Capítulo 6: Terrores Nocturnos y un Reencuentro

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En la tierra de piedra y contratos todo estaba en calma. En silencio. Apenas había ciudadanos caminando por las calles. Bajo la amenaza de las nubes oscuras que se cernían sobre ellos, la mayoría de los pequeños comerciantes se vieron obligados a cerrar sus negocios por el día. Incluso la funeraria Wangsheng estaba desprovista de actividades. La directora estaba en una de sus andanzas comerciales, aunque probablemente también fue detenida por la lluvia.

Mientras tanto, el asesor de la funeraria, habiendo terminado sus deberes del día, disfrutaba el resto de la tarde. Trabajando para Hu Tao, era raro que Zhongli tuviera paz y tranquilidad. Mucho menos si era en la tranquilidad de su propia morada.

La ubicación de su morada estaba justo en las afueras de la ciudad portuaria, encaramada en la ladera de una montaña que brindaba una amplia vista del puerto de Liyue. La morada no era lujosa ni modesta, era solo lo suficiente para él y para algunos de sus muchos intereses personales.

El olor a té recién hecho, y a incienso con olor a madera impregnaban el aire. Sobre la mesa que estaba junto a la ventana había un pergamino abierto con un pincel entintado cuidadosamente colocado a su lado. Y Zhongli estaba sentado junto a la mesa, con su intrincado y único abrigo descansando sobre el respaldo de la silla. Las mangas de su camiseta abotonada estaban enrolladas hasta los codos, dejando al descubierto sus brazos ennegrecidos con tatuajes dorados. Uno de sus tobillos descansaba sobre su rodilla opuesta, y uno de sus brazos descansaba cómodamente sobre su pecho mientras que el otro brazo sostenía la taza de té cerca de su boca.

Había estado mirando el pergamino en blanco durante mucho tiempo. Pero el sonido de la lluvia y sus pensamientos cambiantes eventualmente lo llevaron a cerrar los ojos. Visualizó el hermoso par de palillos que consiguió, y que actualmente estaban dentro de una caja de madera acolchada, dicha cual estaba cuidadosamente envuelta con una fina cuerda. La mente de Zhongli trató de conjurar palabras elocuentes, pero luego pensaría que eran demasiado. Pero si escribiera una cosa que fuese demasiado simple, contradiría su estilo refinado.

Él suspiró.

En su larga vida milenaria, nunca ha pensado mucho de ningún tipo de clima en particular. Como Morax, se había centrado en defender y construir a Liyue, por lo que apenas tuvo tiempo para pensar realmente en cosas tan triviales. Como Rex Lapis, había caminado entre los mortales mientras estaba oculto a plena vista; se preocupó por escuchar las alegrías y súplicas de su pueblo, y de todos aprendió muchas cosas. Pero como simplemente Zhongli, un hombre aparentemente normal, rico en conocimiento y experiencia, finalmente encontró placer en las cosas simples. Prestó más atención a las cosas que disfrutaba, por ejemplo, recientemente se dio cuenta de que el clima lluvioso lo ponía de un humor muy reflexivo.

El retumbar lejano de un relámpago le hizo abrir los ojos. Se quedó mirando la ventana y observó cómo las gotas de agua se deslizaban por el frío cristal. Por lo general, el clima lluvioso lo hacía pensar en una persona específica. Las nubes grises le recordaban a Zhongli la ropa de esa persona, mientras que la lluvia misma le recordaba los ojos azules que fueron oscurecidos por sombras de dificultades. Sin embargo, el brillo del cabello pelirrojo de esa persona, junto con su brillante personalidad, siempre lograban sacar una sonrisa sutil de Zhongli.

Seguramente un mortal intrigante ... Sinvergüenza ... Zhongli solía decirle eso al dueño de dichas cualidades. Y en respuesta obtendría una sonrisa arrogante pero brillante. Pero, aunque las nubes grises y el agua le recordaban a Zhongli al joven que le gustaba, había algo en la lluvia actual que lo inquietó.

Él frunció el ceño. Aunque no podía explicarse a sí mismo por qué. Tal vez era demasiado viejo y simplemente estaba pensando demasiado. O eso era lo que Tartaglia le decía a veces en broma. Y aunque al joven le gustaba coquetear con su paciencia, a Zhongli le daba gracia pensar de esa manera sobre sí mismo.

El Viajero y El YakshaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora