CAPÍTULO 25

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Sábado 18 de abril

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Sábado 18 de abril.

Shara.

Me miro al espejo por última vez confirmando que mi vestimenta es adecuada, una falda plisada blanca y un top azul, junto con unas botas altas blancas. Bajo las escaleras en dirección a la cocina, mama se dirije a mi en cuanto me ve.

—Buenos Días.—Saluda colocando un tazón de frutas sobre la isla.

—Buenos Días—Respondí sentándome frente al tazón.

Desde ayer las cosas han estados tensas, la comunicación con mi madre es corta casi no se inmuta en hablarme, anoche cuando llegamos solo subió a su habitación, mi padre me detuvo por un largo rato, tuvimos una charla reconfortante, hubo melancolía, tristeza, arrepentimientos de todo un poco.

—Saldré hoy.—Comente tomando el cubierto, ella siguió en lo que estaba sin mirarme.—Con Alexander.—Se detuvo un momento y me miro de reojo.

—Está bien.—Se paseo de la nevera a la estufa.—¿A donde irán?.—Preguntó volteando para mirarme.

—No lo sé.—Clave el tenedor a la uva.—Dijo que seria una sorpresa.

Asintió y el sonido del timbre nos hizo voltear a la dirección proveniente de ruido.

—Yo abro.—Caminó hasta la puerta, seguí comiendo y unas voces se comenzaron a escuchar.—Shara.—Hablo mi madre detrás de mi.

Gire mi vista encontrándome de brazos cruzados con Alexander parado al lado de ella, vestía un pantalón crema y una camiseta blanca.

—Hola.—Dije levantándome para saludarlo.

Mi madre nos observó y volvió a su tarea de seguir preparando el desayuno.

—La quiero sin ningún rasguño.—Advirtió mi madre.

—No se preocupe, la cuidare bien.

Me acerque a mi madre y deje un beso en su mejilla y salir hacia el auto con Alexander, comenzamos a recoger las calles mientras la música suave resonaba por todo el auto, estuvimos en silencio desde que comenzamos el viaje, no era incómodo, era reconfortante y necesario.

Nos adentramos a un puerto donde se resguardaban barcos de lujos, mire todo, sorprendiéndome por lo hermosos que se veían, lo admito, amo el lujo. Nos detenemos y un hombre sale de la caseta de seguridad, alexander rodea el auto y me abre la puerta ofreciéndome su mano cuando bajo.

—Señor Alexander.—Saludo el señor.—Está todo listo como lo pidió.

—Gracias.—respondió, caminamos detrás del hombre quien nos empezó a guiar  al muelle.—Sube con cuidado.—Me dijo cuando coloque el pie en las escaleras del yate.

El señor se retiro y Alexander comenzó a arreglar todo para conducir el yate.

—Debiste decirme.—Me acerque a la cabina de capitán junto a él.—Así habría traído ropa adecuada.

CADENAS DE PLACER. [#1] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora