|Capítulo 9|
Un hermoso sueño
Anastacius estaba sentado en la barca imperial contemplando como su sobrino, o mejor dicho, hijo adoptivo, se divertía mirando los pétalos de flores caer en el agua.
Sus ojos solo podían centrarse en el rostro contento del pequeño, quien se reía cada que sus dedos rozaban uno de los pétalos antes de moverse en su regazo, con una energía que no podía entender de dónde salía.
Orión siempre parecía ser un sol pequeño que bajo de los cielos para iluminar el mundo de todos quienes le rodeaban, de un modo tan natural, que algunas veces se preguntaba si es que su hermano menor realmente tuvo mucho que ver en su creación.
El mayor acaricio los cabellos del pequeño niño, ganándose su atención curiosa.
Esos ojos brillantes, libre de toda la malicia que existía.
— ¿Awa...?
— ... No. —Fue su corta respuesta ante la pregunta del infante, dándole un suave golpecito en la nariz. —
Aquel gesto lo hizo reír, dejándolo algo confundido, pero no pensó en nada.
Prefería solo disfrutar de aquel momento de tranquilidad que tenia lejos de Karax, con el sol bañándolos en una luz cálida en lo que la barca se mecía suavemente por el lago.
— Apa...
— No me llames así, Orión... —Murmullo cerrando sus ojos, suspirando al sentir las pequeñas manos tirar de las decoraciones de su ropa. —
— Papá...
No te encariñes.
No sientas nada.
El amor es solo una debilidad para un emperador.
El amor te hace un esclavo.
Se sorprendió cuando Orión lo abrazo, enterrando su rostro contra su pecho mientras sonreía con toda la alegría que tenía.
Sintió una breve sensación suave en su corazón, además de un apretón en su estomago cuando lo escucho repetidas veces llamarlo con aquella voz tan emocionada que mostraba.
Alzo sus manos para envolver su pequeño cuerpo, acercándolo más, si era posible, aspirando sutilmente el aroma a lavandas de su sobrino, relajándose por este mismo.
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¡Papá!
FanfictionPrecuela de Sangre Dorada. Anastacius ya habia cumplido lo que su ancestro tanto le insistia: tener al hijo de su hermano a su lado como futuro recipiente. Entonces... ¡¿Por qué ese niño lo miraba y lo buscaba tanto?! - ¿Awa? - ... no. Del odi...