2. El incidente

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Entre más miraba la información que tenía, más odiaba a mi prometido.

Su familia era dueña de casi toda Roma había negocios con el apellido Fiore por todos lados.

Además él era demasiado cliché, había estudiado negocios internacionales, ganado números premios y hasta el momento no había rumores de alguna relación seria o de alguna aventura.

Incluso no había fotos de él por ningún lado ya que nunca se dejaba tomar fotografías.

Suspire pesado. 

Y cerré de de golpe el folder cuando  en la aerolínea llamaron a mi vuelo.

El vuelo 314 con destino a Roma.

Me levanté y tome mi maleta. Camine por el pasillo y entregué mis papeles a la persona que estaba parada frente a mi. Sonrió y me los dio de regreso.

—Tenga un excelente viaje. —dijo y  asentí con la cabeza.

Me dirigí a la línea de abordar
cargando mi maleta en mano, no llevaba mucha ropa ya que no la necesitaría,  solo necesitaba  las cosas importantes como teléfono, tarjetas de crédito y la visa.

Mi abuela antes de emprender con esta misión me había hecho papeles falsos que la familia de Angelo no podría descubrir.

Ahora mi nombre era Diona Mancini graduada de la  Universidad de Oxford en la licenciatura de educación.

Tenía 25 años y era capaz de ser educadora en casa.

Mi nuevo trabajo sería cuidar a la hermanita menos de Angelo, Donnie.

Sabía que él se la pasaba viajando casi todo el tiempo y que por lo regular no estaba en casa. Así que no tendría problema al encontrar alguna información de él.

Al llegar a mi lugar me senté y suspire pesado.

No quería casarme.

Aún era muy joven, quería seguir viajando, seguir preparándome.
Y el estar casa sentía que era un impedimento en mi vida.

Recargue la cabeza en mi sillón cuando sentí un golpe de la parte trasera.

Me levanté y comprobé que mi vecino era un niño de aproximadamente unos 10 años y al mirarme sonrió.

No era una sonrisa amable, era una sonrisa de burla.

Cerré los ojos y regrese a mi lugar.

—Disculpe.—escuche hablar y levanté la vista.

—¿Si?—dije y  frente a mi estaba parada la persona más guapa que jamás había visto en mi vida.

Llevaba el cabello corto chino, sus ojos eran oscuros, pero de un oscuro que al mirarlo sentías que podía ver en tu interior era de piel clara y tenía un lunar junto a su boca.

—Señorita ese es mi asiento.— fruncí al ceño al escucharlo.

—¿Disculpe?—dije y me mostró su boleto. Al verlo saque rápidamente el mío.

—También es el mío. —se lo mostré y él hizo una mueca.

— Permítame.—dijo dando la vuelta y hablándole a la azafata. Yo negué con la cabeza y suspire hondo, de todos los vuelos que había hecho jamás me había pasado eso.

La azafata llegó y le dedico una sonrisa al extraño.

—¿En qué puedo ayudar? —dijo y me levanté del lugar.

—Ambos tenemos el mismo número de asiento señorita. —dije ella frunció el ceño.

—¿Me permiten ambos pasajes?—dijo y él le tendió los boletos y ella se fue.

Él chico se me quedaba viendo a lo cual me hacía sentir un poco intimidada.

La azafata regreso y le dio los boletos al extraño.

—Disculpe señor Lombardi, pero hubo un error, usted pago el boleto por internet y ella lo hizo en ventanilla es por eso que sucedió esto.

—¿Y entonces?—dijo y la azafata se comenzó a poner nervioso.

—¿Me puede a compañas para que le dé un mejor asiento?—al escucharla hablar me cruce de manos y me la quedé viendo de mala manera.

—Yo también fui la afectada sin embargo conmigo no se dirige.
¿A caso es por qué soy una chica entonces no tengo el mismo derecho? ¿O es porqué el tiene más dinero que ello? —Lombardi me miró y negó con la cabeza.

—No tengo problema con que a ella le dé el lugar yo puedo viajar aquí sin ningún problema.—al escucharlo hablar sentí como si me hubieran hechando algo frío y entonces la adrenalina se apoderó de mi.

—¿Está diciendo que me deja sus sobras?—sonreí sarcásticamente.

—No gracias. —dije y me di la vuelta la gente comenzaba a voltear en nuestra dirección.

—Señorita. —dijo él extraño y tomo mi mano yo inmediatamente la solté.

—No intentaba ofenderla, de verdad si gusta puedo.—no alcancé a escuchar el resto ya que estaba de nuevo en mi lugar con los audífonos puestos.

Suspirando y maldiciendo a todos. Mi madre siempre me había dicho que cargaba un carácter demasiado fuerte y explosivo, que para que estallara solo necesitaba una mecha pequeña, pero eso me había ayudado a ser la persona que era ahora.

El tener un carácter de mierda había funcionado de maravilla causando que la gente no sé metiera conmigo, haciendo que todos me respetarán y me vieran como la líder que debía ser para los negocios de la familia.

Suspire pesado y me di vuelta.

Iba a intentar cerrar los ojos para descansar un poco cuando la azafata me llamo.

—Disculpe señorita.—dijo y voltee.

—¿Si?—al decir eso ella extendió una charola frente a mi. Yo fruncí el ceño.

—No pedí eso.—señale la charola y ella sonrió.

—Es cortesía del señor Lombardi .—fruncí el ceño.

—¿Y porqué me mandaría esto? —dije y volvió a sonreír cosa que me estaba poniendo los pelos de punta, nadie podía sonreír tanto sobre todo cuando hablaban con alguien como yo.

—Es su manera de disculparse por el insistente del boleto ya que es uno de los socios de la aerolínea.— tosi y casi me ahogo con mi propia saliva.

—Oh.—fue lo único que pude decir y la azafata me dejó la charola.

Osea que ese hombre tan perfecto sacado de un libro erótico era el administrador de la aerolínea.

Sonreí y abrí el plato, solo de verlo se me hizo agua la boca.

Era un gran pedazo de carne acompañado de ensalada junto una tabla de quesos. Una de mis combinaciones favoritas.

Me acomode y comencé a devorar cada pedazo de carne. Al terminar e intentar acomodar la charola encontré una pequeña nota.

"Quizás no sea demasiado, pero al menos espero allá sido de ayuda en algo. Disfrute su vuelo y espero poder volver a coincidir con usted"

Al leer aquel pequeño papel se me formó  sonrisa involuntaria.

Además de rico amable y hermoso era una combinación perfecta. Lástima que jamás lo volvería a ver.

Conociendo a mi prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora