Aceptación

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Suspiró por tercera vez en el día. Con una mano movía el cucharón con el que preparaba la comida y con la otra acariciaba su vientre con suavidad y ternura. Miró por la ventana de la cocina, miró al cielo azul. Escuchó ruido en la entrada, corrió hacia esta y vio a su esposo sentado en el pequeño escalón del recibidor. Se acercó y lo abrazó por detrás cuando se levantó, escuchó como Madara reía.

—Volveré en la tarde si puedo. —Madara se ajustó sus sandalias, moviendo un poco los pies—. Tengo algo de trabajo; si tardo de más mandaré a Izuna a que te haga un poco de compañía. —se giró y besó la mejilla de su afable esposo y luego el vientre de seis meses y medio de este mismo—. Cuídense.

—Si por lo menos tuviera algún amigo por aquí... —acomodó el cuello ancho de la camiseta que usaba—. Aunque es normal, siendo Uchihas me sorprende que no dijeran nada con nuestro matrimonio.

—Daba igual si lo hacían, yo me encargaría de ellos. —acarició la mejilla morena—. Me voy, te quiero.

Se dieron un último beso, el Uchiha se fue y Hashirama volvió a la cocina, concentrado en sus pensamientos mientras tarareaba. Llamaron a la puerta tan de pronto que se asustó. Apagó el fuego y despegó la olla, la comida ya estaba lista de todas formas. Retiró el mandil de arbolitos y caminó con cuidado hasta la puerta, el vientre a veces no le dejaba andar lo rápido que él deseaba.

Cuando abrió, encontró a una jovencita. Por su mirada, no superaba los veinte años. En las pequeñas y blancas manos de la mujer descansaba un pequeño paquete el cual posaba frente a sus ojos. La joven apareció un pequeño sonrojo mientras hacía una reverencia.

 —Por favor, acepto este presente. 

Parpadeó una vez, gratamente sorprendido. Tomó aquel regalo, la chica lo miró con ojos esperanzados.

—Muchas gracias. —le sonrió dulcemente—. Eres muy amable. 

La Uchiha se sonrojó más aún, dibujó una pequeña sonrisa boba.

—Sea bienvenido al Clan. —dijo.

Hizo una reverencia más y se separaron. Cerró la puerta tras haberla perdido de vista, abrió el paquete encontrando una pequeña cobija, tejida a mano, con dibujos de animales con algunos símbolos Uchiha volando por ahí. Era cálida, muy bien hecha y con un aura tan bonita que no pudo evitar sonreír como tonto. Imaginó a su hijo o hija durmiendo debajo, se vería tan lindo aunque para eso faltaba un poco más. Por el momento, dejó la manta en la habitación destinada a su hijo y volvió a la cocina.

Iba a servir su comida cuando llamaron otra vez a la puerta. Se preguntó quién más podría ser, ¿la chica otra vez? No lo creía. Tal vez sus hermanos venían a visitar.

Fue a abrir, esta vez era una pareja de mediana edad. Ellos, como la chica, le entregaron un regalo, lo aceptó y se fueron. Iba a cerrar la puerta cuando otro tipo llegó y presentó sus saludos, aceptándolo en el Clan. Y las visitas siguieron y siguieron hasta caer la tarde. Izuna llegó pues su hermano no podría llegar temprano. El co-líder notó la pila de regalos que yacían a un lado de la entrada principal.

—Una buena mañana, ¿eh? —comentó con diversión.

—Mucha gente vino, me dieron regalos o solo vinieron a darme las felicitaciones. —contestó el Senju—. ¿Tienes hambre? Hice bastante comida.

— ¿Comer algo que hizo mi cuñadito? ¡Claro!

[...]

— ¡Llegué a casa! —gritó Madara. Se fijó en los obsequios apilados a un lado de la puerta—. ¿Y esto?

Pensó que Hashirama lo iría a recibir, sin embargo, escuchó risas provenientes del salón. Eso le pareció extraño. Dejó sus zapatos en la entrada y fue a investigar.

— ¿Y recuerdas cuando Tobirama se cayó al lodo intentando huir de esa avispa? —Kawarama bebía un trago de cerveza.

—Se manchó hasta por dentro de los calzoncillos, si sabes a lo que me refiero. 

Otra tanda de risas.

Madara abrió la puerta corrediza del salón, vio a su hermano con su pareja, Kagami; a los hermanos de Hashirama y a este mismo bebiendo té mientras reía con los demás.

Cuando su esposo lo vio, corrió hacia él y le dio un beso en la mejilla.

—Hola, Maddy. Lamento no haber salido, no te oí.

—No te preocupes, si te lo estabas pasando bien no importa. —besó a Hashirama en los labios.

— ¡Ekk! Estás besándolo delante de mí, idiota. —clamó Kawarama—. ¡Váyanse a un hotel!

Todos volvieron a reír. 

—Ya, háganle un hueco. —ordenó Hashirama—. Viene cansado, tontitos. 

Tuvo un hueco al lado de Itama. No tardó mucho en tener un plato de rica comida caliente junto a un vaso de sake.

—Nii-san, ¿a qué no adivinas? —Izuna le sonrió—. El clan acepta a Hashirama como nuevo Uchiha, hoy todos vinieron para darle regalos y felicitaciones. 

Ahora encontró razón a todos esos paquetes en la entrada. Rio Hashirama.

—Es bueno ser parte de una familia. 

—Oh, cariño. 

Volvieron a soltar fuertes carcajadas. Al final, la noche pasó rápido con las anécdotas. 

MadaHashi DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora