Capítulo 3

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Mikey apuntaba a todos con el cuchillo, no iba a dejar que nadie lo mandará, él era el invencible Mikey, y nadie se atrevía a desafiarlo.
-Manjiro, baja ese cuchillo, obedece a tu hermano mayor y cállate.

-¡Qué me calle! ¡Jamás! Yo ya no quiero estar casado.. Casada con ese imbécil. ¡Quiero el divorcio!

-Guarda silencio, maldita perra, te dije que te calles. -Eso sin duda era una sorpresa para Mikey, pues no conocía a su hermano de aquella manera, siempre fue paciente, carismático, lindo con él.
-Quiero el divorcio o me vas a conocer, poco me va a importar que seas mi hermano y emperador de este imperio, ¡maldita sea!

-Mi princesa, ya tenemos hijos.

-¡Que asco! Me acosté contigo, Shinichiro, espero que anules mi matrimonio, porque yo jamás me casaría con él

Dicho eso se iba a retirar pero fue jalada de su cabello, por su esposo, así que eso lo enojó más, para lanzarle un fuerte puñetazo, aún conservaba la fuerza que poseía, y sabía que su hermano era igual de débil.

-Desde ahora, soy Mikey, ¡entendieron! Que quedé bien claro soy una princesa de esta dinastía, ninguno de ustedes puede darme órdenes, ni siquiera tú Shinichiro. Si me haces algo más, tú y tu asqueroso imperio va a caer.

Se fue ahora sí azotando la puerta, estaba tan molesto, ¿Por qué la tratan así? Odiaba aquel cuerpo, ¿así eran? ¿En qué año estaban? Ni siquiera había luz eléctrica

-Maldigo el Día en el que llegue aquí, y apenas a pasado un día. Que incómodo porque está tan largo este vestido, al parecer esta desgraciada Lleva mi nombre, maldita seas Manjiro.
Agarró unas tijeras para romper el vestido y dejar sus piernas más descubiertas, pues si alguien intentaba volver a tocar de él, iban a pagarla caro, si la otra tonta se dejaba, él no iba a soportar eso, odiaba a los débiles.

Se niega a creer que en aquel imperio su versión femenina, que era demasiada guapa, no lo iba a negar, era la belleza andando, no más que su hermana, pero, sí era linda.

-Princesa.
-Sal de mi habitación, tú y yo ya no somos esposos. -Takemichi se acercó hasta él y lo sujetó del cuello.

-¿Quién crees que eres, Perra desgracia? Soy el soldado más importante de este imperio.

-Bien, si eso presumes, recuerda que sin mí no eras nada. No te olvides de tu lugar. El imperio que presumes es mi imperio, El alimento que comes, el agua que bebes, la ropa elegante, tu vida en el palacio, con el dinero y poder que exhibes, es todo porque estás casado con la princesa de este imperio. Si algún día te olvidas de eso, te quitaré absolutamente todo.

Esa mirada es mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora