11. Problemas

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—Adelante. —respondieron cuando toque la puerta de la oficina de mi jefe.

—¿Se le ofrece algo más señor o ya me puedo retirar?— levantó la vista y miró su reloj.

—Disculpa, no vi la hora. Puedes marcharte.

Y nuevamente gracias por haber tomado el trabajo, no sabemos que pasó con la chica que había aceptado. —sonreí al escucharlo y le di una pequeña reverencia.

—Las gracias se las debería de dar yo por haber confiado en mí. —dije y di la vuelta.

Elián Rizzo era diferente a cualquier Ceo que había conocido, era amable, considerado, alegre era una persona que merecía el puesto que tenía.

Ahora entendía porqué todos en la oficina lo adoraban.

Camine a dónde estaba mi escritorio y tome mis cosas, para después avanzar al elevador.

El edificio Rizzo tenía 10 pisos y cada uno tenía una función en específico.

Estaba el área contable, el área de marketing, el área de publicidad, logística, arquitectura, mercadotecnia, despacho de abogados entre otras.

Mi piso era el último, el ejecutivo, en donde se tomaban todas las desiciones importantes de la empresa.

Una vez dentro del elevador mi celular comenzó a sonar,  lo saque de la bolsa y al ver de quién  se trataba suspire y lo guarde.

Era Eros y estaba segura de que  ya se  había dado cuenta de que no estaba y no tenía aminos de escucharlo lo cierto es que estaba demasiado cansada.

Al bajar del elevador Kiara me saludo.

—Di, tu Carnet está listo, puedes pasar a recursos humanos. Sonreí y asentí con la cabeza.

Había visto muchas películas y series en donde describen que trabajar en una empresa es lo peor que puedes hacer ya que te encuentras con muchas cosas negativas, pero aquí al parecer, no había nada de eso.

Todos te trataban como educación y amabilidad se sentía algo irreal.

Al llegar a la oficina de recursos humanos toque la puerta.

—Adelante. —respondieron y abrí.

—¡Hola! Me dijo una chica rubia.

—Soy Rebeca, la responsable de este santuario. Tú debes ser la nueva secretaria ejecutiva. —dijo y asentí con la cabeza.

—Toma.—me dio el Carnet.

—En caso de perderlo deberás de hacer una reposición y avisar inmediatamente, así lo daremos de baja.

—ok, gracias. —dije y salí del lugar. Mire mi reloj y eran las 8:00 PM.

No era muy tarde, pero tampoco era muy temprano, así que me daría la tarea de buscar una casa o apartamento para rentar, era mucho más barato a vivir en un hotel. O al menos eso era lo que sentía.

—¡Adiós! —dije al pasar por recepción.

Una vez fuera acomode mis cosas y comencé a divagar en lo injusto que había sido Angelo ya que  era el culpable de que mi vida ahora fuera un desastre, tenía que gastar un dinero que no debía, tenía que estar sin un hogar todo por culpa del idiota ese.

Suspire pesado y cuando di la vuelta al edificio me jalaron del brazo.

—Pero...—iba a defenderme cuando vi que se trataba de quién se había vuelto mi Voldemort osea el innombrable.

—¿Que mierda te pasa?—dije y sé cruzó de brazos.

—Así que él te mando a mi casa.—al escucharlo rodé los ojos.

—Eres un imbécil. —dije y me hice de lado para avanzar, pero me volvió a bloquear.

—Sabia que había algo raro en ti, pero jamás imaginé que te prestadas, para hacer algo tan bajo.—suspire hondo y le di un empujón que no pareció afectarle.

—Tu cerebro diminuto no te deja ver mucho más allá de tu nariz ¿Verdad?

Yo estaría feliz en este momento en mi otro trabajo, pero te recuerdo que tú fuiste quien me hecho, no me quedo de otra que conseguir un nuevo empleo no puedo vivir de aire.

—Y de una madrugada a otra te aceptaron en una empresa como está. —cerré los ojos al escucharlo estaba comenzando a estresarme.

—No fue tan fácil, le pedí ayuda aún amigo y el me ofreció este empleo.

No debería darte explicaciones, pero aún así ahí las tienes ahora largo de mi camino o comienzo a gritar. —Angelo se me quedó observando atentamente, cómo si quisiera descubrir algo, así que me retire lo más rápido que pude.

Me importaba una mierda lo que pensara, ya que  por su culpa es que me encontraba haciendo algo diferente a lo que tenía planeado.

Llegué al hotel y me recosté en la cama.

Ahora es que pensaba que haber venido era lo peor que se me había ocurrido.

¿Que pasaría cuando todos descubrieran que era la prometida de Angelo?

¿Eros me perdonaría? O quizá jamás querría volverme a ver.

Suspire pesado y me quite los zapatos, necesitaba dejar de pensar en los Fiore, sobre todo en Eros, eso no me traería nada bueno.

Cuando estaba comenzando a relajar mi cuerpo, un golpe en la puerta me hizo reaccionar de nuevo me levanté de la cama y al abrir  Eros entro rápidamente, cerrando la puerta de nuevo.

—¿Que haces aquí?—dije y él se acercó a mi me tomo de la barbilla y me dio un beso, al inicio puse  resistencia, pero cuando me tomo de la cintura y pego nuestros cuerpos deje de pelear.

Y entonces pensé en lo increíble que era el cuerpo humano, cómo con una caricia, perdías el control sobre él.

Al separarnos nuestras respiraciones se encontraban agitadas.

—¿Porque te fuiste?— sus ojos se veían cansados así que mire a otro lado no soportaba verlo frente a frente.

—Tu hermano me hecho.—dije y me cruce de brazos dándole la espalda.

—Pudiste esperar a que amaneciera, pudiste esperar. —negue con la cabeza.

—¿De que hubiera servido?

—Quizá tu abuela hubiera impedido que me marchará, pero iba a vivir en un infierno.

—Él casi no está, lo sabes.—negué con la cabeza.

—Eso no cambia nada, además lo hecho está hecho y no hay vuelta atrás.

Al decir aquellas palabras la abuela Fiore entro a la habitación. Al verla trague saliva.

—¿Podemos hablar?— dijo y asentí con la cabeza.

—¿No puedes esperar abajo?—dijo y Eros salió de la habitación.

—Sé quién eres Amelie. —al escucharla abrí los ojos, intente decir algo, pero ella lo hizo primero.

—Tu abuela y yo somos muy buenas amigas y ambas acordamos en qué lo mejor tanto para ti como para Angelo era unirlos en matrimonio.

Ahora sé que no fue una idea tan mala.

Angelo y tú son muy parecidos.—fruncí el ceño al escucharla y ella se rió.

—Sé que piensas de mi nieto, pero no es una mala persona, al contrario. Lo único que le falta es encontrar a alguien que lo entienda y tú puedes hacerlo. —quería decirle que no podía, que él era justo lo que imaginaba, pero las palabras no salían.

—No regreses a casa para trabajar, regresa a vivir, mi familia te necesita. Serás mi invitada. No lo hagas por mi, hazlo por tu abuela. —trague saliva y asentí. La señora Fiore sonrió. Te esperamos abajo.

Una vez que salió me senté en el sillón. Ella lo supo desde el inicio, pero había guardado mi secreto.  Ahora me sentía en deuda con ella y el daño que podría ocasionar a la familia.

Conociendo a mi prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora