A dormir

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Mi respiración adormecida,
piensa que ella está en paz.
Realmente lo quisiera, más no es así.

Tú, ve a la cama.
Anda, duerme que mañana desaparecerá,
mañana todo estará pulcro como el blanco.
Bueno, quizás solo la ocasión.

Por favor, por cada suspiro piensa en mí.
Por cada marca de amor, llora.
No. No te hará más débil,
Al contrario, serás mi héroe.

¡Debes ser como cien mil dientes de león!
Volando en dirección al viento,
viento que va en dirección a sus sueños.

A tus sueños rotos,
que sacrificaste por mí.
Y también tus cristales plateados de sal,
porque lo único malo está detrás de tí.

Maldad es la máscara de aquel señor,
señor que se alimenta de jugo carmesí,
que saca de costales de carne y huesos,
también de sueños y anhelos.

¡Te dije que vayas a la cama!
Gritaste rompiendo mis tímpanos.
Deberías ir tú.

Yo solo soy espectador,
espectador de una obra sin fin.
De la obra sin suspiros ni latidos.
Es que aquél señor, te mandó a dormir.


—El señor de la máscara no tendrá un final feliz. Se encontrará en el olvido, llorando y rogando por sus ganas de vivir.



Poesía de el cielo azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora