3

70 10 6
                                    


ADAPTACIÓN 

Los días subsecuentes fueron un tanto extraños. Koyomi y Masae no podían decidir si sentirse aliviadas o asustadas de ver como de a poco todas las cosas pertenecientes al skate iban siendo desechadas. Ellas miraban las calcomanías, las revistas y cada poster como una parte importante del antiguo Reki. Pero también comprendían que si esto era para la tranquilidad y mejora del actual debían apoyarlo.

—Creo que eso es todo —comentó Reki mirando su habitación al fin limpia, vacía y sintiéndose extrañamente reconfortado ahora que el skate estaba lejos de su vista.

Ya había pasado cerca de tres semanas desde que salió del hospital y hasta ahora no había podido recordar nada. Sus citas con el doctor Hinohara Shigeaki se estaban volviendo tediosas y repetitivas. Reki recordaba perfectamente toda su vida hasta los trece años, compañeros de clase, maestros, viajes familiares, calles, incluso uno que otro nombre de las mascotas de sus vecinos. Luego de eso, específicamente desde la mudanza de Natsu no había nada, según las palabras de su madre, porque él no podía recordar. 

Cuando despertó en el hospital pensó que solo era otro día más en que iría al skatepark para intentar ese tonto Ollie con su mejor amigo.

Pero ahora que Natsu no estaba, ¿Qué caso tenía seguir con el skate? Natsu era el apasionado, Reki solo lo intentaba por él, para pasar tiempo a su lado, y si se había ido entonces no tenía caso, incluso se llegó a preguntar por qué parecía que su antiguo yo lo amaba tanto. ¿Por qué había continuado con eso si Natsu ya no estaba?

Pero por más que le daba vueltas no había una respuesta lógica. Las caídas, los rapones, los moretones, los dolores de cada parte de su cuerpo tras el truco fallido, la verdad no valía la pena; y la cereza del pastel, no quería ser tomado por un delincuente. Ya era suficiente con su cabello, si hasta había considerado pintarlo a un color menos llamativo. Su madre y hermanas tenían suerte, el castaño de su cabello era menos chillante.

Pero al menos el doctor Hinohara tras estar seguro de su estabilidad emocional, pues la ausencia de pesadillas era una muy buena señal, dio permiso para que retomara su vida y eso incluía la escuela.

Con un suspiro profundo volvió a mirarse al espejo. El uniforme le quedaba demasiado holgado, y tras ver un par de fotografías supuso que se debía a la falta de la sudadera bajo la camisa. Pero no pensaba usarla de esa manera, era simplemente una aberración. ¿Cómo rayos había conseguido en primer lugar que lo dejaran entrar a la escuela con esas fachas?

—Mi yo de antes debió ser un tanto excéntrico —dijo en voz alta mientras hacía una nota mental de cambiar todo su guardarropa por prendas más decentes y menos llamativas.

—Muy bien, ya estas listo —dijo Masae mirando de arriba abajo a Reki mientras asomaba la cabeza por la puerta de la habitación. —Te vez fabuloso —elogió ella entrando para acomodar el cuello de la camisa del uniforme.

Solo para ella, Masae admitiría que era extraño ver a su hijo vistiendo correctamente el uniforme escolar, nada de sudaderas con capucha, no banda para la cabeza, incluso no muñequeras a la vista.

—Woou —exclamó Koyomi mirándolo. —Te vez increíble —y sonrió con las mejillas ruborizadas. Le hubiera gustado agregar algo como: te vez mejor así, ó no voy a extrañar tus extrañas sudaderas. Pero Reki seguía algo sensible con el tema de su antiguo YO así que se guardo sus observaciones.

—La verdad es que me siento raro, toda mi ropa me queda un poco demasiado grande. Y esto... es como el primer día de escuela, solo que todos me conocen, pero yo a ellos no —se lamentó bajando la mirada.

OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora