6. Debería irme

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OLIVIA

De acuerdo, el chico me asustaba un poco, pero todo dentro de mí gritaba que me arriesgara. Quería verlo, no quería quedarme con la curiosidad de lo que podía haber sido. A fin de cuentas... ¿qué es lo peor que podía pasar? Así que cuando recibí un mensaje de Cedric el penúltimo día antes de irnos de vacaciones de Navidad, no me lo pensé dos veces y acepté verlo. Sí, este chico sabía más de cuatro cosas, y hasta sentía que había esperado al último instante para que no tuviera opción de decir que no. Es como... de acuerdo, no nos veremos en un par de semanas, tenemos que aprovechar.

Esa noche quedamos en la parte trasera de mi edificio, que no era mi habitación y por así decirlo no estaba siendo demasiado directo, pero a la vez estábamos lo suficientemente cerca como para subir si nos apetecía. No me importaba quedar con él en un parque oscuro, yo así lo quería. Primero, porque era lo suficientemente privado para las intenciones de ambos y, segundo, porque así no corría el riesgo de toparme con muchas personas conocidas ya que era un lugar tranquilo, pero no muy frecuentado. Lo que no me esperaba cuando llegué allí era que Cedric me estuviera esperando con dos cafés. Vale, me esperaba un cigarro, quizás y con mucha suerte un poco de alcohol, pero no un café. Fue un gesto agradable de su parte y me invitaba a sentarme a conversar con él como viejos amigos. Así lo hicimos; hablamos sobre nuestras pelis favoritas, nos contamos historias graciosas y todo aquello sobre lo que se suele hablar en una 'primera cita' (si es que aquello podía llamarse así).

Era una noche de diciembre y estábamos al aire libre, era cerca de la medianoche y, aunque comenzaba a tener frío, me sentía tan cómoda a su lado que no me importaba en absoluto llevar una camiseta sin mangas. Esta no era como las otras veces, donde solo nos besábamos y él me miraba con cara de depredador. Esta vez sentía que realmente le estaba conociendo, o que al menos estaba compartiendo conmigo otra faceta de su personalidad. No dijo nada cuando pasó a sentarse un escalón por encima de mí para abrazarme y, aunque era un poco más incómodo para hablar ya que lo tenía a mis espaldas, no me importó porque estaba muy a gusto entre sus brazos. De vez en cuando lo sentía olerme el cabello, o apretarme más fuerte cuando corría una brisa y eso me hacía pensar que quizás yo sí que podía llegar a llamarle la atención de verdad al chico guapo de los ojos oscuros. Y me hacía sentir jodidamente bien. Hablamos de todos los temas, de esos que se suelen hablar cuando estás conociendo a una persona, de nuestras series favoritas, de los lugares que habíamos visitado, de música y evitamos tocar temas más polémicos. Supongo que en cierto punto no me esperaba este toque de tradicionalidad en él. Me relajé tanto que terminé recostando mi cabeza en su cuello. Aquello se sentía como lo más normal del mundo, como si nos hubiésemos conocido de toda la vida y fuéramos grandes amigos. Al cabo de un rato sus largos brazos dejaron de abrazarme. 

- Vamos -me dijo mientras se ponía de pie y tomaba mi mano -Estás temblando, ¿quieres mi camiseta?


- ¿Estás loco? ¿Y tú? -le dije en broma, aunque el solo ofrecimiento ya me gustaba bastante. No podía dejar de imaginar su torso desnudo y me picaba la curiosidad por decir que sí, pero no iba a hacer que pasara frío por prestarme su camiseta.

- No, gracias -sonrío tímidamente mientras nos adentramos en mi edificio. Sí, mi edificio. Intentaba no sentirme nerviosa y la verdad ayudaba bastante que estuviéramos riendo y hablando como viejos amigos. Oh, pero yo no quería ser su amiga, ni él el mío. Lo supe cuando dejó de caminar y se volteó para enfrentarme, ahora sí con la mirada salvaje y mis nervios regresaron. Se acercó a mí lentamente, mientras yo lo miraba y mordía mi labio inferior, retrocediendo hasta toparme con la pared.

No había nadie por aquellos pasillos y la verdad es que no me hubiera importado mucho.

- Es tarde, Oli. Debería darte las buenas noches e irme, ¿verdad? -su cara... oh, su cara era la del mismo diablo.

Más que un fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora