El día en que me despedí sin saberlo

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Felix miraba su reflejo en el enorme espejo de la recamara del hotel, algunas chicas del personal de Hyunjin estaban terminando de arreglar los últimos detalles de su traje.

Estaba a menos de 10 minutos de casarse...

Luego de la cita casi nocturna con una modista muy extraña que lo hizo probarse 27 trajes diferentes-sí, los contó- para terminar, escogiendo el primero que se había probado con unas cuantas modificaciones que "lo harían verse divino" se fueron de ahí.

Los días siguientes a eso Felix y Hyunjin casi no se vieron, mientras que el rubio atendía las cosas de la farmacéutica en su estudio, el pelinegro ni siquiera estaba en la casa, lo que le daba a Felix un poco de tiempo para hablar con sus amigos, porque si Hyunjin llegaba a estar en la casa-y eso solo unas pocas horas- exigía demasiada atención al punto en que le quitaba el teléfono para que solo se concentrara en él, y eventualmente terminaban teniendo sexo.

La mayoría de su comunicación era con Jisung, Eric y WooYoung, viejos amigos de la infancia y que lo acompañaron en gran parte de su vida académica hasta que cada quien se fue a diferente carrera debido a los giros de las empresas de sus familias, a pesar de eso mantenían contacto, o al menos cuando Hyunjin no estaba en la casa.

Afortunadamente esas 3 personas estarían en su boda-a petición de él claro- aceptando el hecho de que si ellos iban Hyunjin invitaría igual a unos "amigos suyos" aunque honestamente no sabía si tenía amigos con lo ocupado que estaba todo el tiempo.

La puerta fue tocada por lo que solo dijo un suave "pase".

—Lix...—Jisung paso rápido dentro del cuarto haciendo que las modistas se retiraran.

—Hola—se bajó del pequeño escalón en el que estaba y se acercó a su amigo para abrazarlo.

Jisung lo apretó contra su cuerpo en un fuerte abrazo, dejando pequeñas caricias en su cabello que lo hicieron sentirse un poco más tranquilo y reconfortado.

—¿Cómo estás? Hace mucho que no te veo.

—Estoy bien, creo, todo esto está yendo muy rápido, pero creo que es lo mejor, así por fin me alejo de mis padres y su control—se separó para sentarse con él en la cama—Y si no te he visto es porque Minho no deja que nadie se acerque.

—Lo sé, lo siento, es un poco paranoico—suspiró tomando las manos del menor—desde que salieron esos rumores... se ha puesto muy maniaco con eso de dejar que la gente se acerque, cree que en cualquier momento alguien va a intentar hacernos daño.

—Oh...ya veo—se apoyó en su hombro—pero ¿no tienen como comprobarlo o sí?

—Obviamente no, todo son un montón de chismes para tratar de dañar su reputación—dijo firme y sin titubear, aunque muy en el fondo sabía que todo era verdad, vivía con él, veía lo que hacía, sabía la cantidad de cadáveres que estaban enterrados en el jardín de aquellos que no fueron leales a él, sabía cuántos kilos de drogas se movían al día en cada cargamento de comida que se movía, sabía del laboratorio debajo de su mansión, sabía del hospital clandestino que tenían en una parte de Jeju donde operaban para sacarle los órganos a las personas y luego venderlas en los cargamentos marinos, lo sabía todo... pero él no podía decir nada no solo porque Minho era su esposo y si el abría la boca el pelimorado no dudaría en meterle una bala en la cabeza, sino porque muy en el fondo Han lo amaba, no sería capaz de traicionarlo nunca, había ensayado también decir todo a favor de Minho que parecía genuino...

—Te creo Hannie y descuida, estamos a favor de Minho, así que dile que por favor deje de verme mal cada vez que quiero acercarme, te extraño...

—Lo siento de nuevo por eso—dijo el castaño sonriendo suave—¿Cómo te sientes con esto?

Golden CageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora