XI. Encuentro

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Ahí estaba, observando aquella entrevista, reflexionando por qué había decidido verla. Lo único que podía apreciar era cómo hablaban de la nueva canción que saldría el próximo viernes.
¿Qué canción será? Se preguntaba Porchay, ¿Será esa tan especial para ambos? ¿Será esa que causaba una extraña presión en su pecho cada vez que oye o piensa?

Ya no quería pensar, ya no quería recordar. Su cerebro se negaba a aceptar lo que decía su corazón, pero al final, nadie puede negarse a sus sentimientos.

Bajó por el ascensor, dispuesto a salir a despejarse. Salió de esa enorme casa y caminó por las largas veredas, intentando despejar todos los pensamientos que colapsaban su mente.

Pudo visualizar una silueta familiar, era Macau. Inmediatamente sonrió, era justo lo que necesitaba, un amigo con quien divertirse.

"Macau" gritó con entusiasmo.

El nombrado volteó con una sonrisa al oír esa voz peculiar.

"Chay" respondió con alegría. "Es bueno verte. ¿Qué te trae por aquí?" Preguntó con curiosidad.

"El querer despejarme un rato" respondió.

El contrario supo instantáneamente a qué se refería el menor de los Kittisawasd.

"¿Quieres hablar?"

"Sinceramente, no lo sé" respondió.

Allí estaban ambos jóvenes, hablando y riendo

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Allí estaban ambos jóvenes, hablando y riendo.
Porchay estaba feliz de haberse olvidado de sus pensamientos negativos. Al fin sentía que disfrutaba su tiempo.

Pero había alguien que no disfrutaba aquello…

Kim observaba desde lejos aquella imagen de Chay hablando y riendo con Macau, su primo.

Si las miradas mataran Macau estaría en otra vida.

El dúo de adolescentes estaba tan sumergidos en su mundo que no notaron la fulminante mirada del mayor, no hasta que lo vieron frente a ellos.

"¿P'Kim?" Pronunciaron los dos sorprendidos.

"Chay, Macau" al último lo nombró con cierta seriedad.

El de la segunda familia lo observó de la misma forma, mientras que el adorable Porchay deseaba esconderse.

"¿Qué haces aquí?" Se atrevió a preguntar el Theerapanyakul.

"Estaba de paso y los vi" comentó el menor de los hermanos de la familia principal.

"Vaya coincidencia" respondió con sus ojos entrecerrados.

Entre la pelea de ambos parientes, el silencio del menor atrajo la atención de ambos hombres.

"Chay…" nombró suavemente el mayor de los tres.

No quería mirarlo, simplemente no quería. No deseaba caer ante esos hermosos ojos que suplicaban por obtener su atención.
Quería huir, pero esos ojos le gritaban con anhelo quédate.

"Porchay, debo irme" mintió el hermano de Vegas. "Avísame si necesitas algo" miró con seriedad a si primo antes de irse.

Ahí estaban, los dos solos sin saber que decir o que hacer.

"Chay…¿Cómo has estado?" Se atrevió a preguntar el mayor.

"Mmm…bien" respondió. "¿Y tu, phi?".

"Sinceramente…me he sentido algo solo" comentó con tristeza reflejada en sus ojos.

No sabía cómo reacción ante aquella confesión del de cabellos largos. ¿Debía estar feliz? ¿Debía responder un phi yo también me siento solo sin usted? ¿Debía dejar de lado todo y seguir a su enamorado corazón?

Su mirada se topó con esos hermosos y brillosos orbes ajenos. Sabía que eso era un gran error.

Su mayor debilidad eran esos bellos, puros y oscuros ojos.

Duele | Kimchay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora