5. ||Lo siento||

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|| Noviembre 01, 1985 ||

|| Grace ||


Abrí la puerta de mi casa y recé para que mis padres estuvieran durmiendo ya que venía echa un asco de la fiesta de Eddie y solamente quería irme a dormir. Pero para mi mala suerte, mi padre, Edward, seguía despierto.

—¿Qué tal la fiesta, cariño?— Me habló en voz baja, seguramente porque mi padre seguía durmiendo; mi otro padre William, para ser exactos y no confundir.

—Muy bien, pero estoy cansada. Mañana nos vemos.—Me limité a responder con un deje apenado por lo que había pasado con Chrissy.

Desde que la dejé en su casa, no pude parar de pensar en que yo había hecho algo mal. Y con haber hecho algo mal me refiero a "forzarla" un poco a comer. Pero tampoco sabía que le sentase mal la pizza, es decir, ¡No me lo dijo!

Y luego me reprendí por pretender echarla la culpa a ella en mi silencio, dentro de mi cabeza. Tal vez si no la hubiese dicho que viniese a la fiesta no estaría enfadada conmigo..., ¿Estaba enfadada conmigo? Al menos eso parecía porque ni siquiera me miró cuando desapareció por el umbral de su casa.

También me reprendí por haber sentido ese cosquilleo en la tripa cuando estaba ayudando a Chrissy a andar y cuando ella me rodeó por la cintura las dos veces que se montó detrás de mí en la bici. No me podía empezar a gustar Chrissy, simplemente no podía ser, ella tenía novio, un novio guapo, popular, buena persona. Bueno para ella. 

Él podía abrazarla y besarla cuando y cómo quisiese —con consentimiento y sin ser muy MR agobios, niños, por favor—; yo no.

Él podía prestarla su chaqueta cuando tenía frío sin ser mirados con malos ojos; yo no podía.

Él la podía poner apodos bonitos; yo no.

Él podía apartarla un mechón de la cara y dejar su mano en su mejilla; yo no.

Él la podía mirar con cariño; con amor; con deseo; yo no.

Él podía decirla <<Te quiero>>; yo no.

—Buenas noches.—Y mi voz sonó débil, rota. Me escabullí en el interior de mi habitación antes de que me dijese algo más; me cambié, me limpié la cara, me cepillé el pelo y los dientes y entré en mi cama, entre las sábanas calentitas y seguras. Donde no me podían romper el corazón. Pero donde mi cabeza podía dar vueltas y vueltas sin cansarse hasta el amanecer.

Oí unos golpecitos en la puerta y me apresuré a limpiarme las lágrimas que aún no habían caído pero que amenazaban con derramarse en cualquier momento.

—Gracie... ¿Qué ha pasado?— Me preguntó mi padre —Edward— sentándose en la cama, mirándome con una expresión entre confusa y preocupada; llevaba un jersey verde botella que hacía juego con sus ojos verdes esmeralda; también llevaba un pantalón de pijama azul marino con líneas finas celestes. Decía que le recordaba a mi padre William —O, como se llamaban entre ellos, Hazz y Lou, ya que esos eran sus segundos nombres. Harry y Louis— ya que los ojos de mi padre Will eran azules celestes. 

Me senté en la cama, enfrente de papá; él era una de esas personas que transmitía paz, tranquilidad, confianza y conformidad.

Me vi contándole cómo me había ido en la feista, sin omitir partes, sin omitir a Chrissy; sin omitir mis sentimientos y el cómo me había hecho sentir cuando estuvo tan cerca de mí; me vi contándole ese sentimiento de culpa que aumentaba por segundos; y me vi llorando en sus brazos.

Papá me acariciaba la cabeza y me envolvía con sus brazos, susurrándome cosas para hacerme sentir mejor. Era ese sentimiento de estar segura en esos brazos, en su calidez paternal. Era ese <<Estaremos bien>> que escuché antes de quedarme dormida en sus brazos, como acostumbraba a hacer de pequeña.

|| 𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐝𝐨 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora