Capítulo 8

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Felicidad



Décimo mes.

Claude alzó a Orión con una sonrisa en su rostro, la risa de su primogénito era como el primer canto de las aves anunciando la llegada de la primavera.

Beso con amor las mejillas de este, recibiendo como recompensa que lo tomara del rostro y juntara sus frentes con mucha emoción.

— Mi hijo... no sabes cuan feliz soy de tenerte en mis brazos de nuevo.

— ¡Wiii!

— Sí, wii.

Rio suavemente fijándose en los ojos enjoyados que eran idénticos a los suyos, las pequeñas cejas delgadas de color rubio que resaltaban por la piel algo pálida.

— No sabes... cuanto te extrañe. —murmullo con tristeza. —

Volteo a mirar donde se encontraba su esposa junto a Nisha, ella lucia más radiante que antes y sabía que eso se debía al permiso que su padre les concedió para pasar tiempo con su hijo.

Al principio no creyó en las palabras del otro hombre, pensó que sería otro modo de ilusionarles, sin embargo, hizo un trato con ellos para que se pudiera hacer realidad sus sueños de pasar tiempo con su niño.

Se les permitiría visitarlo, jugar con él, siempre y cuando, estuvieran bajo la vigilancia de un par de guardias, al igual que un grupo de sirvientas especializadas en su cuidado.

Camino hasta donde estaban las dos mujeres de su vida tranquilamente, disfrutando de la brisa fresca, reposando debajo de la copa de un árbol que se encontraba en el jardín imperial y disfrutando de un pícnic sencillo para celebrar el décimo mes de los mellizos.

Una pequeña tarta de frambuesas con un pedazo de durazno era el platillo principal, los nombres de ambos infantes estaban escritos en la cima con chocolate.

— ¿De qué estabas hablando con Orión?

— Solo recordé cuando pude volver a cargarlo nuevamente.


Ella le devolvió la sonrisa con ligera pena reflejada en sus ojos.

Cuando vio por primera vez a la sirvienta caminar a ellos con Orión en brazos, pudo sentir como todo su cuerpo se paralizaba momentáneamente antes de caminar apresurado hasta la mujer.

Sus manos temblaban cuando se aproximó, la fémina solo mantuvo un rostro tranquilo cuando le entregó a su hijo, a quien aferro contra su pecho, escuchando sus balbuceos al verse siendo apresado.

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