Capítulo 6

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 —¡Es DE DÍA! —cantó Kinkajú, abalanzándose sobre la cola de Luna. —¿No es eso MARAVILLOSO?—

Luna parpadeó con dificultad hacia la Ala Lluviosa, que ahora era más rosa que amarillo, pero en conjunto seguía siendo demasiado brillante. Se sentía como si acabara de caer de nuevo en el sueño.

——Es lo contrario de maravilloso —observó Cornalina con mal humor. Arrojó sus alas por encima de su cabeza.

—¡Hoy vamos a conocer a nuestro winglet! —Kinkajú gritó. —¿No es eso emocionante? —Le dio un empujón a la cola de Luna con la suya y se sentó en el musgo junto a ella, desprendiendo tanta energía de alegría que Luna se sintió contagiosamente animada por ella y agotada al mismo tiempo.

—¿Qué significa eso de nuestro winglet? —preguntó, con la esperanza de poder volver a dormirse mientras Kinkajú le explicaba. Echaba de menos la sensación de las escamas de su madre en su espalda mientras dormía. Se preguntó si su madre también la echaba de menos.

—Oh, es la mejor idea —dijo Kinkajú. —Quiero decir, está bien, estaba un poco preocupada por ello al principio porque estaba, como, ACK que significa que voy a tener que hacer amigos con un ALA NOCTURNA, pero ahora que sé que eres tú, no hay no hay nada más de qué preocuparse, porque eres simplemente encantadora y no en el negocio de secuestrar o experimentar con dragones después de todo. ¿Verdad?— Le dio un golpe en el hombro a Luna.

—Claro —aceptó Luna. —¿Qué?—

—Nos hemos organizado en cinco winglets, ¿lo entiendes? No es un ala entera dragones, sólo un grupo más pequeño, así, un winglet. Cinco grupos de siete dragonets, con un dragón de cada tribu. Estamos en el winglet de Jade; mi amiga Tamarina está en el winglet de Oro. La idea es que trabajemos con los otros seis dragonets y llegar a ser amigos de ellos y entonces vamos a entender totalmente todas las tribus y nadie querrá ir a la guerra nunca más.

Es brillante, me encanta. No puedo esperar a conocer a nuestro Ala Marina, suenan tan raros. ¡Vamos, vamos, vamos!—

Kinkajú agarró la cola de Luna y trató de arrastrarla hacia la puerta.

—Está bien, ya voy —protestó Luna, soltándose. Se frotó los ojos mientras Kinkajú se adelantaba a la puerta.

Y entonces, con una horrible sacudida, recordó lo que había escuchado la noche anterior.

Si los mato...

Luna tembló desde las alas hasta la cola. Si alguien en la escuela estaba planeando un asesinato, tenía que decírselo a Sol o a Nocturno. Pero no podía... no sin revelar su propio secreto.

Pero tengo que advertirles, ¿no?

La regla favorita de su madre sonaba en su cabeza. Mantente en secreto, mantente oculta, mantente a salvo.

¿Y si me equivoco? Tal vez fue sólo un sueño. Mi sueño, o el de otro dragón.

Pero definitivamente se había sentido como dos voces que hablaban entre sí.

¿De qué sirve tener este poder si no puedo hacer nada sobre lo que escucho?

—Tengo que ir a la biblioteca —dijo Luna. Ella no sabía lo suficiente sobre los visitadores de sueños. Todo lo que sabía era que había tres de ellos, creados por un dragón animus hace miles de años. Ella sabía que eran zafiros, y sabía que cualquier dragón que tuviera uno podía caminar en los sueños de otro dragón y a veces comunicarse con el que estaba soñando de esa manera.

Pero no sabía quién los tenía ahora. El pergamino que había leído decía que se perdieron hace siglos. Tal vez si pudiera averiguar dónde estaban, ella podría encontrar una manera de advertir a Nocturno y a los demás sin revelar su su propio poder.

Alas de Fuego #6: La luna se levantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora