7. Narra Angelo

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Negué con la cabeza y me pase la mano por la frente.

-¿No puedo simplemente firmar la hoja y ya?-mi abuela balbuceo algo que apenas entendí.

-De acuerdo como tú digas.-dije y colgué el teléfono Eros se me quedó viendo con el ceño fruncido.

-¿Vas acceder? -asentí con la cabeza.

-No me queda de otra.-se levanto de la silla.

-Es una mierda,no puedo creer que te estén obligando a casarte solo por querer expandir el negocio.

Ya nos va muy bien aquí ¿Porque hacerlo internacional?- me encogí de hombros y me levanté de la silla.

-La familia cada vez se hace más grande y si Afrodita y Eris siguen gastando como lo hacen es mejor prevenir. -tenía ya un mes desde que la abuela me había dicho que tenía que casarme con una chica estadounidense para armar una alianza, la idea del matrimonio a mi nunca me había gustado, pero tampoco está encontrá de ello, sabía que tarde o temprano me dirían sobre eso.

Me había preparado mentalmente, así como lo hacía con todas las cosas relacionadas a mi vida privada.

Además no era como si me afectará, conocería a mi prometida, firmaríamos un contrato prenupcial y cada quien seguiría su vida o al menos eso me habían dicho.

Lo poco que sabía de ella es que era una chica mimada, que siempre hacia lo que quería, no tenía respeto por nada ni nadie. Así que para ambos sería como sacarnos la lotería, ella se alejaría de su familia y yo haría que la mía no me buscará más esposas algo bueno y justo.

Camine al mini bar y me serví un trago.

-Es un ganar ganar.- Eros nego con la cabeza.

-Sé porque lo haces y aunque está mal aceptaré lo que digas.

-Sonreí y dejé el vaso en la mesita.

-Deja de enojarte mejor y ve a empacar.- Eros suspiro.

-No quiero volver a casa.- para mí era normal no aparecer por casa, si llegaba cinco veces al año era mucho, pero a Eros siempre le ilusiona a volver ya que el amaba a la familia, según él la familia era lo más importante. Así que me acerque a Él.

-¿Que ocurre?-dudo por un momento, pero después se aventó al sofá.

-Hay una chica. No me la puedo sacar de la mente, pero ella no quiere saber de mi.-al decir lo último su voz se fue apagando lentamente.

-Así que el indomable al fin fue domado. -me lanzo un libro.

-Cierra la boca, es un mierda y ahora te entiendo un poco más.-sonreí y le lance de nuevo el libro.

-¿Qué la hace especial?-pregunte bastante curioso Eros era un tipo rudo, quizás no tanto como yo, pero el no se enamoraba.

Después de lo que me ocurrió él prometió que jamás se enamoraría de una chica y aunque varias veces quise sacarlo de ese pensamiento jamás pude.

-No lo sé -dijo finalmente.

-Desde que la vi por primera vez sentí algo extraño, no quiero sonar estúpido porque apenas si la he visto, pero tiene algo que me hace verla diferente.

-¿Y por eso escapaste?-dije y se levantó del sofá.

-Quería aclarar mis ideas, saber porqué no podía dejar de pensar en ella.

-¿Y ya lo descubriste?-al escucharme nego con la cabeza.

-Es peor, ya que no aguanto las ganas de llegar y buscarla aún sabiendo que me va a rechazar. -negué con la cabeza.

-Si que estás jodido. -dije y Eros camino a la salida.

-Lo sé, pero dicen que las esperanzas son lo último que muere.

Conociendo a mi prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora