Capítulo 4

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Cunas de oro y madera



La frustración crecía con cada segundo que el bebé lloraba con toda la fuerza que sus pulmones le permitían, su pierna se movía constantemente y la suela de su zapato producía un ruedo seco cada que golpeaba el suelo blanco de la habitación.

— ¡Cállalo de una buena vez!

— ¡S-Si, su majestad!


La criada, una chica que no pasaba de los 13 años, se apresuró en cargar a Orión para mecerlo, bufo cruzándose de brazos ante los sollozos resonando en el lugar.

Todo estaba decorado según lo pedido; muebles blancos con toques dorados, repisas repletas de peluches de distintos animales, una esquina con juguetes de montar o movibles, unas puertas blancas que daban paso a un armario repleto de ropas para dos años que servirían para diversos lugares [paseos al aire libre, mañanas, para jugar en su habitación, tiempo con su familia, presentaciones al público, hora de dormir], otra que daba para el baño personal y la cuna del centro que estaba hecha de oro con intrincados diseños de flores imperiales en las partes superiores con un móvil colgando en la parte superior[caballos, una espada tejida, una corona y un dragón dorado] siendo cubierto todo por una fina tela de seda.

Preparado para saciar cualquier necesitad que el infante necesitara durante dos años completos, una verdadera lástima que no soportara escuchar sus llantos cuando lo visitaba a pedido de Karax y este siguiera intentando probar magia negra en la pequeña mente.

Restregó sus manos contra su rostro para salir de la habitación con molestia ante el punzante dolor de cabeza, lo más seguro era que su padre fuera a visitar a Orión, no iba a perder su tiempo en algo tan inútil como crear un vínculo familiar con el oji joya.

Después de todo, estaba destinado como una cría en ganado de granja; moriría quisiera o no.

¿Por qué amar un contenedor?


— ¿Sigues sin poder entrar?

— ¡El bastardo que haya creado ese escudo sabía lo que hacía! —rugió Karax con cólera logrando que tambaleara. — ¡No hay ninguna brecha que aprovechar y pareciera fortalecerse con cada día que pasa! Para poder pasar mi alma a su cuerpo... el único modo sería dejarlo al borde de la muerte.


Detuvo sus pasos en aquel pasillo apretando sus puños, sus ojos viajaron a la bruma espesa que lo seguía tan rápido que casi se mareo con la imagen de un rubio adolescente siendo apuñalado por la espalda.

¡Papá!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora