Olvido

10

Bien, las cosas no eran tan fáciles como pensó. Reki de verdad quería ser amigo de Hasegawa, sin embargo, el chico era muy poco hablador y para rematar parecía un tanto obsesionado con el snowboard y el skate, dos temas que a Reki no le interesaba para nada conocer.

Así que sus interacciones estaban encasilladas en el saludo de la mañana, preguntar por la tarea o si estudio para los exámenes.

Reki simplemente no encontraba como acercarse, y en eso estaba pensando cuando una chica ajena a su clase entro al salón, un incidente bastante común al rededor de Hasegawa Langa.

—Hasegawa-sempai —nombró la niña de primer grado con el rostro espolvoreado de carmín. —Yo... podría hablar con usted un momento.

Reki sonrió enternecido, ella parecía ser muy dulce, su rostro era agraciado y aún conservaba la redondez de la infancia. Tenía el cabello corto, pero muy bien cuidado el cual sujetaba con un listón grueso de color escarlata. Simplemente encantadora en su inocencia, muy parecida a Koyomi.

—Ya lo estás haciendo —respondió Langa con una voz tan neutral y sin la mínima intención de brindarle una mirada, un hecho que Reki considero agravio.

Cómo podía decirle eso a esta niña que tomó mucho valor para venir aquí. ¿A caso no se daba cuenta de lo que ella quería? ¿Estaba siendo grosero al propósito para desanimarla? Ok, durante el tiempo que llevaba de compartir aula con Hasegawa podía decir que era muy, muy, pero muy popular entre las chicas. Que cualquiera a la que le pidiera salir diría sí, y sin embargo, Hasegawa Langa no estaba interesado en ninguna.

Tal vez ya tenía a alguien especial, se dijo e inmediatamente después de ese pensamiento una vocecita que extrañamente se parecía a la de Langa Hasegawa susurro:

Por eso no puedo salir con nadie, LA AMO, y cuando regresé a casa...

Reki cerró los ojos intentando recobrarse del vértigo que lo a taco inmediatamente después de escuchar eso último resonando con maquiavélico eco en los confines de su cabeza, preguntándose si fue un recuerdo o solo un pensamiento.

—Lo que voy a decirle quisiera que fuera privado, estaría bien después de la escuela, —susurró ella sin rendirse, aunque Reki podía ver como sus manos cerradas en puños le temblaban. Iba a llorar si Hasewaga respondía de mala forma otra vez. —Lo espero frente al mural de la garza, yo...

—Lo lamento, pero hoy tengo muchas cosas que hacer y no podre asistir —respondió Langa elevando y bajando la mirada en una fracción de segundo. No estaba de humor para escuchar una declaración más, cuanto menos porque el lugar que eligió ella solo lograría recordarle a la verdadera persona que quería y necesitaba a su lado.

Ella contuvo el aliento al ser rechazada de la manera más cruel y frente a todo el grupo. Los susurros a su alrededor no tardaron en hacerse oír como un zumbido aterrador y antes de darse cuenta estaban comenzando a ganar fuerza.

Reki golpeó con la palma de las manos el escritorio, luego sin mirar a nadie tomó de la muñeca a la chica y salió de ahí arrastrándola detrás.

Los cuchicheos comenzaron a subir de volumen incentivados por los que se unían tras la repentina acción del pelirrojo. Algunos pensaban que a Reki le gustaba la chica, otros que la había sacado antes de que hiciera un ridículo peor al llorar frente a todos, y otra sarta de tonterías que Langa ignoro al centrar toda su atención en el hecho de que Reki una vez más lo había mirado con desprecio. No fue algo notorio, y solo pudo verlo porque siempre estaba al pendiente de cualquier gesto por mínimo que fuera en su rostro.

En el pasado y en más de una ocasión Reki le había mencionado lo cruel que parecía ser al rechazar sin tacto a todas las chicas, pero Langa nunca puso mucho cuidado a ello, porque inmediatamente después de aquellos reproches faltos de energía Reki volvía a ser Reki y enfocaba su mente en el skate. Ahora Langa consideraba sí debió haber tomado esos comentarios más enserio. Pero incluso antes de que pudiera pensar en seguirlo, el profesor entrando por la puerta pidiendo atención y silencio lo detuvieron en su lugar.