OLIVIA
Han pasado dos meses desde que lo vi por última vez. No voy a decir que he pensado mucho en él, porque la verdad no ha sido así, salvo el único par de veces que me ha escrito para mandarme a escuchar alguna canción o el otro par de veces que me he acostado con otros chicos mientras mi mente solo imaginaba que estaba con él. Las canciones no tenían nada de similar entre sí. Una decía básicamente que era mala y que me iba a arrepentir de lo que había hecho, y la otra hablaba sobre lo mucho que me extraña y que no puede sacarme de su cabeza, aunque va a ser fuerte y no volver a acercarse a mí. Vaya tío más bipolar.
Era el primer día del curso y estaba clara de que lo había superado. Dos meses sin verle ni escribirle, estando con otros chicos (incluso si no habían sido las mejores experiencias sexuales) me habían confirmado que hay más peces en el mar y que no tengo por qué conformarme con el tiburón. Me convenía más un pez más tranquilo, más acorde a mí. Por eso me sorprendí cuando mis ojos no hacían más que vagar por todos los sitios para ver si lo encontraban.
Ocurrió más tarde ese mismo día, cuando vi a Andreu y el resto de los chicos sentados en un banco del parque y fui a saludarles por educación. Era de noche y había poca iluminación, así que no fue hasta que caminé unos pocos metros en su dirección que me percaté de que Cedric también estaba allí. Joder. No sé cómo logré llegar hasta ellos con aquellas piernas que se me habían debilitado. Los chicos comenzaron a hacer bromas, lo que no hizo más que ponerme incluso más nerviosa de lo que ya estaba después de verlo. Comienzo a saludar uno por uno a los chicos y me doy cuenta de que ni siquiera me mira. Llega su turno y me acerco a él y entonces sí levanta la vista. ¿Me está mirando las tetas?
Su olor se me queda impregnado en las fosas nasales y hago un esfuerzo por terminar con todos los besos y no quedarme a abrazarlo. Cuando he terminado no se me ocurre qué decirles, así que me marcho con la excusa de que mi amiga me está esperando, lo cual también es cierto.
Me acerco a Zoe, que mantiene su vista a mis espaldas hasta que estoy a su lado y, solo cuando nos alejamos un poco, me dice:
- No te quita los ojos de encima.
Y un poco sí que tengo esa sensación de que un par de ojos oscuros me están mirando mientras me alejo de aquel lugar.
*****
No podíamos perdernos la primera noche de fiesta del curso, que suele ser la mejor. Nadie, y cuando digo «nadie» me refiero a NADIE de la universidad se la pierde. Por eso es que me sorprende tanto llegar al lugar y encontrar a todos sus amigos y no a el chico de los ojos oscuros. Pienso para mis adentros que así es mejor, no estaré mirándolo toda la noche y no me pondré nerviosa si siento que me mira. No me cohibiré de bailar con otros chicos y podré disfrutar muchísimo más la fiesta. Aunque no sé por qué tengo la sensación de que otros cinco pares de ojos me vigilan. ¿Por qué, joder? Si ya no tenemos nada. Nunca lo tuvimos.
No dejo de preguntarme el porqué de su ausencia. Es un chico al que le gusta salir también. ¿Qué motivo puede haber tenido para quedarse? ¿Otra chica, quizás? Por suerte, todo eso deja de importarme después del segundo trago y me dedico a disfrutar al máximo la mejor fiesta universitaria del año.
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Más que un fuckboy
JugendliteraturEl primer amor de mi vida era un hombre que me llenaba de vida en la cama, pero que me destrozaba la vida fuera de ella. A pesar de saber que involucrarme sentimentalmente con ese tipo de chico no me convenía para nada, no parecía poder salir de ese...