Capítulo 04

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FREEN

Algunos años celestiales antes...

Caminaba sintiendo la suave superficie acolchada bajo mis pies descalzos, alisando con mis manos mi blanca vestimenta y peinando con mis dedos mi cabello, perdida en la tranquilidad de ese lugar etéreo. El cielo, mi hogar celestial, se extendía en todas direcciones en una sinfonía de colores que no tenían equivalentes en el reino terrenal. Tonos dorados y plateados danzaban en armonía, mientras las nubes jugueteaban en formas caprichosas, tejiendo paisajes etéreos que solo los ojos de un ángel podían contemplar.

A lo lejos, resonaban cánticos angelicales que llenaban el aire con melodías celestiales, creando una atmósfera de paz y serenidad. Columnas de luz brillante se filtraban a través de las nubes, pintando el cielo con destellos dorados que iluminaban mi camino. Cada paso que daba era como danzar sobre las estrellas, y la brisa cálida acariciaba mi rostro con la dulzura de un secreto celestial.

El cielo, adornado con jardines de flores que desprendían fragancias inimaginables, ofrecía un espectáculo de esplendor que superaba cualquier descripción humana. Era un lugar donde la armonía y la pureza reinaban, donde la luz emanaba de los propios corazones de los ángeles que habitaban este reino celestial.

De pronto, en medio de la luz resplandeciente, una figura celestial se destacó y me dirigió la palabra.

—Llegaste tarde —dijo con tono serio, sus ojos celestiales fijos en los míos.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté, sintiendo una ligera incomodidad ante su afirmación.

—Yo lo sé todo, no lo olvides —respondió, alzando una ceja con su típica expresión de superioridad, como si estuviera acostumbrado a tener toda la información celestial a su disposición.

—¿Qué necesitas? Tengo cosas que hacer —contesté, tratando de ocultar mi sorpresa ante la noción de "llegar tarde" en el reino celestial. Después de todo, el tiempo no existe aquí.

—¿Cosas? ¿Lanzarte del último piso del edificio de los serafines una y otra vez? —se burló, mirándome con cierta exasperación.

—Ajá, es divertido —sonreí, disfrutando de su frustración mientras recordaba los momentos lúdicos en los que desafiaba la gravedad celestial —Y no descuido mi labor de guiar a las almas perdidas, tú tranquilo. 

—Hay cosas más importantes que hacer —dijo seriamente, cambiando su tono de burla a uno más solemne, indicando que esta reunión no era para juegos —Una nueva vida esta a punto de nacer en la Tierra.

—¿Estás diciendo que lanzarme desde el edificio de los serafines no es lo más emocionante que puedo hacer en el cielo? —respondí con sarcasmo, desafiando su tono serio —Cada día nacen nuevos bebés ¿no?

La figura celestial suspiró, como si lidiar conmigo fuera una tarea monumental.

—Tu actitud, Freen, siempre tan irreverente. Recuerda que no todos los nacimientos son iguales, esta alma en particular tiene un destino crucial. Tú serás su guía, su protectora.

Mis cejas se alzaron en un gesto de sorpresa. —¿Yo? ¿Cuidar de un bebé humano? ¿No hay un error en la asignación celestial?

—No hay errores. Tu humor peculiar y tu habilidad para desafiar las normas serán necesarios. Deberás sumergirte en su vida y protegerla. 

—Yo... ¿Voy a bajar?— pregunté sintiendo un leve peso en mis alas. 

La figura celestial asintió solemnemente. —Sí, Freen. Deberás estar cerca de ella, serás su ángel guardián, tendrás que actualizarte con las complejidades de la existencia humana para guiar y proteger a Rebecca en su viaje terrenal. Tal y como lo hacen todos los ángeles guardianes. 

Angel || FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora