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Quizás despertar con los brazos de la persona que amo dejándome sin aliento sería una buena idea para vivir el resto de mi vida.

A estas alturas, Bright seguía teniendo miedo de que me fuera de su lado. Este idiota aún no es conciente de que lo amo con toda mi vida y que llevamos poco menos de dos años estando juntos.
Son pocas las veces que me quedo a dormir con él, pero cuando lo hago, me aprieta tan fuerte contra su cuerpo como si fuera a escapar.

Imbécil, ¿Cómo puedo irme si me tienes tan aferrado a ti?

—¿Te tienes que ir tan temprano? - pregunta con su voz adormilada cuando logro separarme de su agarre.

—Si no llegó al desayuno...

—Tu papá te encerrará en tu cuarto un día entero, lo sé. - completa lo que iba a decir.

Algunas veces que llegaba tarde, mi padre se enojaba tanto que me dejaba un día entero encerrado en mi cuarto sin poder salir. Pocas eran las veces que me llevaba de comer por lo que no quiero pasar por eso de nuevo.

Sin la comida no soy nada.

—Lo siento. - dejo un pequeño beso en su mejilla.

Eso hace que cambie su estado de ánimo porque ahora está sonriendo ampliamente.

—Está bien, ve.

Esto no se sentía nada bien, siempre odié las despedidas, y aunque sé que esto no es una despedida como tal, podrían pasar hasta semanas o meses para volver a vernos. Tenía miedo de que Bright llegara a hartarse, que un día simplemente mande todo a la mierda y me deje solo.

Siento sus manos en mi cara acercándome a él y deja un beso en mis labios.

—En serio está bien.

Su voz suave logra calmar mis nervios y su mirada que no logro decifrar hace que me sienta cálido.
Sé que no está bien, pero logro calmarme un poco.

Vuelvo a mi casa colandome por la ventana de mi cuarto, subiendo gracias a los ladrillos que están lo suficientemente salidos como para sostenerme de ellos y trepar un poco hasta mi habitación

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Vuelvo a mi casa colandome por la ventana de mi cuarto, subiendo gracias a los ladrillos que están lo suficientemente salidos como para sostenerme de ellos y trepar un poco hasta mi habitación.

Cuando entro, me quito los zapatos sin percatarme de la presencia que me veía atentamente hasta que escucho su voz llamándome antes de quitarme la camisa.

—¿En dónde estabas? - por suerte era mi bb hermana, la mayor de todos. Pero aún así tiene sus cejas fruncidas y sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Dios, me asustaste. - es lo primero que sale de mis labios que mis cuerdas vocales pueden emitir.

—Y tú a mí, pensé que eras un ladrón, estaba a punto de lanzarte esto. - señala su zapato de tacón y vuelve a colocarlo en su pie.

—¿No llego tarde, cierto?

—No, no llegas tarde. Mamá aún está preparando el desayuno. Diez minutos más tarde y realmente estás muerto.

Infierno | BrightWin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora