Calm Me Down [HopeNam/NamSeok]

Capítulo dieciocho

No sabían lo que realmente querían.
Las manos de ambos hombres exploraban sin verdadera intención de encontrar algo más que la tela de la ropa arrugada, mientras el beso que compartían perdía ritmo rápidamente.

Hoseok no pregunta cuando es el hombre mayor quien termina el suave beso que compartieron, que sin explicación les calmó y alteró en segundos. ahora, con la mirada en las manos del moreno, hoseok se perdió en el contraste de sus pieles.
Pero eso no sería suficiente para él, cuando la profunda mirada de Namjoon le pedía permiso con sus manos en el filo de su playera, sus acciones le interrumpieron. En un rapido movimiento del menor, la espalda baja del moreno se encontraba ahora en la orilla del mostrador negro, en medio de la cocina, con el chico de cabello colorido acorralandolo, y sonrió por aquello.

Las ágiles manos del menor comenzaron a despojar botón por botón, mientras suaves labios acariciaban la piel expuesta de su cuello, Namjoon sonreía completamente satisfecho de la sensación en su piel. Con la camisa abierta a ambos lados de su torso, la lengua de Hoseok se paseo detallando lo más que podía de la limpia piel tostada. Con caricias sutiles Hoseok acarició la estrecha cintura de Nam, jugando con el pequeño pezón moreno en su boca, titubeante comenzó a meter sus dedos en el inicio del pantalón de vestir oscuro, dejando la atención en el prepucio ya hinchado su mirada bajó a las manos grandes de Nam, abriendo en un rápido movimiento el botón de la prenda. Terminada la acción las morenas manos se posaron en la cintura del Hoseok, atrayendo la cadera del joven contra la suya propia, jadeando al rozar su miembro con el contrario. Hoseok comenzó a acariciar el falo contrario por sobre la tela del boxer, con su mirada fija en su propia mano, sintiendo la dureza y calidez mientras ligeros jadeos graves rozaban su oído.

Las manos de namjoon se apresuraron a apresar mechones del cabello ajeno cuando un nuevo beso comienza a adormecer sus pensamientos, con rápidos movimientos en sus propias prendas inferiores, Hoseok liberó su falo erecto y comenzó a trabajarlo sin dejar de atender al hombre que metía su lengua en lo más hondo de su boca.
Cuando las manos de Hosek comenzaron a acariciar el pene ahora desnudo del mayor, este se separó del hambriento beso jadeando, sintiendo el miembro erecto de Hoseok junto al suyo siendo trabajados por la misma mano. No podía no maravillarse con aquella vista, su mirada se mantuvo presa del rápido movimiento de la mano de Hoseok sobre su dura carne, no evitó las cortas embestidas contra el otro miembro mientras escuchaba los gruñidos bajos de hoseok perdido igual que el en la vista.

Me haría adicto a esto

Rondaba una y otra vez en su mente cuando la mano libre de Hoseok serpenteo por su espalda, en un descenso casi imperceptible que terminó bajando su pantalón y ropa interior a medio muslo, regresando sus caricias hasta su trasero, descansando indeciso y sin presión alguna sobre su piel.

— Hazlo. —se escuchó decir, dando permiso a la traviesa mano de Hoseok—. No dejes de tocarme.

Con una corta risa Hoseok apresó con su mano la piel expuesta, escuchando un jadeo entrecortado de Nam. Satisfecho con ese sonido comenzó a embestir su propio puño, rozando con fuerza el miembro del mayor, robando más de aquellos graves jadeos entrecortados. Su mano dejó la tierna piel del trasero del mayor y descendió con caricias en busca de la entrada del bello hombre entre sus manos.
Cuando la respiración de Namjoon comenzó a entrecortarse, y espasmos en su cuerpo anunciaron el cercano orgasmo Hoseok interrumpió su trabajo en ambas erecciones y con rapidez escupió en su propia mano para brindar atención y mayor lubricación al pene hinchado de Nam. Mientras los delgados dedos de Hoseok acariciaban la tensa piel de su entrada sin penetrar realmente, Kim jadeaba por lo bajo, apoyando su rostro entre el cuello y el hombro del joven, rasgando con sus cortas uñas la prenda inferior en el cuerpo de Hoseok, sintiéndose desfallecer entre los delgados brazos del hombre se deshizo en la cúspide del placer y manchó con un blanquecino líquido los falanges que ahora trabajaban su sensible piel.