Un amor casi de película

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Sentado en el sofá de su apartamento recién comprado, las luces de la calle que entraban por las ventanas se iban atenuando a medida que las horas pasaban y el sol se escondía dejando las luces artificiales de la ciudad. El joven Hashirama Senju, primer hijo de una gran familia con un gran renombre y reconocido médico en el mejor hospital de todo Japón y entrevistado por otras eminencias del gremio, estaba sentado en el amplio salón de su piso. Sus ojos estaban oscuros, estaba pálido y se le veía cansado y distante. 

Tenía una mano en su vientre y otra en una carta abierta y cubierta por lágrimas secas. Era una nota de despedida de su hasta ahora amor de su vida, su querido novio le escribía que no podía quedarse, no podía hacerse cargo de una familia ahora, aún le quedaban años para ser el mejor en su trabajo y que no podía permitir ser mantenido por él. Estaría unos meses lejos pero aún quería saber de él y de su recién nacida hija, los quería pero no podía hacerse cargo de nada. Pedía muchas veces perdón pero prefirió dejar la nota e irse para no hacerlo más traumático para ellos. 

Una lágrima volvió a salir por su ojo y cayó en su mano cerrada en un puño, la abrió y vio sus uñas marcadas en su piel. ¿Cuánto tiempo había estado aquí sentado? No lo sabía. Un pequeño sollozo lo hizo mirar la pequeña pantalla del monitor a su lado, su hija estaba ahí, despertando de su larga siesta y reclamando su atención.

Su hija...

Los había abandonado a los dos, sin más. Solo porque no podía soportar quedarse atrás. Una ira brotó en su pecho y soltó un grito, golpeó el sofá y rompió la carta, tiró de sus cabellos pensando en lo idiota que había sido al creer que estarían por siempre juntos. La vida de los dos fue solitaria, con padres y madres ausentes, con hermanos distantes y con una responsabilidad sobre ellos masiva, sin permitirles vivir su infancia y adolescencia hasta que se fueron de casa a un pequeño piso que pagaban con sus trabajos a medio tiempo. Cayó de rodillas en el sofá, llorando de rabia y de odio.

Bien. Podía hacer eso, sería capaz de hacerse cargo de su hija, ella no viviría lo que él en su infancia, le daría su espacio y la haría ser la niña más feliz. Haría que su mundo fuera el mejor para ella.

Se levantó de su lugar, sacó su móvil y envió un mensaje a la persona que sabía que estaría aquí en todo momento para él. Lo apagó y fue a recoger a su amada pequeña.

 Lo apagó y fue a recoger a su amada pequeña

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—Palabras de un cobardes. —Mito estaba leyendo los fragmentos pegados con cinta de la carta—. Es incluso más cobarde que dejarte por mensaje, un papel solo... —sacó su móvil pero Hashirama la detuvo.

—Me ha bloqueado, creo que habrá echo lo mismo con ustedes.

Touka, que tenía a la pequeña en su regazo, se encogió de hombros.

—Bien, no nos esperábamos una espantada así de su parte pero debería darnos igual ahora. Madara está por su cuenta ahora,  no deberíamos enforcarnos en un idiota, nunca cambian. —acarició la cabecita del bebé—. Pensemos en como ayudar a Hashirama a partir de ahora, ¿hasta cuánto dura tu baja?

—Unas tres semanas más, quizás pueda pedir las vacaciones acumuladas que tengo que será otros dos meses más.

—Nosotras teníamos ese viaje dentro de una semana a Egipto... —ambas mujeres se miraron—. Podríamos posponerlo un tiempo más...

—Perderíamos la señal y el billete, pero no es nada que unos meses de trabajo no pueda solucionar. —Mito asintió—. Nos quedaremos contigo hasta que puedas establecerte bien, sigues aún en plena mudanza, ¿no?

Hashirama sonrió y se acercó a Touka, esta le devolvió a su hija y él la cargo. La pequeña se aferró al pecho del mayor.

—No pasa nada, chicas. Hacéis mucho apoyándome pero llamé a un familiar que podrá estar conmigo un tiempo. 

— ¿Un familiar?

—Pensaba que nadie quería saber de ti después de que te fueras con Madara. —Touka meditó—. Y no recuerdo a nadie en nuestro grupo de la infancia que fuera...

El timbre interrumpió a la Senju, el joven castaño se apresuró a la puerta para abrirla y ver a otro castaño más alto que el moreno. Tenía una gran sonrisa en el rostro, de su hombro colgaba una mochila y en su otra mano tenía una maleta y un par de bolsas más. Los ojos del nuevo integrante se iluminaron al ver al pequeño ser en brazos de su familiar. 

—Oh, ¿qué tenemos por aquí? Esta es la dulce princesa de la que me hablaste, ¿verdad?

—Hola. —saludó Hashirama—. Jeje, sí, es pequeña pero muy activa, te aviso.

Ambos se rieron por la pequeña broma.

— ¡Ah, Ashura! —Touka se palmeó la frente—. Claro, solía ser el protegido de él de pequeños, no me acordaba.

— ¿Ashura? —preguntó Mito, intrigada pero con una idea formándose en su cabeza.

—Sí, él es un familiar bastante lejano nuestro. Es casi como si no fuéramos familia por la distancia sanguínea. Me acuerdo que estos dos junto a un muy bebé Naruto solían jugar muchísimo. Es el hermano menor, hay otro que se llama Indra pero imagino que no habrá querido venir.

—Entiendo.

Los dos entraron en el piso junto a las dos mujeres que los observaban desde sus lugares. Hashirama dejó que Ashura cargara a su hija, este jugó con ella.

—Bueno, Touka lo conoce pero este es mi primo lejano Ashura Ootsutsuki. Le pedí de favor si podía venir a ayudarme con la casa y mi hija, me dijo que estaba ahora en un tiempo sabático así que podéis iros sin preocuparos por mí.

Mito sonrió con complicidad, miró a la otra mujer que enseguida entendió su risa y suspiró. Se levantó y tomó la mano de la pelirroja.

—Bueno, entonces nos vamos. Ya nos irás contando como os va.

Las mujeres salieron del piso con unas pocas risas, dejando a ambos hombres solos.

El Senju se giró al otro y le sonrió.

— ¿Qué tal llegaste? ¿No fue difícil?

—No te preocupes por eso, sabes que iría a cualquier lugar si me lo pides tú.

El de cabellos largos suspiró en una pequeña risa.

—Sí, lo sé pero eso no significa que siempre me salves. No quiero abusar de tu amabilidad conmigo.

—No pasa nada. —dejó a la bebé en el sofá—. Me gusta ayudarte, además desde que te fuiste de casa de tus padres apenas podía verte. Fue sorprendente tu mensaje, ¿qué pasó?

—Bueno, ni siquiera yo lo sé. Estoy aún un poco perdido, Madara se fue dejando una nota pero no había dado indicios de que quería irse, se le veía tan feliz con todo, siempre me apoyaba... —apretó el puente de su nariz—. No sé que hacer, por eso te llamé. Solo necesito que te quedes conmigo hasta que sepa como seguir, por favor...

Ashura lo atrajo a un abrazo, Hashirama correspondió y escondió su rostro en su pecho. Se relajó con las caricias en su cabeza, le daban consuelo, ese que tanto necesitaba ahora.

—No hace falta que me lo pidas, sabes que haría lo que fuera por ti. —susurró el mayor—. Eres una persona muy importante para mí.

El Senju asintió en silencio. Se quedaron unos instantes abrazados, se separaron cuando la pequeña comenzó a demandar atención por parte de los mayores.

—Traje la cena en lo que venía, cuídala en lo que cocino, ¿te parece? —el Ootsutsuki besó la frente de Hashirama quién asintió.

Vio como el mayor se iba a la cocina, se sentó junto a su hija y la colocó en su regazo. Comenzó a pensar que las cosas irían bien a partir de ahora.

Tenía la esperanza de que así fuera.

MadaHashi DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora