Faiv.

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¿Gata asquerosa? Si me vestí con mi mejor ropa, este wey ta' loco. Pero tiene un no se qué que me encanta, su copetito como el de Peña Nieto (el cronch de mi mami) con harto gel, sus ojazos tapatíos, se veía re chingón el chamaco pero mira como salió.

Apenada y avergonzada me regresé con mi madre y la señora chistosa, no las encontré y recordé lo que mi madre me dijo una vez; "Cuando me pierdas no lo pienses dos veces y vete pa' la casa" Tomé mi bolsa del mandado y me juí a tomar el metro. A esa hora del día había harta gente saliendo y entrando con sus paragüas. «Chales, se me va a mojar el aifon» Pensé.

Adentro en la estación olía a sobaco y sudor, casi vomito el tamal que me desayuné en la mañanita. La gente me empujaba en todas direcciones, me hacía de aquí pa' allá y de allá pa' acá. No se ni en cuál vagón me subí porque las gentes me empujaban. A lo mejor y sí me subí en el correcto.

Un señor trató de tocarme mi tesorito, le solté un bofetada que hasta a mi me dolió, bueno que va, nomás me alejé de ahí unos cinco metros. Pos oye camadra, uno nunca sabe con quien se encuentra. Los vagones empezaron a quedarse sin gentes, hasta que decidí salir porque no baiga a ser la de malas y me pierda.

Chales, lo que sospeché desde un principio, no sabia ni donde chanclas estaba, no había mucha gente en la estación y los mapas del metro estaban todos pintarrajeados. ¿Y si jamás vuelvo a ver a mi amá? ¿Y la Jennis? ¿Qué pasará con Brayan Alecsander? ¡No puede ser, no! Esto es peor que quedarte sin papel en el baño y que tu mamá te mande a ti misma a que vayas por el.

Mi suerte cambió cuando vi a un policía en el pasillo. Corrí con todas mis juerzas porque mis piernas de popotito no daban pa' más. Le pregunté que dónde estábamos y no me supo decir, bueno también a lo mejor era porque estaba jugando con el candy cronch.

Estaba perdida, con frío y hambre. Solo habían pasado 10 minutos y los sentía eternos, sin ti. Ay se me salió la tambler gerl que llevo en mis adentros. Había unos puestos de comida, olía bien rico, ah que zuculemtho. Me paré en una esquina -no piensen mal- mientras veía a la gente pasar, estaba muy triste porque me había perdido y no sabía donde estaba. De repente vi un mechón rubio y una gorra fosforescente entre la multitud, corrí lo más rápido que me permití y los alcancé. Gracias a dios eran el pelos de elote y el wero.

-Yajaira -pronunció el wero- ¿Qué haces aquí?

-No se, wey -respondí-. Me perdí y no se donde fregados estoy.

- ¿'tas tonta o qué? -el pelos de elote me habló con un tono muy feo- Ahí hay un mapa, wey.

-Sein, no me hables así -le torcí la mano.

Luego de esa pequeñita pelea nos subimos a otro vagón del metro, tardamos harto en llegar así que primero pasamos por la tienda de doña Tencha por unas galletas. Cuando llegué a mi casa mi mamá estaba en la calle, llorando en el hombro de La vecina de enfrente, me vio y pasó de triste a enojada.

-¡Escuincla babosa! ¿Dónde has estado? Ándale, métete pa' la casa, ahorita si te voy a dar con la chancla -estaba tan enojada que todo Neza escuchó sus gritos.

Otra novela mexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora