Capítulo 4

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Manjiro estaba sentado comiendo delicadamente, había pasado exactamente una semana y estaba tan contenta en estar en ese lugar, todos le tenían respeto, daba órdenes y todos la cumplían.

Sí, para todos era extraño el comportamiento, sobre todo pues estaba siendo educado y amable, ayudaba en la casa, y sacaba buenas notas, también que se la pasaba pegado a Takemichi, y solía darle besos en sus mejillas, o más atrevido en sus labios. Ella a los 16 años ya había dado a luz por lo menos a 4 hijos, y Mikey, seguía siendo un virgen, pero, eso nadie lo sabía.

En ese mundo nadie la tocaba o la golpeaba, pues tenía el respeto que muchos, vaya que no se equivocó al venir a este lugar, a este mundo.

—No me iré de aquí nunca, y espero que Mikey entienda que yo debo quedarme en este lugar, donde soy feliz, y me siento tranquila..

—Así que no eres Mikey —Preguntó el tatuado haciendo que el chico se pusiera pálido, ¿tan rápido lo arruinó?— ¿Quién eres? —Le Gritó y este bajó la cabeza, y ahí descubrió exactamente lo que quería, pues Mikey jamás bajaría la cabeza ante nada, ni nadie, lo sujetó del cabello.

—Ryuguji, te pido por favor te pido que me sueltes, soy tu comandante, debes obedecerme, estás lastimando a tu líder.

—Tú, no me dirás que hacer, ¿sabes por qué? Porque no eres Mikey.

—Oye, imbécil, ¿Qué le haces a mí hermano? —Preguntó un Izana molesto para separarlo, aunque lo tomaba por sorpresa, su hermano fácilmente podría darle una patada y dejarlo noqueado.

—Bien, Mikey, te espero en el parque, quiero recibir una de tus famosas patadas.

—Ryuguji... ¿Patadas? Yo nunca te golpearía, eres mi amigo, yo no podría hacer tal cosa.

—Mikey te partirá la cara, ahí estará, ahora, fuera de mi casa. El tatuado le dio una mirada de advertencia, el rubio comenzó a llorar con fuerza, la habían descubierto.
—¿Por qué.. ¡Mikey! digo Manjiro ¿Qué te pasa, por qué lloras? —Preguntó Shinichiro preocupado, para abrazarlo, era muy raro verlo llorar.

El chico se aferró al cuerpo de su hermano, pues nunca pudo tener un abrazo como ese en su mundo, tenía que ser fuerte, para soportar el dolor de haber tenido que casarse a los 6 años de edad, sí, cuando era una niña su padre la había casado, con justamente Takemichi un chico que tenía 20 años más que ella, lloraba, ella quería quedarse ahí, quería esa vida. La vida de Mikey.

Mientras tanto en el palacio estaba la chica encima de Takemichi, golpeándolo en la cara.

—Yo no soy esa Manjiro que se dejaba solo porque eras mi esposo, ¡Mi nombre es Mikey! Pertenezco a la dinastía de Akashi

¿Cómo había aprendido todo eso? Tuvo que leer, algo que realmente odiaba, pero, a veces era necesario para poder sobrevivir en lo que encontraba una salida. Le daba golpes, pero también arañaba el rostro del chico.
—¡Princesa! —Gritó Ken para poder separarla del chico, pues ya veía las manos llenas de sangre. Y el rostro del chico un poco, por no decir muy golpeado.

—Ken-Chin.

Susurró y eso hizo que el peli negro se sonrojara. Nunca lo había llamado así, sobre todo porque ellos pertenecían a mundos muy distintos, siempre lo había llamado con respeto y ahora, era diferente.

Esa mirada es mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora