IV El libro

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Ninguna soledad puede ser más grande que la ausencia de uno mismo.

—Gian F. Huacache.

🖤

Spoiler del libro.

No termina nada bien.

— ¡¿Qué mierda acabo de leer?! —grité a todo pulmón en medio de la sala.

Mi familia me miró, todos y cada uno en silencio, exageradamente preocupados y aunque la vergüenza debió llenarme no era suficiente para alejarme de la impotencia a lo que estaba leyendo. Agradecía no haber aventado el celular contra el suelo. Tuve que apagar la pantalla y tomarme un minuto para recobrar la paciencia y cordura.

— ¿Por qué carajos gritas?

—Lo siento mamá.

— ¿Estás demente? —preguntó mi hermano menor, mirándome con los ojos entrecerrados —aunque eso no me sorprendería.

Él estaba sentado justo frente a mí, jugando con su celular al Call of duty. Un juego al que yo lo había arrastrado, pero en el que me había superado por completo con facilidad.

—Sí —susurré —pero no se lo digas a nadie.

Eso le hizo reír.

—Sebas, podrías evitar emocionarte tanto, por favor —me regañó mi madre que veía a gusto una película con Fausto que solo me dio una mala mirada —no estás solo en casa.

Asentí.

Diego se quitó por completo los audífonos para darme toda su atención.

— ¿Qué lees?

Era un chico increíble, de verdad no podía decir absolutamente nada malo de él, así que me sentía en la plena confianza de contarle lo que estaba pasando sin sentir que me juzgaría.

—Un libro —me burlé.

Hizo una mueca y cuando levantó un cojín para aventármelo, subí mis manos como señal de paz, riéndome.

—Es de Wattpad y el libro no es conocido, o no por lo menos fuera de esta plataforma. Ni siquiera está en físico aunque tiene buena cantidad de lecturas —volví a desbloquear mi celular, listo para seguir destrozando mi mente con una historia tan injusta —me está haciendo perder la cabeza.

—Puedes contarme si quieres —invito tiernamente.

—Es bastante corto y al parecer quedará inconcluso —suspiré antes de inclinarme hacia adelante para contarle a mi hermanito —se trata de una chica que estaba enamorada de su hermano.

Hizo una mueca y mi sonrisa se ladeó.

—Realmente no era amor. Él la manipulaba desde muy pequeña, así que básicamente abusó de ella por años. Le gustaba el ballet pero se lastimo y no pudo volver a bailar, eso la llevo a depender más de él y sus padres los descubrieron. —Para este punto mi hermano ya me estaba mirando raro —la corrieron de la casa y por un tiempo vivió con él, pero la trataba muy mal y terminó de desarrollar anorexia. Después de estar grave sus padres la perdonaron y la dejaron volver a casa con condiciones como terapias y alejarse de su hermano.

— ¿Y lo logró? —preguntó genuinamente.

—Eso es lo que no sé —me encogí de hombros —acabó con ella entrando a terapia, diciendo que no puede contar el final de la historia porque aún no termina de vivirla.

De solo pensarlo quería beberme una botella de cloro en honor a la escritora.

Mery estaba muy equivocada. Ese libro no me había hecho llorar ni un poco, pero me había dejado demasiado enojado. Y sí, tenía unas escenas muy dolorosas que me hicieron desear tener el súper poder de meterme al libro para darle una paliza al imbécil que la tocaba, pero quizás fue justamente mi indignación la que me hizo imposible llorar.

Una Estrella FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora