Miraba el pequeño palito rosa, esperando a que la pequeña pantalla en mitad marcara dos palos, uno delgado y otro grueso. Apretaba cada extremo de dicho objeto, cada vez más nervioso y ansioso, pudo ver el primer palito delgado, su corazón latió con fuerza y cerró los ojos suspirando cuando el otro palito que tan ansiosamente esperaba no apareció.
Abrió los ojos y observó el predictor por varios minutos antes de arrojarlo a un lado cuando el móvil a su lado comenzó a sonar. Esperó tres tonos antes de agarrarlo y contestar.
—Hola.
—Hashirama, ¿dónde demonios estás?
—Tobirama... Ah, perdón, se me olvidó que habíamos quedado. —pasó una mano por su cara—. Ahora voy... Solo...
Hubo un silencio en el otro lado de la línea, luego un suspiro.
— ¿Otra vez estás...?
—En diez minutos estoy ahí, adiós.
Colgó antes de que pudiera escucharlo terminar, no quería oírlo ahora, de verdad, solo ahora mismo no quería oír a nadie. Pero, como siempre, sus deseos no eran escuchados y no podía no ir con sus hermanos, era el cumpleaños de su padre y sería muy malo faltar, por segunda vez.
Agradeció a su mente cansada por haberse duchado ayer en la noche antes de dormir, se acercó a su armario y agarró una simple camiseta blanca, un pantalón roto por las rodillas azul y se peinó. Se hizo una coleta alta y se perfumó, se lavó los dientes y la cara y fue a la entrada donde agarró su cartera y llaves, se puso unas tenia negras y salió corriendo. Por suerte, el restaurante donde habían quedado todos estaba cerca de su casa por lo que no usaría su coche para ir, con andar rápido podría llegar en diez minutos. Estaba llegando cuando vio a su hermano menor hablando con sus otros dos hermanos y su padre, suspirando se acercó a ellos con una sonrisa un poco incómoda.
Los tres los voltearon a ver, su padre con una cara neutral, sus dos hermanos más pequeños sonriendo y su hermano menor Tobirama con el ceño fruncido.
—Bien, alguien decidió llegar al fin. —quiso suspirar por el comentario de su padre pero se contuvo.
—Lo siento, me distraje.
—Ya, lo de siempre. —despreció su hermano albino—. Bueno, podemos entrar ahora que estamos todos. Por suerte aún estamos en los minutos de cortesía.
Pasaron dos horas, la celebración iba todo lo bien como esperaban todos. La comida estaba rica, los camareros eran atentos y el servicio era rápido. La zona donde estaban dentro del restaurante era privada, solo ellos en una habitación muy bonita.
Estaban en un momento de charla tranquila, Hashirama suspiró mientras dejaba su ahora vacía copa de vino. Observó el resto de aquel líquido rojo, un sentimiento de anhelo y tristeza comenzaban a llenar su cabeza, la sacudió para deshacerse de esos pensamientos.
—Entonces, Hashirama. —alzó la cabeza, mirando a su padre—. ¿Para cuándo me darás descendencia?
Tragó saliva, pudo sentir como las esquinas de sus ojos se llenaban de lágrimas las cuales hizo desaparecer con tres parpadeos.
— ¿Por qué me lo preguntas solo a mi?
—Tus hermanos están todavía en proceso de aprendizaje. Tú ya tienes una buena fama y una buena economía. Ya es tiempo para que encuentres a un buen hombre, que te provea...
El hijo mayor golpeó la mesa, dejando la servilleta que cubría sus piernas en caso de mancharse, y se levantó.
—Creo que es hora de que me vaya.—frunció el ceño—. Celebren por...
—No seas inmaduro, Hashirama. —exclamó Butsuma—. Te vas a quedar solo si...
—Lo que no quiero es tener a un hombre igual que tú como pareja. —está vez le tocó al impasible Hashirama alzar la voz—. Si tengo que tener un hijo prefiero criarlo solo a tener a alguien que se parezca como tú. Así que no me insistas más, joder.
Salió corriendo del lugar con pasos fuertes. Odiaba que esperasen cosas de él, como si tuviera que alimentar las expectativas de los demás. Maldición, eso no le importaba, solo quería vivir su vida como quería, tenía miedo de tener a alguien igual de egoísta que su padre, tenía miedo de encontrar a alguien que no pudiera estar con él, quería a alguien que solo pensase en él y que lo amase con pasión, sin juzgar, solo amarlo y protegerlo de los demás.
Paró delante de un escaparate de vestidos de mujeres para invierno. Se apoyó en este y suspiró. Estaba leyendo demasiado romance, sus expectativas de amor estaban contaminados con la fantasía, no encontraría a nadie como esos caballeros que solo piensan y aman a su querido o querida, jamás. Pasó una mano por su cabeza y masajeo sus cienes, mordiendo el interior de su mejilla. Necesitaba llegar a casa o un bar, lo primero que llegara antes.
Joder, quería sexo ahora. Quizás buscaría un bar, era ya tarde noche, la gente comenzaba a salir.
Cuando iba a sacar su móvil, vio un par de piernas a su lado. Alzó la cabeza y vio a un joven de tez pálida, cabello y ojos negros, ropa oscura y seductores labios rojos, se veía fuerte e imponente, muy varonil. Tragó saliva, sentía que su cara se sonrojaba con solo ver a una persona. Sintió sus manos temblara cuando vio al tipo dirigirse a él, jadeó cuando lo vio agacharse.
—Creo que se te cayó esto. —lo miró un poco embobado, su celular se había caído en algún momento que no recordaba.
Con manos temblorosas agarró el objeto. Incluso su voz era hermosa, grave y sensual, de esas que amarías despertarte cada mañana.
—Gracias.
Hubo un momento de silencio entre los dos, el joven le sonreía encantador.
—Bueno, adiós.
Un sentimiento extraño, una mezcla de desesperación y tristeza, lo hizo estirar el brazo y agarrar la mano del hombre. Este lo volteó a ver, con una mirada confusa.
— ¿Cómo te llamas? —salió como un grito más que como una pregunta.
El tipo rio, tomando la mano del Senju entre las suyas y la besó.
—Madara Uchiha. —acarició sus nudillos—. Te dejo gemir mi nombre si quieres.
Un guiño fue todo lo que necesitaba para ir con ese tipo, el resto de la noche pasó tan rápido que al volver a despertarse al día siguiente en su casa se dio cuenta de que apenas recordaba nada. Solo sabía que la respiración a su lado era claro significado de una noche bastante movida.
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MadaHashi Drabbles
FanficBienvenidos a mi rinconcito MadaHashi, no puedo evitar amar a este par.