「Abajo, hazme el amor」
[...]
Ven aquí abajo y hazme el amor...
Profundas exhalaciones llenaron la habitación y el cálido aliento que se escapaba de sus labios empañó las ventanas, Kakashi ahogó sus gemidos cargados de placer contra la piel tierna de sus finos labios. Sus dedos apretaron sus sábanas, arrugando la tela debajo de su poderoso agarre y su cuerpo convulsionando tan deliciosamente, incapaz de controlarse, incapaz de encontrar un atisbo de cordura.
Excitado y con una emoción indescriptible llenándole el cuerpo, vio como los tiernos y líquidos ojos chocolate se fundían en una mirada penetrante mientras unos regordetes labios se extendían al grosor de su polla goteante. La lengua inquieta de Iruka trazó los surcos de sus venas palpitantes y la cabeza roja y sensible, engullendo su erección con maestría preocupante, succionando con hambre la precorrida que se escapaba abundantemente de su hendidura. Otro escalofrío hormigueó en su estimulado cuerpo cuando la punta de su verga golpeó las tiernas paredes de la garganta cálida de Iruka.
Kakashi respiró profundamente, llenando sus pulmones con impaciencia, tensándose al embriagarse con el suave aroma de su amante. El jōnin jadeó, tratando de calmar la intensa necesidad de hundir sus dedos en ese desastre castaño y follar la arrogante sonrisa de Iruka, llevarlo más adentro de sus piernas, obligarlo a tomar haste el último milímetro de su ereccion y ahogar la bonita voz del sensei pidiendo más. El estímulo de sus pensamientos, sumado a esos gemidos dulces y el sonido húmedo de su pene entrando y saliendo de la boca de Iruka hicieron que marcas en forma de medias lunas se ciñeran en la piel palida de las palmas de sus manos, provocadas por sus uñas cortas.
Tomas mi cuerpo y yo te doy calor. Chupas mi mente hasta volarme la cabeza...
La humedad que brotaba de los labios suaves de Iruka, una mezcla dulce de su saliva y el presemen de Kakashi, recorrió tramos externos de su palpitante miembro, empapando la piel de su abdomen y la parte interna de sus muslos, cortándole la respiración una vez más, maldiciendo lo jodidamente caliente que era todo.
Jadeos pesados rasparon la garganta de Kakashi, a quien le había tomado más esfuerzo del que nunca admitiría haber usado no correrse, aún estando tan estaba cerca, podía sentirlo, pero era muy pronto para simplemente venirse en la boca de su delfín, así que respiró profundo mirando al techo y trató de concentrarse en cualquier otra casa que no fueran los sonidos explícitos que vibraban a través de su polla.
Las próximas veces que estuvo cerca Iruka bajaba la intensidad de sus embestidas, llenándole la polla con pequeños besos suaves y dulces, que si llenaban de calidez el pecho del Copi-nin nadie podría culparlo.
—Ru, yo voy-...— Iruka volvió a separarse de su extensión, lamiendo trozos tiernos de su verga, distrayendo momentáneamente su cerebro de la asfixiante excitación que se acumulaba en la cabeza palpitante e hinchada de su polla. Kakashi se quejó, frustrado por el arrebato brusco de su ansiado orgasmo.
—Kakashi-san, ¿quieres correrte?— una dulce sonrisa se instaló en los labios hinchados y rojos de Iruka, y su voz hizo temblar su polla maltratada. Kakashi asintió sin importale si parecía desesperado, porque, de hecho, lo estaba y en ese momento odiaba las bromas de su sensei.
Iruka sonrió sobre la cabeza rebosante de líquido preseminal; tan celestial, tan dulce, tan pecaminoso.
—Me estás volviendo loco, bebé— Kakashi mordió su labio inferior e Iruka sonrió.
El moreno dejó escapar una suave risa, acercándose cuidadosamente al miembro palpitante del jōnin, soplando el sensible trozo de carne, satisfecho cuando su ereccion palpitó contra el abdomen palido y tonificado.
—¿Me dejaras venir, sensei~?— Iruka respiró entrecortado, extasiado con la voz suave de Kakashi, que no pudo seguir bromeando con él.
Iruka volvió a hundirse entre sus piernas y succionó más fuerte, llevándolo más cerca y tarareó un suave gemido, las vibraciones recorrieron su falo, calentándolo más, si es que eso era posible. Sintió la lengua de Iruka acariciar la hendidura de su punta, tragando el líquido preseminal, succionado el sabor en busca de más, hasta que sintió que algo mas venía.
Con un ronco gemido, le avisó, entre tropezones de palabras, a Iruka que estaba por correrse.
Entonces, como si no fuera suficiente con solo tener la boca cálida y húmeda del sensei, Iruka también agregó sus manos y finas y suaves caricias de un par de manos de bronce recorrieron los espacios vacíos que esos pecaminosos labios dejaron de atender, concentrados únicamente en seguir succionando la cabeza de su pene a punto de estallar.
Kakashi, quien ahora era una desastre hermoso de lindos sonrojos, labios magullados y sudor resbaladizo, respiró profundo, volviéndose aún más loco cuando el dulce olor a brisa mañanera y campos rociados se coló entre su nariz, abriéndose paso en su cuerpo e impregnándolo hasta la ultima nota.
No pudo apartar la vista de Iruka, era hipnotizante verlo perdiendo el control, moviendo descaradamente esa increíble boca sobre su piel; le traía loco la forma en la que el joven sensei gemía alrededor de su erección y se encontró amando los rios que se escurrían, mapeando trazos indefinidos en su polla, utilizando como tinta la cálida saliva de Iruka y el presemen que se escapaba de su punta. Adoró a Iruka y a esos lazos de seda que caían sobre sus hombros; enredados y elegantes, una propiedad invaluable e imposible de resaltar en alguien más. Porque así era Iruka, de una belleza radiante y dulce, masculina pero suave, cálida y atrayente; el balance perfecto en un cuerpo humano que resultaba injusto.
Kakashi siguió viéndolo desde su lugar, contemplándolo con tal atención que por un momento deseó atraer al sensei entre sus brazos y hacer de ellos su nuevo hogar y nunca más soltarlo, amarlo para la eternidad, cuidarlo, mostrarle que no hacía falta más que esa cama y sus extensiones sólidas y cálidas para mantenerlo seguro. Pero a medida que las repetidas succiones de Iruka lo arrastraban al borde, con la cabeza de su polla dura siendo vivazmente acariciada y su falo maltratado por las manos de Iruka, el pensamiento desapareció rápidamente de su mente, ahora más concentrada en las paredes calientes de la boca de Iruka y su propia sangre acumulándose y arremolinándose en la punta de su verga.
Kakashi cedió a la dulzura pecaminosa de ese adorable ángel enredado en sus piernas y dejó que más gemidos rasparan su garganta, cada uno cargado de irresistibles ansias de llenar la boca del sensei y, finalmente para ambos, la culminación llegó, e Iruka, ansioso y sin objeción alguna, bajó hasta hundirse, encontrándose al final del trozo caliente y sensible con la suave piel palida que rozó con la punta de su tierna nariz, empeñándose en embriagarse con el aroma amaderado de los bellos plateados que adornaban la zona.
Iruka se separó, para su disgusto, de la polla de Kakashi, dejando escapar algunas pequeñas gotas de su esencia, sonriéndole cuando la habitación se llenó del coro de sus respiraciones descontroladas.
—Sensei, eres increíble— Kakashi sonrió alzando a Iruka entre sus brazos, besándolo por todo el rostro y acabando en sus labios.
—¿Te gustó? ¿Fui bueno?— Iruka se acurrucó contra él y su erección semidura.
—Oh, sí, lindo, es lo que más me gusta y tú, pequeño delfín, eres el mejor— Iruka sonrió feliz antes de que le echaran cuidadosamente en el colchón. Kakashi sonriéndole también. —¿Debería darte un premio por ser tan lindo, Ruka?
La ropa de Iruka desapareció desordenada por toda la habitación.
Los sonidos ensordecedores llenaron de nuevo el espacio; Iruka gritando y Kakashi jadeando, ambos acompañando el suave vaivén de sus caderas y el áspero movimiento de la cama.
Abajo, hagamos el amor...
Dentro de tu cama, agachados hagamos el amor...
Me apretarás y te sacudiré, tan duro cuando te tome...Ola tras ola de placer, llevándolos a la profundidad del éxtasis. Y para cuando los primeros rayos de sol alcanzaron los ventanales de la habitación, Kakashi e Iruka se estrecharon amorosamente cayendo rendidos por el cansancio nocturno.
Volví 😸
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One-shot (カカイル)
Hayran KurguOne-shot de los viejos de Naruto, porque Kishi le tuvo miedo al KakaIru, pero yo no