OLIVIA
Un par de días después seguimos celebrando a nuestra manera y el motivo es que hay que aprovechar los primeros días del curso, cuando aún no hay exámenes. Esta noche hemos estamos jugando dominó y bebiendo vino. Somos las mismas de siempre y Andy, que siempre se nos suma. Es otro más, como siempre digo. En ocasiones bromea y habla como otra chica más. En especial en noches como esta, cuando nos dedicamos a actualizarnos de todo lo que ha ocurrido en el verano. Vamos, una noche de chicas en toda regla. Desgraciadamente, lo necesitamos como cuarta persona en la partida de dominó.
Cuando ya llevamos un rato bebiendo y el juego deja de divertirnos, nos levantamos de aquella mesa y comenzamos a bailar en el balcón. ¿Qué importa que otras personas nos vean? Nosotras somos felices así. Reímos y bailamos, nos abrazamos y nos decimos lo mucho que nos hemos extrañado. La verdad es que la pasamos tan bien juntas que casi no me percato de que mi móvil está vibrando en mi bolsillo. El corazón se me para una milésima de segundo cuando veo que es él. Dudo sin responder y me alejo unos cuantos metros para hacerlo. Desde lejos observo cómo las chicas ni siquiera se han dado cuenta de mi ausencia. Es mejor así.
- Hola.
- Hola -me responde con un tono de voz bajo y me quedo esperando a que diga algo más. A fin de cuentas, es él quien ha llamado. No lo hace y me veo obligada a decir:
- ¿Cedric? Me has llamado tú. ¿Qué pasa?
- ¿Puedes bajar? Quiero verte -su tono de voz es tan bajo que pienso que puede estar bebido, pero no es tan grave teniendo en cuenta que yo también estoy bebida.
- Cedric, ya sabes que dijimos que... -me apresuro a responderle y me interrumpe.
- No va a pasar nada. Solo quiero hablar. Solo quiero hablar como amigos. Porque eso somos ¿no? Amigos.
- Sí, claro que sí.
Se hace un silencio en la línea y pienso que no va a decir más nada cuando me suelta:
- Solo dime si vas a bajar o no, Olivia.
Al contrario de lo que pensaba antes, su tono ya no me suena al de un hombre bebido, más bien suena a necesidad.
- Ahora bajo.
Y sin más, se corta la línea.
No digo nada cuando me pongo una chaqueta, me llevo un par de cigarros y bajo. Ellas tampoco me preguntan nada y yo se los agradezco mentalmente. En el fondo sabemos que terminamos contándonoslo todo, más tarde o más temprano. Pero que cada una de nosotras lo hacemos cuando de verdad estamos preparadas.
Llegando al primer piso lo veo observándome, un poco más lejos de lo que solía esperarme siempre y en una zona menos iluminada. Tiene un aura de peligro recostado contra el murillo, con botas, pantalones y sudadera con capucha, todo negro. «Negro como mi alma», me decía siempre. Mi mente vaga al momento en el que lo conocí, pensé lo mismo de él. Aún lo sigo pensando, a pesar de ver cómo puede ser encantador cuando se lo propone, y a pesar de saber que ha sentido cosas por mí, sería una tonta si digo que no soy perfectamente consciente de que es el típico chico rompecorazones, que no le importa demasiado nadie más que él mismo y que hace y deshace en silencio con un montón de chicas. Por esos motivos precisamente, además de su extremo mal humor y de nuestras constantes peleas, fue por los que decidí que una relación entre nosotros no podría nunca funcionar. Sin embargo, aquí estaba de nuevo, porque me mataba la curiosidad saber qué tenía que decirme.
Me acerco a él intentando verme confiada, pero antes de llegar se da la vuelta y comienza a alejarse un poco más. Tiene la intención de que lo siga para hablar en un lugar menos transitado, así que lo sigo hasta la parte frontal del edificio y nos sentamos en el bordillo. Nunca antes nos habíamos sentado aquí y, aunque es un lugar totalmente público, no suelen pasar muchas personas y aunque lo hicieran, está bastante oscuro. Me siento a su lado y solo consigo verlo porque estamos realmente cerca.
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Más que un fuckboy
Novela JuvenilEl primer amor de mi vida era un hombre que me llenaba de vida en la cama, pero que me destrozaba la vida fuera de ella. A pesar de saber que involucrarme sentimentalmente con ese tipo de chico no me convenía para nada, no parecía poder salir de ese...