III.

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Creía en que todos teníamos nuestro destino escrito.

Lo único que pude hacer fue levantar mis brazos frente a mi rostro y pecho, intentado protegerme inútilmente.

Escuché gritos y comprendí que los chicos de atrás salían despavoridos.

Abrí los ojos, el tigre estaba a poco más de un metro de mí.

Todo estaba ocurriendo tan rápido, que yo no era capaz de comprenderlo completamente. Lo curioso es que fue tiempo suficiente para lamentarme de la patética vida que había llevado. Sin riesgos, sin aventuras, rodeada de la misma gente y del mismo aire.

Me alegró al menos pensar que moriría de una manera exótica, excitante. Mi muerte sería como hubiese querido que fuera mi vida.

Alcancé a ver un relámpago detrás del tigre, era la cadena, el gitano la había azotado contra el suelo y mientras estaba en el aire se había reflejado la luz, no sabía si de los focos, o de la Luna.

En cuanto la cadena se estrelló contra el suelo, el tigre se detuvo.

A medio metro de mí, tal vez menos.

Bajé mis brazos, nada más por que no sabía qué más hacer. El tigre resopló y su fétido olor bucal me rozó la cara.

Escuché las sillas de mis amigos chirriar, ellos también estaban huyendo. Escuché como Leslie forcejeaba con alguien hasta que la cargaron y la sacaron de ahí. Escuché como Liam me susurró una disculpa temblorosa y por el rabillo del ojo vi como se iba.

Ahora sólo quedábamos el gitano, el tigre y yo.

Miré los ojos verdes y enormes del tigre, era una experiencia surrealista. No recordaba cuántas veces había deseado mirar a los ojos a un tigre, mi animal favorito, pero desearlo sentada en un cómodo sofá viendo Nat Geo, era muy distinto a desearlo de verdad. Era muy distinto a desearlo sabiendo que podía hacerse realidad.

Sus ojos tenían todas la tonalidades de verde. Espesas y largas pestañas blancas los rodeaban, mirar a un ser vivo tan poderoso a los ojos, era como mirar al Destino.

Reviví cada uno de los momentos más felices de mi vida y recordé a más de una persona que habían formado parte de ella con las que ahora ya no tenía contacto.

Recordé mi escasos actos solidarios y también todos mis pensamientos egoístas.

Era una especie de juicio final, en vida.

Escuché pasos pesados detrás del tigre y me obligué a levantar la mirada.

El gitano se acercaba a nosotros, lentamente, como si le causara gracia verme temblar.

Lo miré a los ojos.

Y entonces el miedo verdadero, real, comenzó.

En los ojos del tigre vi mi vida, en los del gitano, veía mi muerte.

Cuando estuvo junto al tigre bajó su mano y acarició a la bestia detrás de las orejas. El tigre rugió, abriendo sus fauces y exponiendo sus colmillos enormes a centímetros de mi cara.

Lágrimas inundaron mis ojos, mi boca se secó y el eco del rugido se repitió en mi mente una y otra vez.

Al gitano pareció divertirle mi reacción y se agachó hasta que su rostro quedó a centímetros del mío, junto al del tigre.

–¿Tienes miedo? –me preguntó, su voz ronca y hosca me hizo dar un salto.

Respiré profundo, y terca como siempre, decidí que si moría, al menos no le daría la satisfacción de aceptar estar asustada.

–No. –respondí con la voz más firme que pude, si mis temblores y mis lágrimas no me dalataran, hubiera parecido una respuesta honesta.

Él rió burlonamente, su boca se torcía cuando sonreía, el lado izquierdo se levantaba más que el derecho.

Levantó su mano y me tomó de la nuca, me atrajo hacia el tigre, hasta que sentí como mi nariz rozaba los vellos suaves que había sobre la nariz rosada del tigre.

Cerré los ojos con fuerza y me mordí la lengua para evitar rogarle que me soltara.

Escuchaba, casi sentía al tigre gruñir por lo bajo.

–¿Tienes miedo? –me preguntó de nuevo, pegando su boca a mi oreja, apretando aún más mi nuca.

–¡No! –grité/chillé.

La mano que sostenía la cadena tomó mi mejilla y me giró bruscamente, abrí los ojos y me encontré con los suyos, que estaban entrecerrados mirándome con curiosidad.

Se acercó tanto a mí que nuestros labios se tocaron cuando habló:

–Deberías.

Se enderezó y caminó a la salida con el tigre pisándole los talones.

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Love, Valeria.

Hijo de la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora