19. ¿Vendrás a dormir conmigo?

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CEDRIC 

Regreso a mi habitación con un dolor de huevos increíble. No soy idiota, hubiera preferido mil veces no quedarme así, pero era necesario para hacerla entrar en razón, para que entienda que nos necesitamos y nos complementamos... por mucho que yo sea un idiota y ella una testaruda. Es cerca de la una de la madrugada y sé que me va a costar demasiado dormirme así, pero apenas entro por la puerta, mi móvil vibra con una notificación:

- ¿Vendrás a dormir conmigo?

Resoplo, con las manos en las caderas e indeciso. Sé que no debería, pero el dolor de huevos es demasiado, así que termino volviendo por donde mismo vine hasta llegar al edificio de residencia de las chicas. Una vez ahí, le doy un timbre para que salga a abrirme la puerta porque es tarde y no quiero despertar a sus compañeras.

Me abre la puerta en pijama. Luce enfadada, así que intento poner mi sonrisa más encantadora.

- Buenas noches, Clau.

- Buenas noches, idiota.

Clau es una chica que conocí el primer día del curso, porque mientras todos salían de fiesta, ella y yo éramos probablemente los únicos dos seres vivos en el comedor de aquella universidad. No puedo negar que me llamó la atención su cabello corto y negro azabache y sus ojos pequeños y achinados. Por supuesto, yo no contaba con encontrarme hoy con Olivia y que ocurriera lo que ocurrió. Así que ahora estoy involucrado en lo que parece ser el inicio de una relación. Está claro que podría frenarlo y estar con la chica que de verdad me gusta, obviando el pequeño detalle de que ella no me quiere para nada serio. Así es que se me ocurre que no sería una mala idea restregárselo en la cara teniendo en cuenta que me rechazó. Por desgracia, soy gilipollas pero no tanto.

Eso sí, me guardé ese pequeño detalle cuando nos encontramos hace solo una hora porque sabía que si se lo contaba echaría a correr una vez más y es lo que menos quiero. No ahora que he comprobado que me extrañó, que no encontró a nadie mejor que yo y que claramente tiene ganas de estar conmigo. Se lo contaré más tarde, pienso mientras sigo a Claudia por la oscuridad de su habitación hasta su cama.

Llegamos hasta su cama y me quito la ropa rápidamente donde sé que ya nadie nos puede ver. Ella no dice nada y hace lo mismo. Eso es lo que me gusta de Claudia, que no hace preguntas. El resto no me gusta demasiado. Sí, es una chica mona, pero no es Olivia. Por suerte, bajo las sábanas eso no importa demasiado. Me meto en la cama y mi polla salta cuando la libero de los calzoncillos, pero tengo claro que no es por ella, sino por la chica con la que me muero de ganas por estar. Claudia me toca desesperadamente y sé que lo correcto es que yo haga lo mismo por ella. Sin embargo, mis dedos todavía huelen a Olivia y me niego a que sea de otra forma. Así es que, cuando noto que está lo suficientemente excitada, me deslizo dentro de ella y comienzo a follármela mientras ella gime en mi oído.

Sé que es una mierda, pero no puedo sacármela de la cabeza. Es como una de esas putas escenas de las películas donde aparecen visiones de otro cuerpo y reconozco que es injusto para la chica que está debajo de mí, así que me obligo a no pensar en nada más que en ella.

Me pierdo en las sensaciones y me esfuerzo por que ella también se lo pase bien, hasta que terminamos los dos y nos desplomamos antes de dormirnos. Agradezco estar tan cansado porque sé que entonces no me asaltarán los pensamientos y me doy cuenta de que quizás eso es lo que necesito: distraerme más y pensar menos. 

Más que un fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora