V.

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El pasado no se borra, lo aprendí tarde.

Llegué a casa antes de que oscureciera, mi madre me recibió con una sonrisa, mi padre aún no llegaba y mi hermano me sacó la lengua.

-La cena estará lista en 20 minutos, Meredith, ¿podrías poner la mesa? -me preguntó con una sonrisa, siempre estaba sonriendo, era la típica ama de casa más que satisfecha con su vida, o más bien, confirme con su vida, así lo veía yo.

-Sí. -murmuré rascándome la nuca, de todas formas no tenía tarea que hacer esa tarde.

Limpie la mesa de seis asientos y puse los cubiertos, cenaríamos pechugas rellenas y spaguetti.

Mi padre llegó justo cuando mi madre terminó de servir los platos. Nos sentamos y cenamos en silencio mientras pasaban un partido de fútbol en la televisión

Estaba enrollando una buena cantidad de spaguettis en mi tenedor cuando mi madre me reprendió:

-¡Meredith! ¡Basta! ¿Acaso tienes piojos? -me preguntó mirándome con el ceño fruncido.

Mi padre, mi hermano y yo la miramos confundidos.

¿De qué estaba hablando?

-¡No has dejado de rascarte la cabeza desde que llegaste! Y creo que también te vi haciéndolo ayer. -comentó con el ceño fruncido.

Yo enarqué una ceja y me sorprendí cuando sentí las uñas de mi mano izquierda sobre mi nuca.

-No me di cuenta.

-Pues yo sí. Antes de que te vayas a dormir te revisaré.

Bufé.

¿Hablaba en serio?

-No tengo piojos. Me estaba rascando la nuca, no la cabeza.

Ella frunció los labios y me advirtió que si no me encargaba de mi "plaga", ella lo haría.

Un par de comentarios graciosos por parte de los narradores del partido fueron suficientes para que el tema quedara atrás.

Sentí comezón de nuevo y me mordí el labio para abstenerme de rascarme.

No me había dado cuenta de que llevaba ya varias veces rascándome. La comezón era tan efímera y leve que inconscientemente me rascaba rápido y no me daba ni cuenta.

Apreté mi mano izquierda en un puño y seguí comiendo.

Cuando el partido terminó levanté mi plato y lo lavé en silencio, me despedí de mis padres con un beso en la mejilla y de mi hermano con un jalón de cabellos.

Llegué a mi habitación y me rasqué la nuca con necesidad, casi desesperación. Fruncí el ceño y recogí mi cabello rubio en un chongo que dejó al descubierto mi nuca.

Me coloqué delante del enorme espejo de mi tocador y tomé un espejo más pequeño en mis manos, lo coloqué a un lado de mi cabeza y un poco más atrás, de manera que el ángulo me permitiera ver lo que se reflejaba en el espejo del tocador.

Contuve el aliento.

Miré mi reflejo y me encontré con mis ojos azules abiertos de par en par, mis delgados labios rosados formaban una "o", la salida perfecta para un grito que no formulé.

Volví a mirar el reflejo del espejo pequeño y solté un gemido preocupado, no lo había imaginado, de verdad estaba ahí. De verdad había una mano negra marcada sobre mi cuello.

Es una especie de hematoma, muy oscuro. No estaba totalmente marcado, era como si muchísimos de misvasos sanguíneos se hubieran reventado y dieran la forma de una mano. Eran como miles de grietas delgadas y pequeñas conectadas dibujando una mano en mi nuca.

Sacudí la cabeza, seguro no era negro, seguro era violeta, como cualquier otro hematoma, pero en mi piel pálida como porcelana, se veía negro.

Me quebré la cabeza pensando en qué pudo haberme pasado, cómo pudo algo así llegar a mí, a mi cuerpo.

Le di vueltas y vueltas hasta que dejé de hacerme la tonta y acepté la respuesta que supe desde el inicio.

La respuesta que no tenía lógica.

La respuesta que me asustaba.

El gitano.

Recordé el momento exacto en el que me tomó de la nuca y me obligó a acercarme al tigre y después, cuando me había obligado a mirarlo a los ojos, apretando aún más su agarre.

La comezón volvió y me rasqué casi con rabia.

Respiré profundamente y sacudí mi cabeza, repitiéndome una y otra vez que no era más que un moretón que un gitano chiflado me había hecho y me fui a dormir.

Mañana el moretón perdería color, comenzaría viéndose más morado, después verde, después amarillo y en unas semanas o menos, desaparecería.

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Love, Valeria.

Hijo de la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora