Capítulo 27: Calma después de la furia

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Samira, una amazona de pelo corto y ceniciento salió corriendo de la habitación. A sus espaldas se apilaban varios combatientes amazónicos, también conocidos como berberas. Los ojos rojos de Samira, que irradiaban furia, se fijaron en la figura distorsionada en medio de la polvareda.

"¡Emily!"

Sin embargo, sus pasos fueron interrumpidos por un grito salvaje que parecía el rugido de una bestia enfurecida. Una ondulación del viento hizo que su pelo se agitara mientras la polvareda que ocultaba la figura de Adler se hacía visible.

La expresión de Adler, así como la estructura de su cuerpo, quedaban ocultas bajo la ropa negra con capucha, lo que hacía imposible que las Berberas descubrieran su identidad.

Los corazones de los berberas se pusieron tensos y comenzaron a posicionarse para la batalla. Los sonidos de las armas y los escudos metálicos repiqueteaban frente a la mansión, que guardaba un silencio sepulcral. No importaba quién fuera, ¡tenían que detener al bastardo que asustaba a los clientes de su Familia!

Samira se acercó a Adler con las manos cubiertas por un guantelete metálico. El encapuchado que estaba frente a ella se quedó estático, con los ojos fijos hacia la mansión.

"¡Identifícate de inmediato si no quieres que use tu rostro como un trapeador para limpiar el piso". Gritó Samira en tono furioso y adoptó una postura de combate.

Adler no respondió y desvió su mirada hacia ella.

¿A qué se debía esta extraña sensación? Samira se asombró, sin embargo, en lugar de temer esa sensación como si el encapuchado que tenía delante pudiera atravesar su alma, se sintió más insultada que nunca.

"¡Oye, bastardo! Te ordeno que abandones este lugar si no quieres que mis hermanas te machaquen los huesos!" impactando sus guanteletes uno contra otro, Samira soltó un bufido furioso. El intruso la miraba como si fuera un bicho en medio del camino.

"..."

Adler continuó mirándola fijamente. Bajo la benda que cubría sus ojos había dos perlas brillantes desprovistas de cualquier mirada de enfado. Una mirada mortalmente pacífica se cernía sobre su rostro como si estuviera compitiendo con la superficie de un mar manso.

Él parecía alguien completamente diferente de hace unos segundos.

"Ya veo, no quieres aceptar mi buena intención, ¿eh?" Relamiéndose los labios, Samira sonrió. ¡Hacía mucho tiempo que no encontraba una oportunidad para ejercitar sus tensos músculos!

"Ya que no podemos llegar a un acuerdo con palabras...", Samira entrecerró los ojos. Los músculos de sus piernas se contrajeron y el hormigón bajo sus pies crujió como telas de araña.

*¡Boom!

Sus pies abandonaron su posición anterior, lanzándose como una bala mientras se impulsaba hacia adelante. Sin inmutarse por el silbido aullante del viento que retumbaba en sus tímpanos, gritó: "¡Entonces tendremos que darte una lección con nuestros puños!".

Samira, una berbera de nivel 3 que era una luchadora experta en el combate cuerpo a cuerpo, difícilmente encontraría un aventurero que estuviera a su altura para competir. ¿Quién iba a imaginar que hoy el cielo le sonreiría y le regalaría un enemigo que parecía ser fuerte?

¡Era una buena excusa para hacer papilla a alguien con sus puños!

El rápido juego de piernas de Samira creó imágenes residuales a sus espaldas. En un abrir y cerrar de ojos, llegó frente a Adler, que resultó ser más alto que ella. Alcanzando hacia adelante, los puños metálicos de Samira fueron acompañados por una ráfaga de viento.

Deidad Dorada: Slime en el Multiverso [Danmachi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora