Angel || Freenbecky

Capítulo 07

FREEN

Semanas atrás...

La confusión se apoderaba de mí. Sentimientos humanos, complejos y desconcertantes, se entrelazaban con mi esencia celestial. La conexión con Rebecca se volvía más intensa, cada interacción se convertía en una montaña rusa emocional que no podía comprender del todo. Sabía que debía dar un paso atrás para entender y procesar lo que estaba experimentando.

Mi desaparición repentina dejó un vacío en la vida de Rebecca. Aunque la razón de mi ausencia estaba relacionada con la necesidad de reflexión, entendía que para ella era un período de incertidumbre y preocupación. La relación entre un ángel y un humano era un territorio desconocido, y mi propia confusión solo complicaba las cosas.

Durante mi tiempo de reflexión, observé a Rebecca desde lejos. Sus emociones eran palpables incluso a través de las barreras entre nuestros mundos. Me di cuenta de que mi presencia, o la falta de ella, afectaba su estado de ánimo de maneras que ni siquiera ella misma comprendía del todo. Fue durante este período que llegué a entender la naturaleza de lo que compartíamos. No era simplemente mi tarea divina asignada; era una conexión que iba más allá. La dualidad de ser un ángel y experimentar estás emociones tan... humanas me sumía en un torbellino de pensamientos.

Fueron semanas que parecieron eternas, durante las cuales me refugié en la paz de mi reino celestial, tratando de encontrar respuestas a las preguntas que revoloteaban en mi mente. Era innegable que había algo único en nuestra relación, algo peligroso, un eco de emociones que no deberían florecer entre un ángel y su protegida.

Me alejé, no solo para protegerla de la dependencia de tener a un ángel cuidando de ella, sino también para resguardarla de la confusión que amenazaba con nacer dentro de ella. La distancia se volvió mi forma de preservar la integridad de nuestra conexión celestial y evitar que emociones prohibidas florecieran en su corazón, y en el mío.

Mientras ella se perdía en los vicios que buscaban llenar el vacío que mi ausencia dejó, yo me debatía en la decisión de regresar antes de que las sombras la consumieran por completo. Cada noche, mientras ella dormía, velaba por sus sueños, protegiéndola de las sombras que acechaban en la oscuridad.

Rebecca, con su belleza humana que irradiaba una luz única, despertaba en mí sensaciones que nunca antes había experimentado, y que siendo un ángel no debería sentir. Cuestionaba mi propia naturaleza, preguntándome cómo algo tan terrenal podía tener un impacto tan profundo en mi. La belleza de Rebecca, tanto física como en su esencia, me dejaba maravillada. ¿Cómo podía algo tan efímero, tan humano, capturar la atención de un ser celestial? La dualidad de mi existencia se manifestaba en la lucha entre lo divino y lo humano, entre la inmortalidad y la efímera belleza de la vida terrenal.

Mis dudas se entrelazaban con el deseo de comprender estas nuevas sensaciones. Jamás había experimentado la atracción o la fascinación y, a la vez, la confusión que surgían al contemplar a Rebecca. Era como un enigma que desafiaba las leyes que siempre había conocido. Cada día que pasaba a su lado, invisible pero presente, me sumergía en una espiral de emociones contradictorias. 

Protegerla era mi deber, pero las barreras entre mi deber y las complejidades de mis sentimientos se volvían cada vez más difusas. ¿Podía un ángel enamorarse? La pregunta resonaba en mi ser, desafiando las normas divinas que gobernaban mi existencia.

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En la quietud del cielo, busqué orientación entre los seres de luz que habían observado la dualidad de mi existencia, en quien pudiera confiar mis crecientes dudas sobre mis sentimientos por Rebecca. Me encontré con un ángel sabio y experimentado, conocido por su comprensión de las relaciones entre los seres celestiales y los humanos.