Ciudad de porcelana (cuento)

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Entre las nubes, más allá donde tus ojos no alcanzan a mirar, existe La Ciudad De Porcelana. En ella habitan pequeños seres todos hechos de porcelana, con los mejores atuendos y estilos que pueden existir en el mundo entero. Su riqueza es enorme pues al ser de porcelana no pueden consumir alimentos y tampoco necesitan tomar agua o tener que ir al médico cada fin de mes, pues se dice que por dentro son huecos y no pueden padecer enfermedades.

Tienen tanta riqueza que tienden a buscar en que invertirla. Es por ello que siempre usan sus mejores galas sin importar si es verano o invierno, generalmente veremos a los habitantes de la ciudad de porcelana vistiendo grandes, caros y peludos abrigos. Vestidos de seda de colores que contrastan con la blanca nieve o el verde de la naturaleza. Sombreros gigantes posados en la cabeza, cabezas que según se dice no tienen rostro.

Estas criaturitas glamurosas que pasean por toda la gran Ciudad De Porcelana solo se fijan en una cosa; hacer más grande sus bolsillos para vestir de gala cómo si de un concurso se tratase. -A nadie le importaba si su amigo la semana pasada murió quebrado a causa de un golpe- lo único que le interesaba a cada uno era sobresalir.

Bueno en realidad a casi todos, excepto por una pequeña pieza de porcelana que buscaba con ansias su origen.

-Buenos días -saludaba a cada habitante que se cruzaba en el camino- ¿Cómo está -preguntaba.

Y así, iba intentando encontrar alguien que se preocupara por los demás tanto como ella.

Hasta que un día llegó una sorpresa a su puerta. Quizás haya sido pesadilla para otros, pero para ella fue una bendición de quién sea que haya tenido la maravillosa idea de crear su mundo.

Sobre el blanco piso de porcelana se hizo una gran grieta que abrió pasó a la vista del mundo humano, donde esta pequeña criatura quedó ensimismada pensando:

-¿Qué es eso blanco que muestran estos seres al estirar esos elásticos rosados? ¿Por qué la grieta que hacen con los elásticos rosados alrededor de las canicas de colores vuelven ala normalidad cuando los mismos elásticos se relajan?

Con suerte, esos seres misteriosos -que acababa de descubrir- hablaban su idioma. Su curiosidad por los humanos fue tan grande que se dispuso observarlos por días enteros.

Observando atentamente se dió cuenta que cada una de las partes en la cabeza de los humanos tenía un nombre, y a su vez una función; dentro de ellas indicar emociones. Por ejemplo, cuando un humano estaba triste, de sus ojos brotaba un líquido cristalino llamado lágrimas, por el contrario cuando se sentía feliz sus labios dejaban ver unos hermosos dientes blancos y un sonido que provenía de su garganta.

La criatura de porcelana convenzo a envidiar a esos humanos, pues al no tener rostro no podía mostrar lo triste que se sentía llevar una vida tan simple.

Con el tiempo fue conociendo otras formas de representar emociones; en realidad el arte fue lo que le cautivó. Así que pintó y pintó hasta que deseó poder hacer más que solo lienzos, tomó un frasco de pintura y un pincel muy delgado para con ellos comenzar a trazar una reluciente cara feliz sobre su cabeza. Se sentía feliz, tan feliz que quería mostrar al mundo de porcelana que tenía un rostro.

Quería que todos se fijasen en su peculiaridad, en la peculiaridad de sus emociones, no en la peculiaridad de su atuendo y bienes. Eso era todo, mostrar al mundo que era libre de sus propias debilidades. Porque no es malo mostrar emociones, las mismas son parte de vivir, entonces, ¿Por qué esconderlas? Sin embargo, para el mundo de porcelana fue una aberración su nueva obra de arte ¿Cómo iba a ir por las pulcras calles ensuciando con la pintura de sus emociones? Era inaudito. No podía.

A nuestra pequeña criatura de porcelana no le quedó más remedio que huir, aunque no siempre huir es malo. También es reparador.

La pequeña criatura de porcelana después de salir huyendo de esa ciudad sin sentimientos, fue a vivir al mundo humano. Ahí podía diariamente pintar su cabeza al molde de sus emociones, era libre de expresar lo que sentía y lo disfrutaba.

Esta historia no es ningún invento, realmente existe la ciudad de porcelana y dentro de ella quizás hayan criaturas que quieran seguirme. Sí, seguirme. Porque yo fuí esa pequeña sin rostro, aquella frágil criatura de porcelana.

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