Lila, una chica de 15 años, pelo rubio, delgada y con ojos cafés claros, despertó en el campo. Había muchas casas parecidas. —Qué extraño. —Dijo Lila en su mente.
Se levantó y se dirigió a una casa, la puerta de la casa tenía el número “1”. Tocó la puerta pero nadie le abrió. —No hay nadie. —Dijo Lila e hizo un sonido con la boca.
Paso a otra casa, tenía el número “1” en la puerta. —Debe de ser un error.
Tocó, pero nadie le abrió.
Fue a otra casa, tenía el número “1”. Lila se estaba empezando a desesperar, fue a otra casa, tenía el mismo número. —¿Qué demonios?
Fue de casa en casa, pero nadie le abría. Y así, Lila se dirigió a la montaña más alta, para irse. Al llegar, vio más casas. Bajo corriendo, pero se tropezó con una roca, cayó rodando.
Lila se despertó adolorida. —Qué mal sueño tuve.
Lila se paró, y se dió cuenta de que no era un sueño. Se dirigió a una de las casas, tocó pero nadie le abrió. Fue a la parte de atrás. Había ventanas. Se asomó a una, tocó la ventana. Escuchó un ruido extraño a lo lejos. ¡Personas! Fue corriendo hacia dónde provenía el sonido. Llegó hasta ahí, ¿Es un... ¿Es un perro? Lila se alivio un poco, al menos no estaría sola. Se acercó al perrito para intentar acariciarlo, entonces el perro le mordió la mano. Lila grito de dolor. Quería quitar su mano pero el perro la tenía agarrada muy fuerte.—¡Suéltame perro idiota! El perro apretó más la mandíbula. Lila soltó un grito de dolor, entonces pateó al perro, el perro hizo un chillido. La mano de Lila tenía una mordedura muy grave, la sangre corría por sus brazos, y a ella le dolía. El perro se puso de pie. Entonces Lila salió corriendo. El perro era más rápido y la alcanzó, le mordió el pie y Lila cayó al suelo soltando un grito agudo. El perro la estaba mordiendo muy fuerte, pero le faltaba poco para llegar a la colina de dónde se había caído. Pateó la pata del perro y después lo empujó bruscamente con su pie. Salió corriendo pero sentía un dolor punzante en si pierna, no tenía opción, tenía que seguir corriendo hasta tratar de perder de vista al perro. Corrió hasta la colina, el perro ya estaba a mitad de camino, e iba avanzando muy rápido.
Lila bajo con cuidado la colina, hasta que sintió cómo el perro la embestía. Lila estaba tirada en el suelo, tratando de que el perro no la mordiera. Miro hacia los lados y se dió cuenta de que al lado de ella estaba la roca con la que se había tropezado. Entonces la agarro y golpeó al perro con la roca. El perro soltó un chillido, pero Lila no quería morir. Entonces, empezó a golpear al perro bruscamente con eso. Empezó a llorar, pobre animal, no era su culpa. De un momento a otro, algo la golpeó.
Lila despertó con dolores punzantes en las heridas. Pero se dió cuenta de algo... Las casas habían cambiado, ya no tenían puertas.
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Ya no había colinas, ¿Dónde diablos estaba? De repente, vio cómo la sangre del perro se volvía negra, y cómo algo se estaba formando con la sangre. Era un mounstro delgado, su cara estaba deformada, el mounstro se puso en cuatro patas. En eso, escucho un: —¡Oye, Lila!