9. ¡Dios, te extrañé!

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CEDRIC

- Buenas noches, Oli- le digo mientras me acerco a la puerta de su habitación por el balcón de la residencia de chicas. Ella me está esperando en la puerta con una ropa cómoda y demasiado provocativa para mi gusto. Me dan ganas de follarla en este mismo balcón a riesgo de que todos nos vean.

- Buenas noches, Cedric -me dice y mi nombre suena muy bien en sus labios. La verdad me había olvidado de lo guapa que era, con esa piel lechosa, el cabello marrón con flequillo y esas largas piernas que tuve la otra noche a mi alrededor. Trago saliva y me concentro en no parecer un tonto.

Percibo cierta tensión de su parte, así que le digo: - Pensaba que ya no te acordabas de mi existencia, la verdad. Mis amigos ya me tenían harto con las bromitas.

Alza una ceja en confusión y me responde: -¿Tus amigos saben de mi existencia? -asiento -¿Y por qué te molestarían conmigo?

Su tono indica la verdadera curiosidad que siente por saberlo. La entiendo, tengo cara de que me importan una mierda las chicas... aunque no siempre es así, la verdad. Me doy cuenta de que con ella quizás soy un poco diferente.

- Me decían que quizás no te había gustado lo suficiente como para repetir -le digo y se atraganta de la risa. De acuerdo, me hace reír a mí también. Intentamos no despertar a todo el edificio pero se nos hace un poco difícil porque no podemos controlarnos. Esto sin dudas ha disipado la tensión que percibía y parecemos dos amigos riendo recostados en el balcón. Entonces se pone seria y se acerca a mí, dejándome de espaldas al balcón y mirándome a los ojos.

- A mí sí que me gustó tonto -sus ojos y su cabello brillan a la luz de la luna y yo no puedo apartar la vista de ella -¿No te gustó a ti?

Pienso qué responderle que no me haga quedar como un tonto, aunque la verdad es que ahora mismo me importa muy poco. Soy una persona a la que no le importa demasiado demostrar lo que siente, mientras reciba lo mismo. Así que le digo: 

- ¿Cómo podría no haberme gustado? Eres una puñetera diosa y follar contigo me hace sentir más vivo que cualquier otra cosa que haya hecho hasta ahora.

Su reacción a mis palabras es mejor de lo que esperaba. La veo tragar en seco y comenzar a ponerse nerviosa, así que me aprovecho de ello. No quiero dejar de hacer sentir a esta mujer así. Me acerco a ella y la dejo entre mi cuerpo y el muro del balcón. No aguanto más y la beso.

- ¡Dios, te extrañé! -le digo en los labios y acaricio su pelo con ambas manos. Recuerdo que mañana tiene examen y no quiero que se duerma tarde. -Te follaría aquí mismo ahora mismo, Oli. 

Ella me toma de la nuca y me acerca aún más a su boca y profundiza el beso entrelazando su lengua con la mía. Me descoloco rápidamente y atrapo su trasero en mis manos. ¡Joder, qué buena está! Entonces sus manos se cuelan por debajo de mi camiseta y empieza a tocarme suavemente, pero lo suficientemente excitante como para querer arrancarle la ropa ya.

- Oli -le digo - Espero que seas consciente que si no paras ahora mismo, te lo haré en este mismo balcón. 

Entonces, deja de besarme, pero no quita las manos de mi abdomen y me mira a los ojos con deseo. Sé que no quiere parar, pero tampoco es lo suficientemente atrevida como para hacerlo en medio del pasillo. Pienso que me entrará de una vez a la habitación, pero como siempre me sorprende. Me toma de la camiseta y tira de mí hasta el extremo del pasillo, donde hay una pequeña cocina improvisada y abandonada. Sigue siendo al aire libre, pero nos separa una pequeña pared del resto del pasillo y escucharemos si alguien viene. Muy bien, Oli, no esperaba esto de ti, pero me has sorprendido gratamente. Pienso decirle algo, preguntarle si quiere que la folle aquí, si ha hecho esto antes o es un privilegio solo mío, pero no quiero arruinar el momento con estupideces. Mucho menos, quiero que se arrepienta. Así que la tomo en mis manos y la apoyo contra la pared. 

Cara con cara, me pierdo en cada una de sus expresiones mientras se lo hago, salvajemente. Esta chica me puede, me hace sentir demasiado estar dentro de ella y sé que se siente del mismo modo conmigo. No es por especular, pero estoy claro de que nadie la ha hecho sentir así, y me eleva demasiado el ego. Sus uñas me arañan la espalda mientras se sujeta de mí y estoy seguro que estoy dejándole marcas en las caderas. Sus jadeos se sienten demasiado sexy en mi oído y siento que voy a acabar cuando la escucho decir mi nombre. No me gusta comparar, pero jamás me he sentido así con ninguna chica (y no he estado con pocas). Me molesta demasiado. Siento que tiene un poder sobre mí que no le permito tener a nadie. 

- Cedric... - me dice mientras siento cómo sus piernas comienzan a temblar, así que la sostengo incluso con más fuerza hasta que llega al orgasmo. El solo hecho de verla me hace acabar a mí también un minuto después, mordiendo su boca y diciendo su nombre entre un reguero de palabras sin sentido. Bien podría haber dicho insensateces, pero gracias a Dios no las recuerdo. 

La dejo en el suelo y entramos a su habitación sin más. Nos dejamos caer en un profundo sueño y dormimos abrazados, -sí, abrazados y extenuados. 

***

Más que un fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora