. Escucha la arcada de la reina quejándose por el mal sabor de la bebida que le han proporcionado. Abelon se acerca con una cubeta de madera y Sansa tiene hacer la vista a otro lado para no mirarla vomitar. Los Maestres pueden que estén acostumbrados a esas cosas, pero ella no. Cuando terminó de vomitar volteó hacía la cama nuevamente viendo a Daenerys escupiendo dentro de la cubeta que sostenía el Maestre Abelon para ella.

— Que extraño. — Dice él viendo al interior de la cubeta para nada asqueado.

— ¿Sucede algo, Maestre Abelon? — Sansa se acercó lo suficiente a la cama tratando de ignorar el contenido de la cubeta. La reina no parece mostrar interés en lo que ha dicho, solo se queja con los bien cerrados.

— Esto...

— ¡No! ¡No quiero ver! — Se tapa los ojos antes de que el Maestre le enseñe el contenido. — Sólo dígame lo que le parece extraño.

Su Reina [DAENSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora