8. Destrucción

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Me levanté de la silla y di un último vistazo en el espejo.

Era viernes por la noche y me apetecía salir, además era mi primer fin de semana libre después de casi un mes en Roma.

Y eso gracias a qué Eris había regresado de su viaje de negocios.

El tiempo había pasado demasiado rápido y ni cuenta me había dado, las novedades eran que, Hades se había vuelto una persona muy importante y agradable en mi vida, además de divertido él era muy noble, en su tiempo libre se la pasaba haciendo caridad y la música se le daba bastante bien.

De Eros no había sabido nada al igual que Angelo y según Hades cuando viajaban a Estados Unidos demoraban en regresar.

Así que hasta ahora era aburrimiento en absoluto. Deje de mirarme en el espejo y salí de habitación.

Aún no me acostumbraba a los pasillos de la casa, demasiado grandes y fríos se sentía como si no hubiera vida humana.

Recorrí el pasillo que conectaba las habitaciones de servicio y el vestíbulo cuando la puerta se abrió de golpe, haciendo que pegará un brinco.

-Puedes despertar. -Eros no termino la oración al verme la sonrisa que llevaba desapareció.

-¿Buenas noches?-dijo más en tono de pregunta que en forma casual. Le di una leve reverencia.

-Buenas noches señor, disculpe las molestias. -dije y seguí mi camino a la puerta.

-¿Quién es ella?-dijo la rubia que lo acompañaba.

-Es parte del servicio. -me detuve de golpe antes de abrir la puerta, no sabía que unas palabras pudieran causar tanto daño como esa simple respuesta había causado en mi.

Llevaba tres semanas pensando en él, en que si estaría bien, en que si pensaría en mi o recordaría el mejor fin de semana de la historia.

Pero era triste darse cuenta de que lo que teníamos era solamente química sexual.

Cerré los ojos y me di valor para salir ya que esos dos estaban riendo en el vestíbulo aún.

Una vez fuera tome aire.

El darme cuenta de aquello tan insignificante era lo mejor que me podía pasar, de esa manera también enteraría lo que habíamos pasado y seguiría con mis planes.

Trataría de buscar información de mi prometido para hacer que nuestro matrimonio funcionará.

Baje los escalones de la puerta y camine a la entrada principal entonces vi una silueta.

Era un chico Alto cabello negro y llevaba un traje puesto. Estaba recargado en la fuente mirando al cielo.

Pase frente a él. Y entonces me detuvo.

-¿Quién eres?- su voz era gruesa, pero se escuchaba bastante cansada.

Gire a verlo de frente. Era de piel clara, su cabello estaba bien recortado y aunque se parecía a Eros él se veía un poco más grande.

Debía ser él Angelo.

-Te pregunté. ¿Quién eres?-dijo en un tono bastante arrogante.

-Buenas noches, son Diona. La niñera. - frunció el ceño y asintió con la cabeza.

-Creo que he pasado mucho tiempo fuera de casa. Se levantó del lugar y camino a dónde estaba parada. Él era bastante alto, podría jurar que era más alto que Eros y Hades.

-¿Levas mucho?-trague saliva cuando estaba frente a mi. Y negué con la cabeza.

-Un mes.-asintió con la cabeza.

-Eso lo explica. -hice una mueca al escucharlo. No entendía a qué se refería.

-¿Disculpe? -dije y el saco un cigarrillo.

-El personal de servicio debe salir siempre por la puerta trasera. La entrada principal es solamente para la familia.-escuche atentamente las palabras del grandísimo idiota que tenía parado frente a mi.

- Disculpe señor, pero yo siempre he entrado y salido por está puerta.-nego con la cabeza sin dejarme continuar.

-Pues por lo visto la disciplina en esta casa se ha perdido una verdadera lástima. -dijo y le dio una calada al cigarrillo dejando caer el humo en mi cara. Di un paso a la izquierda para poder irme y el volvió a bloquear la salida.

-Creo que fui lo suficientemente claro. - sentía cómo el cólera iba saliendo, lo sabía porqué cada que me enojaba, las manos me sudaban y me comenzaba a dar comenzó en el codo.

Quería decirle lo idiota que era, que prefería renunciar y largarme a tener que aguantarlo, que no me casaría con alguien tan estúpido como él, pero en lugar de eso asentí con la cabeza y regrese por dónde había salido.

Si renunciaba en el primer rose sería una estúpida porque no tendría evidencia que necesitaba para poder ser libre. Así que tenía que soportar al imbécil.

Entre a la casa y pude escuchar risitas que venían de la sala.

Suspire hondo y cerré los ojos al pasar por ese lugar Eros tenía recargada a la rubia contra la pare pero al verme la soltó de inmediato.

-Ah yo. -no dije nada pase de largo y me metí a mi habitación cerrando de un golpe.

Las ganas de salir había desaparecido el imbécil de mi prometido había cagado mi noche de viernes. Suspire pesado y me aventé a la cama.

Tome una almohada y di un gran grito. De esos que te ayudan a liberar el estrés entonces la puerta se abrió y me incorpore de inmediato.

Eros estaba parado frente a mi, tenía los ojos rojos y apestaba alcohol.

Apesar de su apariencia destructiva se seguía viendo demasiado hermoso. Sus ojos rojos le daba un toque de misterio.

-¿Puedes salir de mi habitación? No estoy de humor. -dije y me levanté de la cama al querer ir a esconderme al baño el me jaló de la mano acto que hizo que mi corazón se acelerara, pero me solté rápido.

-Tu invitada te espera.-al decir eso negó con la cabeza.

-Le dije que se fuera.-dijo arrastrando las palabras debido al alcohol.

-Aún así vete. -nego con la cabeza y me abrazo. Su cuerpo estaba tenso cerré los ojos al sentir sus manos a mi al rededor, pero cobré la cordura y lo empuje.

-No puedes. -me soltó y camino a la cama puso sus manos sobre su cabello.

-Quise superarte, intente olvidar juro que si, pero no pude. Y sé que es algo estúpido porque solo nos hemos visto un par de veces, pero jamás me había pasado con nadie, he intentado buscar una solución, pero entre más pienso más recuerdo cómo se siente tu piel, tus caricias, tu olor. -Se aventó a la cama.

- Sé que soy patético, pero jamás quería una noche más con alguien hasta ahora, no solo quiero una noche, quiero todas las noches.

Me quede observado cómo decía aquellas palabras, sintiendo el dolor que él sentía porque era mutuo.

-Te prometo que si me pides que solo sea sexo lo tomaré, pero si me pides intentar algo nuevo, quizás no sepa que hacer, pero puedo intentarlo.- no pude decir nada después de escucharlo hice lo primero que se me ocurrió.

Me lance a sus brazos y lo bese. Sus labios sabían alcohol, podía sentir la urgencia que tenía al tocarme porque su tacto era demasiado brusco.

Y entonces lo supe, no necesitas conocer a alguien de toda la vida para saber que esa persona será el amor de tu vida, aveces solo necesitas unos segundos para conocer a tu destrucción.

Conociendo a mi prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora