El día en que me empecé a enamorar

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Hyunjin estaba terminando de escribir unas cosas en su computadora cuando vio a Felix despertar, y no, no fue por las cámaras, había decidido traerse una portátil con sus archivos a la habitación para estar con él en todo momento, incluso si apenas hace una semana se había despertado del coma aun necesitaba la intravenosa para recuperarse un poco.

Solo se levantaba al baño y a la ventana para que le diera un poco de sol, aun no se sentía listo para bajar las escaleras así que era Hyunjin el que le preparaba el desayuno y lo subía, lo alimentaba y se quedaba a su lado por si necesitaba algo mientras trabajaba no solo en su compañía sino también en la de Felix.

Para Felix era muy extraña la dinámica básicamente porque para el Hyunjin era un completo desconocido, pero necesitaba acostumbrarse ya que ahora lo tendría pegado a el 24/7.

—Buenos días Lix—dijo Hyunjin a penas se dio cuenta de que tenía los ojos entre abiertos—¿Como te sientes cariño?

—¿Qué hora es...?

—Son casi las 11—se inclinó un poco y dejó un beso en su frente, acomodando un poco su cabello que ya estaba dejando ver un poco sus raíces castañas.

Felix solo hizo un puchero y se volvió a acurrucar, sonriendo suave cuando Hyunjin continúo dejando muchos besos en su rostro.

—¿Tienes hambre pequeño príncipe?

—No mucha...—con ayuda del mayor se sentó con cuidado en la cama—siempre te veo trabajando ¿yo no trabajo o qué?

—Lo hacías, pero ahora yo me ocupo de eso, quería que descansaras apenas nos casáramos, te mereces que traten como el príncipe que eres pequeño—acarició su rostro con suavidad, sonriendo al ver como el chico se sonrojaba ligeramente.

—Ya veo... ¿tengo celular? Por qué el que está en mis recuerdos no lo he visto.

—Cuando llegamos fuimos a la playa y se te cayó al mar—sacó su teléfono y se lo entregó al menor—si quieres hablar con Jisung usa el mío, pero ya sabes, en alta voz y si te pregunta donde estamos tienes que colgar.

—¿Por qué?

—Porque lo que no quiero es que te vuelvan a lastimar Lix, nadie debe de saber dónde estamos.

—¿Que tiene que ver eso con lo otro? —y la pregunta era genuina, no para retarlo como hubiera hecho.

—Mis enemigos te hicieron esto Lix... si yo no hubiera llegado a tiempo no sé qué hubiera pasado—dijo serio y hasta con enojo, como si de verdad alguien más hubiera sido el atacante del menor.

—Explícame Hyunjin...—pidió acercándose un poco más y tomando su mano—no entiendo ¿enemigos de qué? ¿Qué empresa de tecnología es tu competencia como para querer mandarme matar solo porque les ganas?

—Cariño...—el pelinegro dejó la computadora de lado y se acomodó mejor para tomar su rostro y darle un dulce beso en los labios que sorprendentemente fue correspondido con suavidad—no hablemos de eso ¿bien? Me da rabia solo de acordarme, lo que importa ahora es que llegue a tiempo y esos hijos de puta no volverán a tocarte ¿bien? Nadie puede saber que estamos aquí—dejó otro beso en sus labios—ni siquiera nuestros amigos, es peligroso, este lugar es seguro ahora, así que por favor—y dio un beso más—no insistas ¿sí?

—Está bien—dijo el menor sintiendo aun los labios de Hyunjin rozar los suyos—¿Me sueltas o me sigues besando?

Hyunjin sonrió sin poder evitarlo, Felix seguía siendo un coqueto a pesar de no tener memoria, por lo que se encargó de besarlo por un muy largo y satisfactorio rato, hubiera sido más, pero el teléfono de Hyunjin los interrumpió, por lo que el menor fue el que cortó el beso dejando una ligera mordida en el labio inferior de su esposo.

Golden CageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora