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Win 24 años

Hay muchas cosas que no sabía que me gustaban, hasta que llegó Bright y descubrí que me gustaban.

O hay cosas que me gustaban desde hace tiempo pero por miedo no las aceptaba, hasta que llegó Bright y me hizo aceptarlas.

Una de ellas es el gusto por la lectura extraña, seductora, atrayente y confusa; sobre todo seductora. Y con eso no me refiero a libros eróticos, sino a ese tipo de lectura tan turbia y perturbadora, con un lenguaje lujurioso que llega a hacerte sentir tantas emociones, tantas sencasiones que no se pueden comparar con nada, te llevan a la cúspide del éxtasis y te hacen sentir tan bien pero a la vez tan mal porque sabes que está terrible.

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-lita: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del
paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.

Bright, pecado mío, alma mía.

Así como Humbert Humbert adoraba a su amada Lolita al punto de la locura y desesperación, era exactamente la forma en la que me describía. A veces me siento estúpido por la forma mía en dirijirme a Bright en mis pensamientos.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de
estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela.
Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

En mis brazos, siempre era Bright, Bright y solo Bright.

Era Vachirawit cuando iba a trabajar, Baii cuando estaba con sus amigos, Vachirawit Chiva-aree cuando su familia se dirija a él mediante cartas. Pero para mí, Bright siempre era Bright, cuando me besaba lo era, cuando me tocaba lo era aún más y cuando hacía berrinche con su labio inferior asomándose en una pequeña curva hacia afuera, sus ojos haciéndose un poco más grandes pero a la vez encogiéndose y su postura dócil hacia mí, era mi novio, el chico que amaba.

De repente me pregunto, ¿Cómo es que podría yo identificarme con un depravado como Humbert Humbert? Un pederasta de 40 años quien se enamora perdidamente de Lolita, quien en ese entonces tenía 12 cortos años de vida. Ni siquiera imaginé leer ese libro quien según lo que había escuchado, aún no era distribuido por todo el mundo debido al nivel de erotismo y conductas que hay, se le considera un libro inmoral; pero por alguna razón Bright lo tenía en los estantes de su cuarto junto a otros libros igual de polémicos y controversiales.

Pero aunque no me gusta verlo de esa manera, por más depravado que fuera, Humbert sentía amor por Lolita, no todo era mediante el deseo de tener a una niña pura, inocente y delicada entre sus brazos. Está claro que esto es una historia de abuso narrada por el abusador, cosa que para algunos resulte repugnante o incómoda ya que estamos acostumbrados a escuchar la narración por parte de la víctima, pero el problema aquí es que cuando la víctima cuenta, nadie le cree nada. En cambio con el abusador todo el mundo pide por escuchar más.

Creo a las personas no les gusta la novela no por el nivel de erotismo o lo seductora que puede ser, creo que no les gusta porque no quieren aceptar que Humbert es un abusador por la forma tan dulce, tierna y llena de amor en la que se refiere a Lolita. No es una historia de amor, eso está claro, pero es una historia de abuso que el abusador ve como una de amor.

En mi caso. Yo sentía tan mal cuando amaba a Bright, no me sentía como un depravado, me sentía como un pecador. Un pecador que por más que sabe que está cometiendo el peor de los pecados, sigue haciéndolo porque el placer es el máximo.

El amor que le tengo a Bright es tan grande y absurdo como el que el señor Humbert Humbert le tiene a la niña Lolita.

Y creo que ya descubrí el porque mi comparación con Humbert. Es porque a fin de cuentas, él y yo somos un poco iguales.

Ambos somos unos pecadores.

Infierno | BrightWin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora